49. El éxtasis
Le tiró el ramo de rosas a la cara, luego se dio la media vuelta y comenzó a alejarse. Caminaba de esa manera tan sensual que ella sabía hacer y que encandilaba a los hombres.
De nada sirvieron las súplicas de que no le abandonase, que no podía vivir sin ella, que cometería alguna locura si no volvía con él. Eso no hizo más que aumentar la satisfacción que Ángela sentía. Que llorasen o se peleasen por ella era un placer indescriptible; ya lo había experimentado más veces en anteriores relaciones.
Escuchó los gritos de las personas que paseaban por el puente, luego el golpe. Entonces fue consciente de lo que acababa de suceder.
En ese momento llegó al clímax de la satisfacción. Nunca antes había alcanzado el éxtasis.
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Contundente. Qué bien elegidos están, además, título y nombre de la protagonista. Me temo que ese ángel de la muerte ha encontrado su destino, una vez alcanzado el éxtasis, y que ahora se dedicará a buscar cuerpos, o almas, poniendo toda su carne en el asador, como quien dice, para poder repetirlo.
Un abrazo, y mucha suerte.
¿Una asesina en serie y matando de esa forma? Pues ya tenemos el crimen perfecto porque nunca la podrían condenar. En fin, que también hay mujeres «malonas» que utilizan sus armas de mujer. Al final se trata de personas egocéntricas que en el fondo son muy inseguras.
Gracias por comentar Rafa.
Un abrazo
Un claro caso de alegría por el mal ajeno, tanto más cuanto peores consecuencias tenga. El problema es que la causante del mal es ella y lo sabe. Con su desdén calculado ocasiona encandilamientos fatales.
Un abrazo y suerte, Pilar
Hola Ángel: creo que en esta convocatoria estamos obligados a ser malos… muy malos. Es verdad que alegrarse del mal ajeno en ocasiones es humano, pero en el caso de «la encantadora» Ángela la cosa es ya más seria, patológico.
Muchas gracias por tu comentario, siempre acertado y esperado.
Un abrazo
Esta mujer está jugando a diosa y eso no le va a durar mucho, en concreto cuando empiece a perder los encantos que se adivinan en tu relato. Y entonces se le van a “caer los palos del sombrajo”, una forma rústica de decir que va a experimentar la mayor frustración de su vida.
¡ojalá sea pronto!
Bien estructurado y directo.
Rosa me ha encantado conocer la expresión «caer los palos del sombrajo». No la conocía pero viene muy a cuento. En cuanto a nuestra «encantadora» protagonista pues tal vez le llegue su «san Martín» o tal vez no, que la vida a veces es muy injusta.
Sigo leyendo relatos lleno de malvados en esta ocasión.
Me paso por el tuyo.
Abrazos
¡Madre mía, cuánta maldad!! Me ha puesto los pelos de punta, la psicópata que has retratado.
Desasosegante total.
Un abrazo y suerte.
Rosalía, alegrarse del mal ajeno no es muy loable que digamos, aunque a veces puede ser hasta humano —hay algunas personas que por sus actos no se merecen les pase nada bueno.
Pero no es el caso de la malvada y perversa Ángela. Esta es de libro. Y como decía mi abuela «dónde tendrán algunas el lunar» jaja…
Gracias por comentar.
Abrazos
Esa Ángela no cesará hasta encontrar de nuevo el éxtasis. Su ansia de destrozar corazones es insaciable.
Una buena protagonista para esta convocatoria.
Enhorabuena y suerte