67. In aeternum (Fuera de concurso)
La muerte es una vida vivida.
La vida es una muerte que viene.
(Jorge Luis Borges)
Está agotada, pero es una profesional y ejecuta sin descanso el trabajo encomendado. Por eso, nada más verla, verifica la lista y se lanza a por la joven. Sin embrago, la víctima ofrece feroz resistencia. Sorprendida, le pregunta:
—¿Por qué me rechazas? No temas, cierra los ojos y entrégame tu alma. Seré rápida. Tan solo pretendo yacer contigo. Ser tu descanso. Te prometo amor eterno, para toda la muerte.
— Uf, que mal karma desprendes, mi niña; hueles a perro muerto. Siento romperte el corazón, pero hoy elijo continuar mi camino. Es ley de vida, bonita. ¿Y tú? ¿Qué eliges?
— Ojalá tuviera elección. El infortunio quiso que tropezara con el primer difunto y me señalaran gritando: ¡Ha sido ella, la Parca! ¡Que ella se lo lleve! Alguien tenía que cargar con el muerto. Desde entonces arrastro esta guadaña.
—Ay, perdóname, se me fue el santo al cielo. Olvidaba que tu vida es un infierno. Tú mueres porque no mueres; estás condenada a vivir eternamente, para todas las muertes.
La muerte siempre presente en nuestras vidas, aunque nos empeñemos en ocultarnos de ella, ahí está, en cualquier lugar agazapada.
Un relato que al final, de forma sorprendente nos descubrimos teniendo compasión por su destino. Una vuelta de tuerca que surge cuando la humanizamos.
Curioso!
El único consuelo que se puede tener contra lo más inevitable y temible, la muerte, es desearle algún mal. Pensar que ella sufre tanto o más puede que consuele un poco, pero tsmbién la hace un poco humana, como muestra tu relato.
Un abrazo, Javier
Muy bueno, Javier, con una frase de cierre grande y lapidaria. Y, como también decía Borges, la inmortalidad sería el peor castigo, cualquier forma de inmortalidad sería el infierno.
¡Abrazo!
Javier, me gusta mucho la humanización que has hecho de la muerte, mucho más que la siniestra e insensible de la guadaña.
Un abrazo y suerte.