72. Pérdida de patrimonio (Alberto BF)
No miento si digo que mi palacete es el más señorial de toda la provincia, y según algunos expertos, de todo el país. Aún recuerdo con emoción el día en que pasó a ser de mi propiedad como herencia de mi bisabuela.
Ha puesto al pueblo en el mapa, convirtiéndose en visita obligada para todo turista que se precie, sobre todo desde que fue declarado bien de interés cultural. Las películas y series que se han rodado en su interior han sido un gran éxito, y las caras de admiración de turistas y vecinos se suceden al acercarse a sus alrededores.
No las soporto.
Cada vez se me hace más desagradable vivir allí con mi familia, mientras esas hordas de mediocres babean observando absortos mi lujoso patrimonio.
Pero hoy, por fin, acabará este martirio. Al encender la mecha dinamitaré las sonrisas en esas estúpidas caras.
Aunque vea mi palacio volar por los aires, contemplar la decepción reflejada en los ojos de esos necios merecerá la pena.
Me entristece, eso sí, que mi mujer y mis hijos fallezcan en este lance, pero en todas las guerras hay pérdidas dolorosas. Tras mucho pensar en ello, creo que compensa.
Todo tiene pros y contras, cualquier decisión implica esa dicotomía. Luego está la máxima de Maquiavelo de que «el fin justifica los medios». Tu protagonista se va a quedar bien solo y tranquilo, que se revela como su verdadero objetivo, lo demás y los demás no le importan en absoluto, por allegados que sean, de hecho, parece preocuparle algo más la pérdida de su patrimonio, como sugiere el título, que la de las personas que, se supone, le quieren.
Un abrazo y suerte, Alberto
Muchas gracias por tu comentario, Ángel.
Podríamos decir que el protagonista considera también a su familia como patrimonio, y tampoco es que lo valore demasiado.
Un abrazo, y suerte para ti también.
¡Como un cencerro! ¡Vaya personaje!
Has sido un acierto que en la primera parte del relato el prota hablara en tono de alabanza aristocrática por poseer el palacete. Para dar paso a la “ida de olla” total en la segunda parte. No me lo esperaba.
Original y heave
Muchas gracias por tu comentario, Rosa.
Una «ida de olla» total. La alegría por el mal ajeno llevada al extremo.
Un cencerro es poco.
¡Un abrazo!
¡Madre mía! ¿Qué le ha pasado a este tipo? Dentro de su clasismo puedo entender que sea un misántropo, pero ¿volar semejante palacio con su familia dentro? Por favor, que alguien lo encierre antes de que lo haga, y si le molesta el palacete, acepto donaciones. Excepto la familia, claro.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias por tu comentario, Rosalía.
Si logro hablar con el protagonista le comentaré que estás interesada en su palacio. Pero creo que llegamos tarde…
Un abrazo, y suerte para ti también.