OCT81. UN OFICIO DESAGRADECIDO, de Adrián Pérez Avendaño
Con un movimiento mecánico: hombro, codo, muñeca, eleva el hacha y un corte perfecto secciona en dos lo que parece un fémur de hombre adulto. Luego lo coloca en la báscula y lo envuelve en papel gris -por mucho que evolucione una sociedad hay cosas que no cambian-. Aquí tiene, y complace a su clienta con una sonrisa. Luego, con un trapo húmedo limpia restos de sangre del mármol, lo mete bajo el grifo y lo pone a secar. Al levantar la mirada, comprueba que la mujer se encuentra de nuevo frente al mostrador de cristal. Perdone, antes no me decidí a preguntarle: ¿no le sobrará alguna cabeza? Déjeme ver, esta misma mañana ha llegado un pedido. Desaparece. La nevera está en una pieza aparte, no tarda en palpar un bulto grande y cilíndrico. Está frío, pero le resulta agradable. Está envuelta en papel traslúcido. La desenrolla con premura. Acaba. Ahora solo ve el cráneo. Tiene curiosidad por ver su cara. Cuando lo consigue, sus manos pierden resistencia y
la cabeza cae al suelo. La similitud con la mujer a la que está atendiendo es asombrosa. Sale brioso del cuartucho pero fuera nadie le espera.
¿Hay algo más temible que un carnicero paranoico? Dime la dirección para no ir. Me gusta, un saludo.
Hola Ana. Si quieres te paso la dirección en privado, no sea que se vaya a llenar la carnicería y luego tengamos un disgusto. Un saludo y gracias por pasarte.
Me ha gustado mucho, sobre todo el juego final con la cabeza de la clienta y su desaparición, que deja el micro tan abierto y, a pesar de todo, divertido. Enhorabuena, un abrazo.
Gracias, Juancho. La verdad es que cada uno lo puede interpretar como guste. Un abrazo.
Uy cuanto yuyu, ahora me lo voy a pensar cuando vaya a la carnicería.
Muy buen relato con ese regusto a novela negra con mucho sarcasmo.
Felicidades.
Asun, sigue yendo con normalidad a la carnicería, yo creo que no pasará nada, ¿no?…gracias por comentar. Besos.
jajajaj bien Adrián, lo has conseguido al menos por mi parte, sórdido, tremendista, me acojonaste la verdad. Pero de algo así se trataba y encima con esa naturalidad del que corta una chuleta. uffffff.
Esa trastienda donde hay envueltos cadáveres…
Tremendo me gustó mucho.
Suerte y abrazos.
http://montesinadas.blogspot.com.es/
Gracias hombre, me alegro de haberte «acojonado». Nunca sabes lo que puede haber en una trastienda de carnicero. Ni lo que nos deparará el futuro del sector. Un abrazo.
Muy siniestro, Adrián. Lo que mejor percibo aquí es un escritor disfrutando con una trama. Se ve que te has divertido con este micro, se nota por su evolución.
Un abrazo.
Hola Susana. Me ha encantado tu comentario. Parece que me conozcas de toda la vida. Un abrazo
Esos carniceros dan para mucho. Un buen relato renegrido.
Felicidades.
Gracias, María. Bonito eso de renegrido. Un abrazo.