32. El chatarrero
Todas las tardes sale a callejear la ciudad y recoge cosas del suelo. No recoge todas las que ve, claro, solo aquellas que por algún motivo inexplicable siente que tiene que recoger. Puede ser un dedal, un tornillo oxidado, una sota de bastos solitaria y marcada por el tiempo o cualquier otro pequeño objeto que llame su atención. Una vez de vuelta en su casa, coloca todos aquellos mínimos tesoros sobre una vieja bandeja de latón que también ha recogido en la calle y los observa detenidamente. Después cierra los ojos, toma entre sus manos uno cualquiera, y con el tacto de la yema de sus dedos viaja por él; recorre sus sinuosidades, sus recovecos, su singular geografía; siente su textura y su consistencia, y vive las vidas de quienes los han poseído.
Ya sabemos que.nada es eterno, menos aún el soporte orgánico en el que nos sustentamos para andar por este mundo, pero los objetos sí pueden perdurar más, quien sabe si para siempre, o al menos para mucho. Tu protagonista, aunque de condición humilde, tiene el don de sentir las vidas que han rozado aquello que recoge.
Un micro en apariencia sencillo, pero también profundo, poético y esperanzador.
Bienvenido a ENTC, Gabriel, era cuestión de tiempo que recalases aquí. Ya verás como repites.
Un abrazo grande y suerte.
Querido Ángel, tu comentario me llena de alegría. Y aprovecho para comentar que es un microrrelato inspirado en el nombre artístico que se ha puesto mi gran amigo Miguel Campello, que fuera cantante de elbicho y ahora camina en solitario como El Chatarrero. Hace tiempo, cuando yo era encargado del merchandaisin de elbicho (que se escribe así, todo junto y en minúscula), viajando con ellos, recuerdo un momento muy mágico en una habitación de hotel, Miguel y Victor (el guitarrista) improvisando una canción que decía «recojo cosas del suelo»… y mira por donde, ahora va y me surge este micro. Sin duda todo es susceptible de ser transformado en texto; de hecho, hay un filósofo (ahora no recuerdo quién) que decía que todo es texto… Un gran abrazo amigo mío.
Antes que nada, ¡bienvenido, al fin, señor del apellido con triptongo, a este rinconcito en el que cabe una gran familia!
Tu micro y tu chatarrero me parecen muy tiernos. Como él, yo también pienso que la esencia de las personas se queda adherida a los objetos que comparten espacio y tiempo con ellas. Por eso me cuesta hacer un Marie Kondo y deshacerme de trastos viejos, que me traen tantos recuerdos. Quizás cuando me decida y los tire pase tu chatarrero por debajo de mi casa y se lleve un trocito de mi vida.
Un abrazo y suerte, y otra vez, bienvenido.
… sin palabras querida Rosalía, compañera de finales semanales requianas (¿requianas?, sí, por que no)… ¡tienes arte y sensibilidad para dar y tomar! ¡Gracias!
Por fin puedo comentar, ¡me moría de ganas! Qué micro más bonito y qué poética esa figura del chatarrero de recuerdos que nutre su alma con vivencias ajenas. Me gustaría saber más de su vida y cómo ha llegado hasta ahí, pienso que tienes ahí una gran historia… Felicidades por tu idea, por el micro y un abrazo muy grande, Gabriel
¡Ay! ¡Sara querida!… ¡tus palabras me dan alas!… serás la primera en conocer su historia… (por cierto, me encantan los puntos suspensivos… tan sugerentes… tan llenos de lo que queramos… … …)
Un verdadero mago de los objetos.
Humildes objetos que hablan de quienes los usaron. Su valor está asociado a las vidas de sus dueños, y este hombre es capaz de verlas y vivirlas.
Profundo como dice Angel, te da qué pensar para un ratito…
Amiga Rosa, así es, la sensibilidad que caracteriza a gran parte de los humanos puede impregnarlo todo; y la misma sensibilidad puede descifrar cosas aparentemente indescifrables y descubrir la belleza en todos lados… ¡muchas gracias por tu sentido comentario!
Hombre, Don Gabriel! Cuánto bueno por esta casa! Al fin te decidiste!
No me queda muy claro si el chatarrero es vidente o tiene mucha imaginación, pero en cualquiera de los dos casos, el relato te ha quedado muy bonito, rezuma poesía.
Un abrazo y espero leerte a menudo por aquí.
Querida grande entre las grandes, era cuestión de tiempo que me animara, y es que el mío, (el tiempo, digo) suele ser más pausado que el de la mayoría, sospecho que ya nací con algo de retraso (jjjjjjjjja), eso sí, una vez que agarro carrerilla ¡no me para ni las murallas de Ávila!
En cuanto al relato, mola que me digas que no queda claro, así cada uno pone de lo suyo: eso de que nos lo den todo masticado no tiene gracia, jejeje
Ay, Gabriel, cuánto me ha gustado este chatarrero. Y cómom me gusta leerte también por aquí. Un fortísimo abrazo (lo justo para que puedas seguir respirando) y mucha suerte. Bienvenido.
Bueno, querido Gabriel. Lo primero, ¡bienvenido! Qué gusto leerte por aquí. Lo segundo, qué buena entrada con este chatarrero que da título al micro, y que nos hace soñar con vivir las vidas de otros a través del tacto. Mucha suerte