30. De la magdalena de Proust a la fotografía en el periódico
Al abrir el periódico María identificó la fotografía que aparecía en primera plana. Entonces, mientras revolvía el azúcar en el café, el remolino la engulló transportándola al jardín de la casa.
Con su pequeña Orbea azul recorrió el camino que la bordeaba y que tan bien conocía. Pasó delante de los rosales, hortensias y gladiolos. Se paró a beber de la fuente, tiró de las ramas del
sauce que ahora estaba más llorón que nunca. Al entrar en la casa subió corriendo las escaleras hasta llegar al desván, allí donde empezó a fumar bisontes con su hermana, y donde descubrieron
los juguetes escondidos para el día de Reyes.
Estuvo tentada en compartir sus emociones con José, el joven camarero, pero no lo hizo. ¿O acaso a alguien le iba a importar que aquella casa con su finca iba a ser derruida para convertirse en
un bloque de edificios?
Los sentidos pueden evocar momentos del pasado que, al rememorarlos, los vestimos de una perfección que posiblemente no tuvieron, al tiempo que se tiñen de un halo de una eternidad también imposible. Aunque sepamos que tiene algo de espejismo, lo sentimos como real y, aunque no sea una felicidad completa, se le parece.
Un relato que demuestra que las emociones deben disfrutarse y, por qué no, compartirse.
Un abrazo y surte, Pilar
Gracias Ángel por pasarte y comentar. Nada vuelve a ser lo que era porque nada ni nadie es eterno, es verdad, pero si guardamos el recuerdo en esa capillita dentro del corazón podremos seguir disfrutando de ello —incluso más si cabe porque la memoria puede borrar lo negativo—. Así que seguiremos imaginando, soñando, recordando, creando, divagando……
Abrazo grande
A tu prota no le hizo falta probar una magdalena mojada en té, le bastó con ver la fotografía en el periódico para volver a su casa de la infancia, quizás «en busca del tiempo perdido» o quizás no, quizás sólo fue nostalgia… Un relato evocador, precioso, Pilar. Sentimientos y sensaciones a flor de piel.
¡Abrazo!
Así es, Aurora, un olor, una música, un sabor… nos pueden evocar situaciones vividas. En este caso la fotografía de la casa en el periódico y el anuncio de su derribo recuerda a la protagonista su niñez. Nada es para siempre, todo se transforma.
Muchas gracias por tu comentario
Otro abrazo para ti
Dicen que siempre regresamos a los lugares en que fuimos felices, pero tu protagonista se queda sin ese lugar, víctima de un supuesto progreso.
Es curiosa la forma en que la memoria selecciona y ordena los recuerdos. Al menos eso le quedará…
Un abrazo y suerte.
Efectivamente, Rosalía, cuando lo físico desaparece solo nos queda el recuerdo.
Muchas gracias por pasarte.
Abrazos
Un sueño de casa: con gladiolos, Hortensias y rosales. Además de un precioso sauce llorón y una fuente. ¿Que se puede pedir más en una casa? Para no echarla de menos! Yo también lo haría.
¡Asco de progreso!
¡Ay Rosa! el progreso cambia muchas cosas y no siempre para bien, es verdad. El fondo de este relato es la sensación que siente la protagonista de que nada dura para siempre y por supuesto el impacto y la emoción que le produce al ver la noticia publicada en el periódico.
Agradezco tu comentario.
Abrazos
Muy evocador, con un salto al pasado, a la memoria, que te lleva con la protagonista a ver su casa de la niñez. Cualquier tiempo pasado fue mejor, parece decirnos tu micro. Mucha suerte