34. EL MURO DE LA GUAJONA
Desde que le hablaron de la guajona, la niña no puede dormir. La imagina en medio de la oscuridad con su manto negro y su único diente afilado.
Por las noches se acuesta junto a su padre, que le canta una canción antiguajona y hace un muro alrededor de la cama con peluches, almohadas y cojines. Un muro tan perfecto que ni la criatura más terrible podría atravesarlo. Tan bonito que juguetes vienen a verlo de todas partes del mundo.
Pasan cincuenta años. La niña es una mujer y hace mucho que se fue de casa.
Una noche recibe una llamada. Su padre ha muerto.
Apaga la luz y aparece en la habitación de su infancia, con la cama y el muro de peluches. Incluso escucha la canción del padre, a un volumen muy bajo, como un susurro.
Un osito de peluche cae del muro y una mano huesuda aparece por el hueco. Tiene la piel verrugosa y arrugada como la rama de un árbol. Emite pequeños rugidos.
La mujer se apresura a tapar el agujero con el osito. Mientras lo coloca, cierra los ojos, aprieta con fuerza y ve al padre. No existe pastilla para tanto dolor.
Jesús, has construido un micro muy visual, y con una mezcla sorprendente de elementos: magia y terror con sentimientos profundos. Ese dolor de perder al ser querido que siempre nos protegió.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias por leer y comentar mi relato, Rosalía. Has sido muy certera, lo que pretendía era por un lado contar la relación de una hija con su padre y por otro intentar representar ese mundo mágico de la infancia con su imaginación y también sus miedos.
Alguien dijo que los padres no tienen edad. Por muy ley de vida que sea el hecho frecuente y previsible de sobrevivirles, el vacío que dejan no es fácil de llenar, el desamparo resulta inevitable. Una parte nuestra se marcha con ellos, quedamos incompletos y comprendemos en toda su dimensión y más que nunca que somos perecederos.
Un relato intenso y emotivo.
Un saludo y suerte, Jesús.
Muchas gracias por tu comentario, Ángel! Totalmente de acuerdo contigo en todo lo que dices.
Ese final, ese final me ha puesto piel de gallina. Perfecto
Muchas gracias por leer el microrrelato y por comentarlo, Paloma! 😘
Tocay, qué micro de terror más terrorífico, valga la redundancia. Me gusta la forma en que juegas a relajarnos y al final a hacernos temblar, y qué imágenes más claras de la cama de la niña y esa mano que sale al final. Mucha suerte