42. Casi
Matías se asoma cada mañana al pasado. Recuerda con una sonrisa sus años de colegio, los de universidad y los que pasó en una oficina como contable. No fue el trabajo de sus sueños, pero su sueldo le dio para la hipoteca, regalarse algún capricho y tener una pensión digna. Nunca se casó, aunque estuvo muy enamorado de Silvia, su vecina del segundo. Una tarde que se encontraron en el portal la invitó a tomar una copa. Mientras la escuchaba sintió que era una persona casi inalcanzable para él, y que su declaración rompería la magia casi perfecta de aquel momento. Sin embargo, envalentonado por su segundo wiski, casi se le declaró. El destino de ese casi tal vez lo dejó para siempre en compañía de su soledad, pues estoy casi seguro de que ella le hubiera dicho que sí. Solo casi. Me gustan los finales felices, pero algunos los emborrono con tintes de nostalgia si el día en que escribo me acompaña alguna nube gris. Como hoy. No obstante Matías casi ha olvidado a Silvia y casi siempre se le viene a la cabeza lo bueno que le ha deparado la vida. Podría decirse que es casi feliz. Casi.
About Post Author
Nunca debe dejarse nada sin decir. Es cierto que existe el riesgo de equivocarse, pero el peor error es no probar. La felicidad completa no existe, como tampoco la perfección, aunque eso no quiere decir que no debamos intentar acercarnos. El «casi» es inevitable en todo, pero tú te aproximas mucho a la excelencia en tus relatos, este no es una excepción, por su originalidad y profundidad.
Un abrazo grande y suerte, Pablo.
Lo que es cierto es que nunca me equivoco si digo que cada día te admiro más. Contigo no hay un casi a la hora de la generosidad, de tus comentarios y de tus maravillosas lecturas.
Si de algo no me arrepiento en esta vida es de haberme cruzado con un tipo tan mágico como tú.
Muchísimas gracias de nuevo por tus palabras, amigo mío.
Un abrazo.
Pablo, Matías ha tenido la suerte de convertirse en uno de tus personajes. Los tratas con mimo, con respeto, les dotas de vida, y les regalas historias preciosas como este Casi.
Muchas suerte y un abrazote.
El recuerdo de esas decisiones que no llegaron a tomarse y que hubieran podido cambiar por completo una vida. Quizás para mejor. Casi seguro.
Una historia bien contada y que invita a la reflexión.
Mucha suerte con ella y un abrazo.
Ya ves, Maestro. Siempre pienso qué hubiera pasado si hubiese tomado otro camino en alguna que otra ocasión. Y pensando y pensando, llegué a la conclusión que usamos el “casi” de forma habitual como si casi no fuera una negación. Aunque yo siempre he creído que un casi es un no envuelto por una cortina de humo.
Gracias por pasarte por aquí, Maestro.
Un abrazo.
Los personajes son como hijos y, si no son muy malvados, los intento tratar bien… casi siempre.
Una alegría leerte por aquí, Paloma, y en tus relatos, también.
Un besote.
Una historia amable, tranquila, que podría haber terminado de otra manera si en vez de una nube gris te hubiera acompañado un rayito de sol al escribirla. Espero que Matías tenga las suficientes cosas buenas que recordar para compensar ese último «casi».
Un abrazo bien fuerte, Pablo, y mucha suerte.
Es que las nubes son caprichosas, Ana, y nos manejan a veces más de lo que quisiéramos. En esta ocasión esa nube ha dejado a Matías con sus nostalgias, las que le hacen reír y las que le hacen suspirar.
Espero que tenga más cosas buenas en el bolsillo para recordar.
Gracias por pasarte por aquí y enhorabuena por tus maravillosos éxitos. Y es que lo mereces porque escribes muy bien.
Besote.
Cuantas vivencias se quedan en el limbo por falta de decisión. Entrañable tu personaje de este gran relato.
Un abrazo y suerte.
Entrañable es tu comentario, Yolanda. Llevas toda la razón, la de cosas que podrían haber sido y no fueron por culpa de las indecisiones.
Besote grande. Y gracias por pasearte por aquí a visitar a Matías.
Podemos decir alguna vez que somos completamente felices? O cuando miramos atrás, podemos decir que lo que hemos vivido ha sido perfecto? Estoy con Matías, la realidad es que en nuestras vidas hay luces y sombras. Has creado un personaje verdadero y realista, no por ello menos cercano.
Hola, Rosa. Yo creo que nunca se es completamente feliz. Puede que haya momentos puntuales en los que te sientas pleno, pero la felicidad, como tal, es casi imposible que dure. Y tampoco todo lo vivido es perfecto, más bien está lleno de incertidumbres. Hay que sobrevivir agarrado a las luces mientras nos acechan las sombras. Y este es un buen lugar, porque en ENTC hay gente llena de luz, como tú.
Un besote.
Ay, Pablo, creo que a Matías alguien debería haberle avisado que es preferible arrepentirse de haber hecho algo que de no haberlo hecho… Aunque quien sabe, igual después de que Silvia hubiera dicho que si se les hubiera roto el amor… Y hubieran sido casi desgraciados.
Debería haber una palabra para decir «nostalgia de lo que pudo ser y no fue».
Un abrazo y suerte.
Pues ahora que lo dices, Rosalia, lo mismo con ese casi Matías se ha salvado de un buen berrinche. Y es que nunca sabemos lo que el destino nos depara o nos hubiera deparado de haber tomado un camino u otro.
Gran reflexión, mi querida Rosalia.
Besote fuerte y recuerdos a mi amigo Ramón.
Gracias por pasearte por aquí. Siempre es un placer leerte.
Las cosas que casi se hacen o se dicen son fallidas. Solo se puede vivir sin casis, que es como decir sin red, y lo que pase habrá que asumirlo y seguir adelante. A tu protagonista le faltó ese impulso de saltar al vacío y siempre se preguntará «qué habría pasado si…», que es una pregunta bastante chunga. En fin, para la próxima vida.
Suerte y un abrazo, Pablo.
Hola, Ana. ¡Qué alegría encontrarte por aquí!
El casi es un no chiquitito, pero no deja de ser un no.
Me gusta mucho tu comentario y estoy de acuerdo en que lo de «qué habría pasado si…» es una pregunta la mar de chunga.
Un besote y gracias por pasarte. 😘
Estoy seguro de que a Matías le haría feliz leerte, Pablo. Al fin y al cabo la felicidad no está al final, sino en el suelo, los árboles y los charcos del camino, No? Y también en las cosas que vemos o leemos mientras intentamos ser felices. Y tus relatos siempre siempre ayudan. Sin casi, jeje.
Un abrazo y enhorabuena
¡Jo, vaya comentario, Alberto! Me has alegrado el día. Yo sí que estoy feliz de leerte, sin el casi.
Aprovecho la ocasión para darte la enhorabuena por ese excelente REC con el que, estoy seguro, también sin el casi, vas a llegar a la final anual. Suerte y un abrazo.
Qué buen personaje este Matías, y qué paciente. Sigue ahí a la espera de que llegue ese momento completo en el que el casi se convierte en sí. Mucha suerte
Muchísimas gracias, Jesús. Buen apunte lo de la paciencia de Matías. Es un personaje que se conforma con sus rutinas, o mejor dicho, casi se conforma con ellas.
Mil gracias por pasarte por aquí y enhorabuena por tus éxitos, Jesús.
Abrazo.
¡Cuánto nos cuesta entender que el saco de lo que somos está repleto de ‘casis’!
El problema no son ellos, sino la idealización de lo que imaginamos que pudo ocurrir después. No conozco mayor tramposo que la mezcla de pasado y memoria. Sospecho que si somos casi felices hoy, también lo casi seríamos al final del camino alternativo abierto por alguno de aquellos casi.
Tu texto rezuma nostalgia y entre una excelente redacción, como acostumbras, nos sumerges en la naturaleza de lo que estamos hechos. Principalmente, de pasado.
Enhorabuena.
Un abrazo querido Pablo.
¡Qué buen relato, Pablo! Con toda la sencillez de la historia que explica, y lo bien contada que está (el «¿dónde ponemos el foco?») que hace que te plantees lo fácil que es cambiar el rumbo de una vida, con una decisión distinta en ciertos momentos.
La primera frase ya te engancha. El desarrollo con los casi que te hacen sonreir con el pobre Matías, y luego el final con la reflexión del escritor y su «emborronar finales»… Mancantao.
Un beso.
Carme.