73. Cotidianidad (Blanca Oteiza)
Contemplo el viejo naranjo de ramas torcidas al aroma de sus cítricos. En ese momento te giras hacía mí y saludas con la mano. Te gusta sentarte a su sombra a leer en esas horas de siesta, de silencio, de pensamientos que van más allá del horizonte del jardín. Esas vidas que podría haber vivido y que no fueron. Esos caminos que se quedaron sin recorrer, esos mares sin navegar y esos ríos sin cruzar.
Me siento a tu lado y sonrío al día que me regala estos instantes junto a ti, con la espalda tan doblada como las ramas de quien nos cobija. Pelo una naranja y compartimos sus gajos, saboreándolos como placer de sabernos afortunados, porque no serán las más bonitas, pero son las de nuestro árbol.
Observo el viejo naranjo, elegante, solitario, retorcido. Tan simplemente bello.
Evocador, ¿que más necesita esta pareja para ser felices? En esta época de hedonismo y frivolidad, de placeres caros y efímeros.
Es un claro ejemplo de que se puede ser feliz en la vida cotidiana.
Muchas gracias Rosa por tus palabras.
Para ser feliz, sólo hace falta buscarla en las cosas cotidianas, en esos pequeños placeres que hacen la vida llevadera.
Un abrazo
Estamos demasiado acelerados para detenernos y apreciar lo cercano y sencillo. Los detalles compartidos son un tesoro, puede tratarse de un naranjo y sus frutos, o de cualquier otra cosa. Los momentos pasan, pero también quedan, alimentan y mantienen vínculos.
Un abrazo y suerte, Blanca
Muchas gracias Ángel.
Como dices, hay que intentar vivir más despacio y poder disfrutar de la belleza que nos rodea.
Un abrazo
Un micro evocador sobre la contemplación y la pausa. Delicado y bello. Mucha suerte
Muchas gracias Jesús.
Me alegro que te parezca bello mi relato.
Un abrazo
A menudo hago fotos de árboles, con sus ramas cual esqueleto, con sus formas tan bellas.
Si además es tu árbol y te da frutos, ¿qué más se puede pedir?
Es una pena que esta admiración de la belleza pausada se de principalmente en la gente mayor, inmersos en un mundo que nos hace querer siempre más de todo. Bonita reflexión sobre lo cuotidiano.
Un abrazo.
Carme.
Muchas gracias Carme.
En esta sociedad, donde se nos invita a ir veloces para hacer el mayor número de cosas al día, está bien poder parar de vez en cuando y contemplar lo que nos rodea y disfrutar de los árboles, de las nubes, del canto de los pájaros, etc…
Seguro que esas fotografías que realizas a los árboles, son preciosas.
Un abrazo
Blanca, es precioso. A menudo lo olvidamos, pero la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas, como compartir una naranja con la persona amada bajo un viejo naranjo.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias Rosalía,
Como dices, la felicidad está en los pequeños momentos compartidos con la gente que queremos y en efímeros instantes como un atardecer, unas nubes en el cielo o el dulzor de una naranja.
Un abrazo