74. C I C A T R I C E S (MartaEire)
El ritual se había convertido en mi momento favorito de cada mañana.
Y de cada día.
En la ducha, con los ojos cerrados, escuchaba el sonido del agua deslizándose lentamente por mi cabeza y después por mi espalda.
Mi piel poco a poco se erizaba por el roce del agua caliente.
Mis dedos jabonosos y resbaladizos, recorrían entonces cada centímetro de mi cuerpo marchito y maltratado por las batallas a las que tuve, muy a mi pesar, que enfrentarme.
Pero lejos de evocarme un pensamiento triste o melancólico, las caricias de mis manos a las cicatrices de mis pechos, otrora turgentes y llenos de vida, me transmitían un sentimiento de paz infinita que traspasaba mi alma cansada.
Y es que cada una de mis cicatrices, narradora de una historia diferente, me recordaban cada mañana que aquí seguía.
Podía continuar mi camino un poco más.
Un día más.
A cualquiera le sucede todo tipo de cosas, otra cosa es la manera en la que nos las tomamos. De las experiencias más duras es de las que más provecho se extrae. Tu protagonista ha aprendido a relativizar y a valorar cada día. Puede que físicamente no pueda decir que es la persona que fue en cuanto a lozanía y presencia, pero sí que es más fuerte y vital, con una percepción de la realidad mucho más rica.
Un saludo y suerte, Marta
Vaya, dicen que “lo que no te mata te hace más fuerte”, es un consuelo y una realidad. Es cierto que cada uno reacciona de modo diferente frente al mismo acontecimiento negativo. Creo que el afán de supervivencia preside nuestra vida, hay quienes resisten y quienes se agotan en lamentos.
Una historia de fortaleza y capacidad de adaptación.
Las cicatrices hablan, cuentan una historia. Y la importancia está en continuar el camino, a pesar de ellas, gracias a ellas.
Un abrazo.
Carme.
Bonita historia del paso del tiempo, de cómo las cicatrices y nuestras experiencias forman quienes somos en la actualidad. Suerte y un abrazo
Somos nuestras cicatrices, las del cuerpo y las del alma.
Si no las tenemos, es que no hemos vivido.
Un abrazo y suerte.
Precioso cómo lo narras Marta.
Lo importante es la actitud ante la vida, a pesar de las cicatrices que ésta te va dejando.
Un abrazo