17. Mi Pequeño Príncipe
No pretendía que fuera azul. Tampoco quería besar ranas o sapos verrugosos. Pero había tantas posibilidades y todas tan apetecibles que, inocente de mí, me dejé llevar casi a ciegas.
Y todo por una palabra. A la que siguió otra y luego otra. Después llegaron muchas más; inundando libretas con historias, que se iban recargando con tachones de mil colores, flechas multidireccionales, notas al pie, tiros al aire y asteriscos auxiliadores.
Iba llegando la hora en que la Casa Madre enviaría mis letras al mundo, escogidas con esmero, habiéndoles dado un sentido común. Entonces me sentí inquieta. Deseaba que ocurriera, quería crear algo especial. Pero sentía que alguna mala víbora se me había cruzado por el camino, llenándolo de charcos, personajes caducados, falsas promesas, lugares comunes y muletillas poco toreras.
Con la emoción no noté las picaduras, pero las cicatrices permanecieron en mí; recordándome que lo importante era escribir mí propia aventura.
Ser testigo de cómo algunas de mis criaturas se unían en una sola, para nacer en una nueva dimensión era un sueño que pedía entrar en la realidad.
Aunque allá fuera, para mi pequeño príncipe, todo pareciera lleno de muros indescifrables.
Está muy bien escrito y me suena a música celestial. Me siento culpable de no ser capaz de entenderlo del todo. Así que comente el sabio Ángel, diré: “¡Ah, ahora, sí!”
Vaya, siento haber sido tan oscura en mi historia.
De todos modos, gracias por pasarte y comentar.
Y, tienes razón, Ángel tiene razón 🙂
Primero, la inquietud de sacar lo que se tiene dentro; después, la creación, todo comienza con una palabra. Más tarde, el vértigo, no saber la aceptación que tendrá lo escrito, que puede no ser comprendido, o recibir críticas dolorosas como picaduras, pero lo principal es plasmar aquello que se necesita, materializar ideas, historias y sentimientos en un texto. Ahí entra ese pequeño príncipe (puede que en homenaje a «El Principito» de Saint-Exupery) al que se alude en el título, en el primer párrafo y en el segundo. Es probable que él tampoco entienda la necesidad de escribir y el resultado, pero no por eso se deja de hacer, ni a él, de querer. Las personas con las que compartimos vida no siempre entienden lo que hacemos, pero nos quieren igual, y nosotros a ellos.
Estoy de acuerdo con Edita en que es un relato muy trabajado . Ya no tanto en si habré acertado con mi pequeña interpretación. Ya me dirás.
Un abrazo y suerte, Esperanza
Algo bastante has acertado, Ángel.
Aunque las picaduras de bichos varios iban más hacia las editoriales que prometen (o eso he oído) mucho y luego el escritor novel se desanima y su pequeño tesoro (la edición primera o príncipe, en lo de El Principito no había caído) acaba algo devaluado, y se queda solito ante el gran mundo editorial y todas las publicaciones conocidas que ya existen.
Y a pesar de todo, nos sigue picando otro bichito, ese afán por escribir historias. Que eso sí deja una buena señal 🙂
Gracias Ángel siempre por tus interpretaciones ♣
Esperanza, yo también he escuchado a gente quejarse de sus editoriales, aunque en otras ocasiones están felices con ellas. Hasta que lo averigüe y pueda hablar por experiencia propia, seguiré disfrutando del proceso creativo que tan bien describes.
Un abrazo y suerte.
Cada cual cuenta la feria según le fue, como suelen decir.
Yo tampoco he tratado con editoriales, sean grandes o pequeñas, en primera persona, de momento. El proceso creativo es algo curioso, casi mágico. Y a veces sorprende lo que la mente nos hace poner en el papel.
Un abrazo Rosalía
Y suerte para tí
Tu relato me parece adecuado en relación a la temática. Me costó descifrarlo, pero con el inestimable auxilio de Angel pude seguirlo hasta el final.
Muchas buenas obras literarias se compusieron por culpa de contratos leoninos en los que los editores obligaron al escritor
( recuerdo a Balzac). Otras se crearon por puro placer creativo. El mundo del arte es prosaico.
Un relato con adornos poéticos y muy realista. Seguro que los que habéis publicado pasasteis por las fases que has descrito, ¿no?
Como suele pasar, Ángel al rescate 🙂
No he publicado aún. Pero a veces escuchas cosas que son ilusionantes al inicio, tras terminar el libro, y luego la decepción es la sensación general.
Algún día me dará por reunir a ‘mis niños’ para que vuelen en el mundo editorial.
Gracias por pasarte Rosa
Saludos y suerte