28. Expectativas
Carmela se levantó temprano. Los nervios la habían mantenido en vela buena parte de la noche y harta ya de dar vueltas en la cama se puso en marcha con una sonrisa entre los labios. «Vieja tonta», se burló de su emoción en el espejo mientras repasaba por enésima vez la lista de tareas de la mañana. Se aseó con rapidez y comenzó su labor. Aireó la casa, arregló su dormitorio y se encerró en la cocina dispuesta a preparar los platos favoritos de sus nietos. Alba y Manuel crecían deprisa pero aún les gustaba el pueblo y pasar unos días en casa de la abuela. La quincena que cada verano tenía a los niños solo para ella era su mejor regalo. Los mimaba, jugaba con ellos, consentía todos sus caprichos… Rejuvenecía con su vitalidad y su alegría.
Aún no era mediodía cuando terminó de cocinar. Se cambió de ropa, peinó con esmero sus ricitos rebeldes y se sentó a esperar en su mecedora favorita. Encendió la televisión y la apagó enseguida, cogió luego un libro y trató de leer pero… No, imposible concentrarse. Bumbum, golpeaba el corazón contra sus costillas, bumbum… «Vieja tonta», insistió con descaro su sonrisa.
Marta, no tengo nietos pero algunas amigas que son abuelas me dicen que los disfrutan más que a los propios hijos. Me parece has reflejado muy bien el voopret, pero ahora necesito que escribas el de esos nietos pensando en ir al pueblo con la abuela.
Un abrazo y suerte.
Hola, Rosalía. Pues sí, el enfoque desde el punto de vista de los nietos también hubiera sido bien chulo. Seguro que tendrían la misma ilusión que la abuela. Me alegra que te haya gustado el micro. Muchísimas gracias.
Algo tan sencillo y cotidiano como la visita de los nietos puede ser todo un acontecimiento. Nos ponemos en la piel de esta mujer y podemos entender sus emociones ante unas expectativas que la rejuvenecen, porque la llenan de vida.
Un abrazo y suerte, Marta.
Esas cosas pequeñitas que alegran la vida, ¿verdad? Muchísimas gracias, Ángel.
Empatía total con tu prota, y eso que no tengo nietos, pero más de una vez he actuado igual, con la misma frase ante el espejo. Sin nietos tiene mucho más delito.
Hola, Edita. Pues sí, da igual que sea por los nietos o cualquier otra cosa. Lo importante es mantener siempre la ilusión. Me alegra que te haya gustado el micro. Mil gracias.
Creo que la ilusión es una de las cualidades que nos mantiene con vida. Si se pierde, la depresión, la apatía, aparecen y la vida se hace cuesta arriba. Por eso debemos cultivarla: como esta abuelita que tanto disfruta con la llegada de los nietos,
Un retrato de la vida cotidiana de una mujer mayor, más viva que muchas jóvenes.
Mantener siempre la ilusión, efectivamente. Y la alegría por esas cosas pequeñitas que al final son las más importantes. Muchas gracias, Rosa.