31. El cuco (Susana Revuelta)
Se imaginaba el pollito recién salido del huevo que los gusanos que traía en el pico mamá debían estar deliciosos. Al menos eso le parecía cuando veía al otro pollo del nido alargar el cuello y atrapar vorazmente todo el condumio. Se estaba poniendo gordísimo, pero nunca quedaba saciado y lo hacía saber piando como un energúmeno, exigiendo más y más todo el tiempo. Así que la madre tenía que emprender varios vuelos al día para satisfacer su apetito.
En menos de una semana el pobre pollito, que no había logrado echarse al buche ni la triste pata de un grillo, terminó arrinconado en una esquina donde la madre, cuando regresaba con más comida, ya ni le veía. Pero él sí que la observaba con sus ojillos negros hundidos en el amasijo de huesos y plumas en que se había convertido, y se alegraba un montón cuando ella volvía con un ciempiés o una lagartija. «Qué menús más ricos», deliraba, cada vez más desfallecido.
Hasta que un día el otro pollo dio un estirón, ocupó todo el nido y le empujó fuera. Y mientras caía, y antes de espachurrarse contra unas rocas, soñó que se daba un festín de lombrices.
Corta vida y llena de expectativas, sobre todo en sus momentos finales. Al no haber conocido otra cosa más que ese querer y no poder, no pudo compararlo con nada más. Esa ilusión previa será lo que se lleve allá donde vaya.
Un relato duro, con aires de fábula y la terrible realidad de la lucha por la vida y la supervivencia del más hábil y fuerte.
Un abrazo y suerte, Susana
¡Pero qué cosa tan bonita! Me ha encantado.
Ay, Susana, pobre pollito, esperando su rico menú. No sé si era tu intención pero es real como la vida misma: unos tanto y otros tan poco.
Un abrazo y suerte.
La naturaleza es bella pero a la vez terrible. La lucha por la supervivencia preside la mayor parte de los actos de los seres vivos, incluidos nosotros, aunque nos disfracemos de humanitarios, etc.
El cuco y su modus operandi de poner su huevo en nido ajeno para que lo crien otros y termine expulsando al verdadero pollo de los agotados papás, se puede extrapolar a similares comportamientos humanos: hemos conocido, aún en nuestros días, a personas que fueron criadas por su aya, chacha y otros nombres similares: mujeres que dedicaron toda su vida a criar hijos de otros para sobrevivir, y que si llegaron a tener los suyos no pudieron atenderlos.
¿Quien dijo que el mundo es justo?
Muy bien relatado, se ajusta muy bien a la realidad.
El mundo animal no siempre es como lo pinta Walt Disney. Un relato real como la vida misma, y con el mérito de ponerte en la piel (y las plumas) del pobre protagonista. Un abrazo y mucha suerte.
Magnífico. Es un relato que sin miramientos te da una patada de realidad en la entrepierna. Por un momento despeja la mente y anima a que nos dejemos de tonterías. Pero el efecto dura poco, es lo que tienen los vientos que soplan. Susana, un saludo y muchísima suerte.
Tremenda y tristísima historia la de este pollito, el pichón verdadero, hambreado por su madre a causa de la cría del cuco, el pollito invasor, que conforme engorda y crece, lo va desplazando del nido hasta hacerlo caer a la muerte. Muy bien reflejado el voorpret en ese mirar y desear, sin poder alcanzar, y sobre todo en el festín de lombrices soñado en el momento final…
Un relato que causa dolor leerlo, pero muy bueno.
Besos desde Argentina 😘😘😇😇
¡Qué buen relato, Susana! Me encanta cómo lo cuentas, haciéndonos ver los sentimientos del pobre pollito (y además acabo de aprender sobre el «parasitismo de puesta» – la naturaleza siempre con su dureza…).
Un beso.
Carme.