37. Emoción colectiva
Compré las entradas desde el primer día que las pusieron en venta. Era el estreno más esperado del verano, llegaba la secuela del filme que destrozó los récords de Avatar. Tres años de espera llegaron a su fin y la gente esperaba impaciente fuera de las salas.
La expectativa unía al público, que llenó rápidamente el recinto. Todo indicaba que se podía confiar en las actuaciones, la cinematografía, los efectos especiales y la dirección. Transcurrieron veinte minutos, algunos expresaron la monotonía así: «Tranquilos, ya se va a acomodar la cosa». Ya cerca de la hora, los espectadores se manifestaron con silbidos y gritos. Otros pedían el retorno de su dinero. Mi prometida no me devolvía la mirada.
Transcurrida la hora, algunos abandonaron el lugar. Yo me quedé hasta el final, lo peor es que fueron más de dos horas. Cuando llegué a casa empecé a leer las secciones de espectáculos. Los críticos auguraban un fracaso para la película y, por lo general, habían escrito que no estaría a la altura de la primera.
Ahora decidiría entre rescatar clásicos antiguos para ver en casa o aguardar otros estrenos. ¡Ah!, y lo más importante, debía alegrar la vida de una novia enojada.
Las expectativas y emoción previas no siempre se corresponden con la realidad. Como dice un viejo refrán: «No es lo mismo predicar que dar trigo». Cuanto más grande es lo que se espera, más lo es también la decepción. Siguiendo con los refranes: «De lo perdido saca lo que puedas»: la sabiduría recién adquirida de que para ir sobre seguro en el cine lo mejor son los clásicos, y la conveniencia de compensar a esa novia por tanto aburrimiento y decepción.
Un abrazo y suerte, Óscar
Un cordial saludo, apreciado Ángel, valoro mucho tus siempre atinados comentarios y el tiempo que te tomas. Espero que sigan tus éxitos literarios. Muchas gracias.
Óscar, cuando se ponen altas expectativas en algo puede suceder lo que le pasa a tu protagonista y, en especial, a su novia: que quedes desencantado. Esperemos que atine en la elección y pueda alegrar a la amada.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Rosalía, ¡qué bien que hayas hecho tan acertado análisis! Es valioso para mi que hayas dado una vuelta por aquí. Un abrazo virtual.
Y hablando de secuelas… Creo que a tu prota le preocupa más las consecuencias doméstica que el propio fiasco cinematográfico.
Gracias, Edita, es un comentario muy bueno. Esperamos que pueda resolver si hay una parte siguiente de esa historia. Un enorme saludo.
Tal vez nos guiamos más por el sentido de rebaño y allá donde va Vicente….y además cuanto mayores son las expectativas mayor es la decepción, el cine clásico siempre es una buena opción.
Saludos
Gracias, Ana, por visitar. Parece que compartimos opinión sobre el cine clásico. Fue un excelente comentario, un saludo.