79. Liberación
Fue una decisión meditada y por fin podría ponerla en práctica, en la primera luna llena de agosto, el mejor momento para su transformación según todos sus estudios.
El medallón lo encontró de casualidad, dando un paseo, en el bosquecillo de encinas junto a su urbanización, colgando de un clavo saliente de la valla que perfilaba el sendero. La pulsera le costó más adquirirla porque sus dueños no querían desprenderse de ella. Al final, y a través de Tik Tok, alguien se la vendió.
Ahora ya, inminente el momento, no podía aguantar la euforia. Dejó una nota a la vista sobre el escritorio con todo lo conveniente. Su ex tenía copia de las llaves de la casa.
Cuando le llegó el primer rayo de luna, la garganta le apretaba ya y el pecho parecía el tambor de una saeta…; su cuerpo se hinchó…, sus manos fueron garras como cuchillos y su pelo, duras cerdas, como de jabalí. Lanzó un aullido y salió con estrépito y locura escaleras abajo hasta el portal abierto, donde estaban sentados don Antonio y Juanito jugando a las damas. «Vaya prisa lleva hoy don Alfonso», comentó Juanito al verlo salir. «Siempre con bulla», respondió don Antonio.
Transformarse en hombre lobo parece más bien una maldición, una desgracia y una carga indeseada, o eso nos han contado y hemos visto en películas. Sin embargo, para tu protagonista es todo lo contrario. Él planifica y prepara todo al detalle, para conseguir sacar la energía en forma de fiera que tiene dentro, largamente reprimida. Lo curioso es que sus vecinos no hayan apreciado ningún cambio, ni que él les haya elegido como víctimas. De una forma o de otra, ya es libre para vivir en el bosque y, pese a su transformación liberadora en fiera, no parece mala gente. Tras tanta represión, liberación.
Un saludo y suerte, Manuel
No sé por qué me parece a mí que el pobre “lobo” se va a llevar un chasco cuando descubra que su liberación, fruto del deseo y la ilusión, es más ficticia que real. Tiene pinta de cordero más que de fiera.
Podría ser que, llegado el momento de mostrar nuestro verdadero yo, las personas que mejor nos conocen no se sorprendieran de nada. Tu personaje decide dar el paso a una edad adulta y tras haber probado ya, equivocadamente, a transitar el camino «convencional». El primer estímulo resulta fortuito, aunque suficiente para poner en marcha ese reprimido proceso de liberación.
Esa es mi lectura, Manolo, aunque creo que este relato, simpático, fresco y actual en sus formas, ofrece muchas más. Enhorabuena y mucha suerte en el certamen. Un abrazo.
Bueno, aunque la transformación no haya resultado tan evidente como esperaba, sin duda para don Alfonso ha sido una liberación. Ya no tiene que disimular su rabia.
Un abrazo y suerte.