81. Las vacaciones perfectas
Acabada Semana Santa, todos hablan de sus planes para agosto. Él también. Prepara una ruta de quince días por Grecia: vuelos, alquiler de coche, trayectos entre islas, actividades… Se documenta en internet para encontrar los lugares destacados, combinando joyas arqueológicas y otras de la naturaleza. Escoge a su gusto, tras mirar fotos y vídeos, saboreando de antemano la visita.
A falta de un mes para las ansiadas vacaciones, un amigo le pregunta: “¿Compraste los billetes y reservaste las habitaciones?”. La respuesta sale de sus labios como un jarro de agua fría: “No, resulta que un familiar ha caído gravemente enfermo, mi madre lo debe atender y necesita mi soporte en los continuados desplazamientos”.
“Tiene mal fario”, dicen. El año pasado se adelantó la temporada de tifones en el sudeste asiático, lo que no le permitió ir a Japón. Y el anterior sufrió una gastroenteritis galopante de última hora que impidió su safari africano.
Al final, subirá al pueblo un verano más. Nadie sabe que su economía no alcanza para pagar esos viajes deseados. Además, piensa que aquellos destinos tan populares están llenos de turistas que solo pueden hacer que estropearle la idealizada experiencia ya disfrutada durante la organización.
Es cierto que gran parte del disfrute de un viaje está en su preparación, pero creo que a estas alturas este pobre hombre se ha ganado ya unas vacaciones de verdad. Espero que le toque la lotería y pueda hacer realidad alguno de esos fantásticos planes.
Muchas suerte Carme.
Eso sería genial, Ana María. A ver si con la lotería o un buen empleo lo consigue, porque hacer planes está bien pero llevarlos a cabo es aún mejor.
Un abrazo.
Carme.
Conocer el mundo enriquece como pocas cosas, tú lo sabes bien, pero también es cierto que la sencillez y lo cotidiano también aportan, y que todo tiene sus inconvenientes. Además de un gasto que no cualquiera se puede permitir, están los impedimentos del turismo masivo, gracias al cual, hay que decirlo, muchos podemos viajar. A tu protagonista le basta con prepararlo todo e imaginárselo, es de los que disfrutan con lo previo. El día que consiga ahorrar puede que se dé cuenta de que, a pesar de todo, en la mayor parte de los casos merece la pena la experiencia completa, aparte de abandonar la costumbre de poner falsas excusas que, a la larga, acabarán desmontándose.
Un relato simpático y creíble.
Un abrazo y suerte, Carme
A este pobre protagonista creo que le basta con prepararlo porque no le queda otra… (eso de que tantos turistas lo estropearían creo que es otra «excusa barata» 🙂 Creo que siempre merece la pena la experiencia, es cuestión de organizarse.
Y sí, si sigue así muchos veranos más, se acabará descubriendo la realidad (o se le acabarán las excusas!)
Muchas gracias, Ángel, por tu certero análisis y tu constancia con ENTC.
Un abrazo de vuelta.
Carme.
Ay, organizar y preparar un viaje mola mucho, es algo que se disfruta desde el principio. Ojalá tu prota pueda culminarlo alguna vez… Aunque claro, quien no se consuela es porque no quiere…
Un abrazo y suerte.
Preparando el viaje te aseguras de que será a tu gusto (o, al menos, lo intentas), es lo que piensas para sentirte recompensada por el esfuerzo que supone. Y sí, se anticipa ese disfrute -aunque luego algunas cosas ya no te sorprenden tanto una vez allí-.
Me uno a ese deseo de conseguir llegar a viajar para nuestro protagonista, bien se lo merece!
Muchas gracias por tu comentario, Rosalía.
Un abrazo.
Carme.