Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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02. PASAJE A LA INDIA (Ángel Saiz Mora)

Traté de disimular la falta de motivación ante Peláez. Él estaba encantado de mi retorno a la oficina tras las vacaciones. Tener un oyente para sus andanzas veraniegas le complacía, tanto como su parloteo me dificultaba una transición suave.

Tras horas de incontinencia verbal se le ocurrió preguntar por mi viaje. Apenas tuve tiempo para intercalar un monosílabo:

Bien.

Peláez volvió a centrarse en su periplo detallado por chiringuitos de playa, sin dar pie a que yo enriqueciera el lacónico adverbio con descripción de templos, tumbas, pirámides que desafían los siglos, un sol de justicia para todos y un Nilo que no se detiene ante nadie, un pasado de esclavos frente a endiosados faraones, un presente de niños que mendigan ante turistas indiferentes.

La sacarina del café a media mañana no dulcifica el regusto a herrumbre, ese desdén con el que negué unas monedas.

La vuelta a la rutina trata de extender un velo de amnesia sobre las imágenes de quienes he considerado invisibles. No va a servir de nada. Otras estampas con ojos que arañan y manos pequeñas, suplicantes, llegarán pronto y para quedarse, como el runrún de Peláez.

Mi pareja ya plantea un nuevo destino exótico.

51 Responses

  1. Rosalía Guerrero

    Ostras, Ángel, esa gente como Peláez con incontinencia verbal… son terribles. Pero en este caso quizás sea mejor. Es lo que tienen ese tipo de viaje, que por una parte son alucinantes, peor por otra, duelen.
    Un abrazo y suerte.

    1. Ángel Saiz Mora

      Puede que sea mejor un soniquete de fondo, que profundizar en un contraste interno de sentimientos complejos y con cierta dosis de culpa. Puede que así, poco a poco, vaya superando esas punzadas. Dicen que la memoria tiende a olvidar lo negativo, para quedarse con lo mejor, pero nunca es oro todo lo que reluce.
      Gracias, Rosalía.
      Un abrazo

  2. Una lástima que Peláez no se digne escuchar tu descripción del viaje porque es realmente preciosa. Y estoy de acuerdo con Rosalía, hay destinos complicados en su dualidad.
    Suerte con el próximo viaje y también con el micro. Un abrazo, Ángel.

    1. Ángel Saiz Mora

      Peláez solo tiene oídos para escucharse a sí mismo. Tal vez si el protagonist pudiera conversar con él le serviría de terapia pra superar esa parte negativa de su viaje que tan mal lleva.
      Muchas gracias, Ana María.
      Un abrazo

  3. Barceló Martínez

    Hola, Ángel.
    Qué bien has descrito esos sentimientos encontrados que tiene tu protagonista, además, lo has hecho describiendo, como sin querer pero a conciencia, la realidad de un mundo que no puede ser más desigual. Así, como si nada, nos haces observar una paleta de colores que pasa de un tono a otro con una brusquedad tal que es increíble que pueda mezclarse en la misma pintura sin que haga daño a los ojos.
    Gran relato. Un más que afectuoso y admirado saludo, my dear namesake and friend.

    1. Ángel Saiz Mora

      La realidad es así de brusca, de desigual y de injusta. En medio de un paisaje milenario, en un viaje organizado sin que falte detalle, hay contrastes que duelen y hacen preguntarse por qué suceden.
      Mil gracias por tu lectura y tus palabras, querido tocayo.
      Un abrazo

  4. Fernando García del Carrizo

    Hola Ángel,
    Creo que todos conocemos algún «Peláez», personas que consideran que la tierra orbita alredededor suyo y abruman con numerosos detalles de su insignificante y aburrida vida sin mostrar ningún interés por lo que le sucede a los demás. Me he quedado con ganas de saber más de los conflictos de conciencia de tu protagonista. Me queda la duda del título, ¿el viaje a la India es el siguiente que ya tiene preparado su pareja?
    Mucha suerte y disfruta lo que queda del verano. Un abrazo

    1. Ángel Saiz Mora

      Sí que hay muchos Peláez, quizá todos lo hemos sido un poco alguna vez, porque un Peláez de raza no se da cuenta de que el mundo es grande, que hay muchos mundos dentro, y que suele ser más enriquecedor, en muchas ocasiones, escuchar que transmitir. «Pasaje a la India es un título prestado de una novela y película, un lugar donde, al igual o más que en Egipto, hay mucha infancia que sobrevive con lo justo.
      Gracias, Fernando.
      Un abrazo

  5. Bien retratada esa situación de vuelta al trabajo. Me encanta cómo describes el viaje a Egipto, las palabras y construcciones elegidas. Y sobre la realidad vista allí (la pobreza), fíjate que se mantiene como hace siglos «un pasado de esclavos frente a endiosados faraones»…
    Una amiga fue a Cuba de vacaciones y volvió dejándo allí todo lo que llevaba (incluida la maleta).
    Hasta ahora no he ido a ninguno de esos lugares, y esos contrastes que «arañan» el alma es algo que creo que me pesará cuando vaya (si voy).
    Un beso.
    Carme.

    1. Ángel Saiz Mora

      Pobreza y necesidad no ha dejado de haber nunca, solo que cambian de forma. En estos viajes los «ricos», curiosamente, somos los turistas, que vivimos en una burbuja dirigida, que no es la misma que la de muchos habitantes nativos, particularmente los niños, algo de lo que no advierte ningún folleto o agencia de viajes, que quizá damos por hecho, pero hay que ser muy impermeable para no sentir alguna punzada.
      Muchas gracias, Carme.
      Un abrazo

  6. Enrique Mochón Romera

    Presentas una situación que golpea a un tiempo en el corazón y en la frente, dejando retratado de paso a lo que podríamos llamar el hombre medio, una figura con la que muchos podemos identificarnos y en la que la empatía, la sensibilidad y el compromiso, entre otras loables virtudes, se mantienen en un punto tibio, provocando pesar por no hacer más de lo que hace ante las desgracias ajenas y necesitando a menudo de cierto ruido, como el que en este caso brinda al personaje su compañero de trabajo, para acallar la conciencia o, como poco, para pensar momentáneamente en otras cosas.
    Enhorabuena por el relato y por esos dos nuevos seres humanos tan reales que has creado, Ángel. Me ha encantado además la narrativa utilizada, como la descripción a grandes trazos que haces del viaje, por mencionar una sola cosa. Mucha suerte en la convocatoria para este gran relato. Un abrazo, amigo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Muchas veces nos quejamos de las condiciones en las que vivimos, nos fijamos en quienes la vida parece sonreírles más y mejor, pero nunca queremos reparar demasiado tiempo en la verdadera y acuciante necesidad de quienes solo por haber nacido en otro lugar y diferentes circunstancias ya parten con la desventaja de un agua al cuello de la que es difícil emerger. Mirar para otro lado y pensar en otra cosa es un recurso muy endeble, momentáneo. Antes o después la conciencia vuelve a recordar que hay otra realidad incómoda.
      Gracias por tu lectura y tus palabras, amigo Enrique
      Un abrazo

  7. Puri Rodríguez

    Aquellos antiguos viajeros, ávidos por descubrir las profundidades poéticas de lo desconocido, han sido sustituídos por millones de turistas ávidos por hacerse»selfies»que les impiden traspasar la superficie de los mundos que visitan. Vulgares álbumes de cromos digitales de múltiples Pélaez, enterrando románticas memorias de miradas profundas. Un mundo perdido, querido Ángel. Enhorabuena, una vez más, por describirlo tan bien.

    1. Ángel Saiz Mora

      Ya no hay nada desconocido. El romanticismo de los pioneros no existe, en su lugar, como bien dices, hay un mundo virtual basado en el consumo rápido creado para los turistas y que cada vez se parece más, sea cual sea el destino. Hay que reconocer que es un negocio y que algo le llegará a la gente más necesitada, pero hay países en los que parece que no es bastante y que queda mucho por hacer. La fotografía de postureo y consumo rápido lo domina todo. Lo demás no parece importarle a nadie.
      Mil gracias, Puri
      Un abrazo

  8. Liliana

    Hola, Ángel:
    Un relato muy apropiado para la vuelta de vacaciones, ya que los Peláez de turno están ya listos para soltar sus retahílas de aventuras veraniegas al primero que pillen. Es una pena que hoy en día, los «invisibles» sean cada vez más «visibles» quizás porque tenemos más capacidad de coger un avión y viajar a lugares exóticos. Muy impactantes esos «ojos que arañan y manos pequeñas, suplicantes» de unos niños a quienes les hacen ser adultos mucho antes de lo que les toca. Un abrazo y mucha suerte.

    1. Ángel Saiz Mora

      La vuelta de las vacaciones tiene sus cosas, efectivamente. Habría que intentar no ser acaparador como Peláez y escuchar las experiencias de otros, con atención al lado humano, que lo hay. Como sucede con otras facetas de la vida, los que hablan menos tienen a menudo cosas interesantes que transmitir, otra cosa es saber y querer comunicarlo, además de tener oídos receptivos que puedan enriquecerse, porque todos vamos demasiado deprisa para detenernos demasiado con nada ni con nadie.
      Muchas gracias, Liliana.
      Otro abrazo para ti

  9. Desde luego, lo ideal para volver de vacaciones, es hacerlo solo y, una vez adaptado, que se vayan incorporando… Vaya pesado el Peláez. Esa dualidad que nos muestras se siente también estando en casa, pero se amplifica al estar de vacaciones, disfrutando de lo bueno, mientras otros no lo hacen. Interesante relato. Un abrazo, Ángel.

    1. Ángel Saiz Mora

      Todos conocemos a algún Peláez, esperemos no serlo también nosotros. No hace falta que nos pongan en televisión imágenes de personas bajo los escombros de un bombardeo. No hay que ir muy lejos para ver necesidad. Parece mentira que vivamos en un mismo mundo y en realidades paralelas y tan diferentes. Seguramente no podamos hacer mucho, pero algo podríamos aliviar, aunque es más fácil seguir con nuestras cosas.
      Muchas gracias, Aurora.
      Un abrazo

  10. Rosa Gómez Gómez

    Hay muchas formas de viajar, tantas como viajeros. Al final los ojos, los oídos, el olfato y el resto de los sentidos se ponen en alerta, aunque haya quien pasa de puntillas por los sitios sin enterarse de la realidad. Por no hablar de los viajes superorganizados que te enseñan lo que quieren. Este hombre va a sufrir mucho si termina viajando a la India…
    Un relato muy real, con mucho que comentar

    1. Ángel Saiz Mora

      Sí que hay muchos viajeros, tantos como personas, pero también es cierto que la célebre globalización acaba comiéndose todo, no es fácil sustraerse de su inercia. Para este hombre sería más sencillo y llevadero descansar o cambiar de aires de otra forma, tal vez como Peláez, en un lugar turístico de consumo inmediato y sin plantearse nada más, pero su impronta es otra. Quién sabe si no se sentirá mejor hasta que no dé salida a esa inquietud, quizá todos tendríamos que estar más concienciados con las oenegés y los servicios sociales.
      Muchas gracias por leer y comentar, Rosa.
      Un abrazo

    1. Ángel Saiz Mora

      Con el nivelón que hay en esta página uno se conforma con leer y disfrutar, luego cada cual intenta escribir lo mejor que puede.
      Me alegra mucho que te guste, Edita.
      Muchas gracias y un abrazo

  11. Como eres un hombre noble y sensible, se pegando a tu corazón las vivencias que para otros no tienen valor. Este viajero tuyo prolonga la agonía de ver el sufrimiento en el diario, y, mientras otros sólo ven la belleza de lo material, tu viajero se vino con el dolor de rechazar lo que ahora le persigue.
    Esos paisajes plagados de personas necesitadas, aquí y allá, lo mismo nos conmueven que nos irritan, nos volvemos desconfiados y nos vestimos con la coraza del más ajeno. Por dentro nos queda otra cosa, menos llevadera.
    Abrazos querido Angel

    1. Ángel Saiz Mora

      Es verdad que no podemos arreglar los males del mundo de forma individual, pero también lo es que utilizamos esa realidad como la coraza y la excusa que mencionas para no hacer nada. A fuerza de contemplar calamidades terminan por no afectarnos, como quien oye llover. Aquello de «nada humano me es ajeno» queda como una frase hecha que, como tantas cosas en esta vida frenética que llevamos, enseguida se olvida.
      Gracias por tus palabras y por tu tiempo, Mercedes, que me consta que siempre lo tienes bien ocupado.
      Un abrazo

  12. Hola, Ángel, gran micro, me encanta. Curioso: yo tenía un Peláez recurrente que aparecía en diferentes micros, hasta que un muy buen amigo me convenció para que dejara solo uno, con buen criterio, así que ahí anda el hombre, solito, en un proyecto de libro que me traigo entre manos. ¡Un abrazo admirado!

    1. Ángel Saiz Mora

      Con todos los respetos del mundo a los Peláez de verdad, hay unos apellidos que parecen, más que otros, dados a ser el de un compañero de oficina, que ha sido lo buscado en este personaje, no sé si por fonética o por otra circunstancia. Me alegra saber lo de tu proyecto, Jesús, seguro que acaba viendo la luz más pronto que tarde, lectores no te van a faltar.
      Muchas gracias y un abrazo

  13. Manuel Pozo Gómez

    Vaya dos personajes que has perfilado, Ángel, con unas cuantas palabras: un charlatán y un pusilánime. A Peláez lo conocemos todos, y en el protagonista se mezclan la sensación de una vida gris, el remordimiento por no haber ayudado a los pobres y la sensación de que no domina su vida, de que todos a su alrededor opinan por él y dirigen sus actos. Enhorabuena.

  14. Ángel Saiz Mora

    Cada uno lleva sus condicionantes o taras, supongo que nadie piede escapar de los suyos, unas veces positivos, pero otras no tanto. El protagonista soporta con resignación lo que otros disponen o le imponen: una cháchara interminable e insulsa, o un nuevo viaje que le creará malestar y remordimientos.
    Muchas gracias por leer y comentar, Manuel.
    Un abrazo

  15. Antonio Toribios

    Dos maneras de entender y sentir el mundo a través de una sutil descripción de interiores. Dos personas, una locuaz y otra hermética, dos caras de una moneda: lo que para uno es exotismo a otro le remueve la conciencia. No se puede sugerir más con menos. Un saludo y suerte, Ángel.

    1. Ángel Saiz Mora

      Aunque todos tengamos unas características y necesidades más o menos comunes, es sabido y cierto que cada cual somos un mundo. Lo que no es posible, pienso, es elegir demasiado. Mientras algunos parecen vacunados contra el mal ajeno, a otros es afecta casi como si fuese propio.
      Muchas gracias, Antonio.
      Saludos

  16. Pilar.C

    Hola Ángel, has reflejado dos viajes diferentes. El del plasta de Peláez con anécdotas de chiringuitos y playas y el del protagonista. Un viaje mucho más interesante, este último, si no fuera por ese pellizco a la conciencia que nos dejan las imágenes de niños mendigando.
    Algunas frases: «la sacarina no dulcifica…» son realmente muy elocuentes del sentir del narrador.
    Y, como bien dices, unos optan por ir a esos países a ayudar, otros miran para otro lado (ojos que no ven…) y los más nos volvemos con un regustillo amargo.
    Siempre es un placer leerte, Angel
    Abrazo

  17. Ángel Saiz Mora

    Has calificado muy bien a loa distintos tipos de turistas que acuden a esos países que he llamado, no sé si con acierto, «exóticos». Como bien dices también, en ese grupo del «regustillo amargo» estamos la mayoría.
    Muchas gracias, Pilar.
    Un abrazo

  18. Yolanda Nava

    Ay la incontinencia verbal y sus víctimas! Que levante la mano quien no la haya sufrido…
    Suerte con tu propuesta.
    Un abrazo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Muchos la henos sufrido y no dejamos de conocer y tratar a personas así. Ya se sabe, cada uno es como es.
      Muchas gracias y un abrazo, Yolanda

  19. Querido Ángel: Es patente el contraste entre los dos viajes y los dos personajes. Un viaje de playa más del montón y un Peláez que todo lo acapara con su verborrea, y un viaje profundo a la India de un oficinista parco, que vio y sintió cosas que lo cambiaron, cosas de las que se arrepiente y de las que no se puede sustraer, esas cosas que ninguna agencia de viajes te muestra, o te dice que existen… Eso es lo que tiene la vuelta de las vacaciones; no hay transición mansa o paulatina, y muchas cosas, no siempre halagüeñas, quedan en el tintero de la memoria…

    Como siempre, un placer leerte.

    Cariños,
    Mariángeles

    P.D: Este micro tuyo me recuerda un viaje a Italia de hace dos años. Allí, en la calle, un hombre sin trabajo pedía monedas para alimentar a sus hijos. Yo le di las que tenía en ese momento, que no eran muchas. Lo que más me llamó la atención fue que hacía figuras de origami modular. Al preguntarle al respecto, él, sin dudar, me regaló la que estaba haciendo, y yo, al otro día, le retribuí la atención llevándole una grulla de papel. No sé si él se acordará de mí, pero yo, hasta el día de hoy, me acuerdo de él; de hecho, tengo su regalo de adorno el una mesita del comedor… Sé que la anécdota nada tiene que ver con tu micro, pero igual te la quise contar… 😉 Besos.

    1. Ángel Saiz Mora

      Esa anécdota dice mucho y bien de ti. Lo de hacer el bien sin mirar a quien es una máxima miy edificante. Bien segura puedes estar de que ese hombre guarda un grato recuerdo de ti. Como bien dices, y como le ha sucedido al protagonista de mi pequeña historia, no hay nada peor que las cosas negativas que quedan en el tintero de la memoria.
      Muchas gracias por leer, por comentar y por compartir esa hermosa historia real.
      Un abrazo, Mariàngeles

  20. Querido Ángel. Todos reconocemos en Peláez a algún compañero, vecino, pariente, supuesto amigo. Describes de maravilla a ambos personajes con sus actitudes. Haces que nos resulte fácil verlos. Y nos dejas un final que araña, un contraste entre lo exótico y las manos que mendigan. Buen relato, Ángel. Un abrazo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Quién no tiene a un Peláez en su vida, pero como decía mi madre, tiene que haber de todo, y en la variedad está la gracia.
      Muchas gracias por leer y por tus palabras.
      Un abrazo, Rafa

  21. Francisco Javier Igarrreta Eguzquiza

    Hola Ángel, plasmas muy bien en tu relato dos tipos de viajeros. Aunque digan que viajar ya no es lo que era, en definitiva todo depende de la actitud y la mirada del viajero. Todos tenemos algún Peláez a mano. Todavía recuerdo aquellas soporíferas sesiones postvacacionales de Super8 de alguno de ellos. Suerte y un abrazo.

    1. Ángel Saiz Mora

      Ahora, en lugar de Super8, toca mirar las fotos del móvil. Cuesta entender que se trata de nuestros detalles y vivencias, que a nadie más interesan, salvo por cortesía, pero algunos no quieren ponerse en el lugar de los demás y necesitan siempre hacer valer un protagonismo permanente que necesitan alimentar.
      Muchas gracias por leer y comentar, Francisco Javier.
      Un abrazo

  22. Jesús Navarro Lahera

    Querido Ángel, qué bueno el contraste entre la incontinencia verbal de Peláez y las imágenes que el protagonista va reviviendo de su último viaje. Dolorosos recuerdos a la vez que preciosos, y precisos. Me ha encantado escuchar los pensamientos de tu narrador, y ver a través de sus ojos la realidad de ese Egipto decadente.
    Mucha suerte y un abrazo

    1. Ángel Saiz Mora

      Tengo la impresión de que todos convivimos con nuestra vida interior, compuesta por mil matices de miedos, tristezas y alegrías, mientras fuera hay un runrún que la mayor parte de las veces es como una lluvia que no nos cala.
      Muchas gracias, Jesús
      Un abrazo

  23. Hola, Ángel. Confieso que me he visto reflejada con los dos personajes de tu relato. Sí sí, ha habido ocasiones en mi juventud que me resultaba difícil no ser un poco «Pelaez». La ilusión por compartir lo visto y lo vivido te hace caer en una especie de desenfreno… El único consuelo es que al estar a veces rodeada de otros «Pelaez», hace que te perdones un poco. Ya sabes, aquello de «mal de muchos…». También es verdad que lo nuestro no iba de chiringuitos playeros, un poco más enjundia ya tenían.

    Con el narrador del micro, que sufre a Pelaez y se ha quedado con las ganas de contarle a éste sus sensaciones sobre su viaje a Egipto, pues me identifico por completo. Sobre todo en sus sentimientos encontrados después del viaje. Sentimos algo parecido al volver de Egipto, y de alguno más de esos países que se han convertido en destino turístico obligado y que sin embargo no hay manera de que salgan de la miseria. Un micro interesantísimo y, como es habitual en ti, muy bien contado. Felicidades. Suerte y un abrazo.

  24. Ángel Saiz Mora

    Quien diga que no ha sido un poco Peláez alguna vez es que no es honesto, también es cierto que todo tiene un límite, y que hay viajes, y viajes, no todos pueden tener la misma enjundia. Y esa sensación de turista potentado y privilegiado frente a la miseria, como poco, causa desazón, solo que a algunas personas les afecta más y otras se autovacunan enseguida.
    Me alegra que te guste, Juana. Agradezco mucho tu lectura y tus palabras. Un abrazo

  25. Ana Fúster

    Me gusta mucho el viraje del relato. Comienza con un aire ligero, parece que el prota va a ser el pesado de Peláez y sus vacaciones «de ensueño», y de pronto da un volantazo hacia algo mucho más profundo, esa sensibilidad de un turista que parece haberse convertido en viajero y los recuerdos amargos que se ha traído de su destino exótico. Un abrazo y suerte.

    1. Aurora

      Me uno a todos los comentarios, Ángel, es un gran relato. Buena observación la de tu prota, turistas impresionados ante los magníficos vestigios del pasado pero con una indiferencia absoluta ante el panorama del presente, es triste.
      ¡Abrazo!

      1. Ángel Saiz Mora

        El presente no es menos importante que el pasado, más aún cuando se produce un contraste tan fuerte entre el esplendor y no acabar de levantar cabeza.
        Muchas gracias, Aurora.
        Un abrazo

    2. Ángel Saiz Mora

      Has hecho una distinción muy oportuna. Los conceptos de turista y viajero pueden parecer lo mismo, pero están lejos. Nada tiene que ver un acto de distracción que tiene mucho de consumismo, con empaparse, implicarse y enriquecerse con todos los matices de un viaje, incluidos los aspectos humanos.
      Agradezco mucho tu lectura y tus palabras, Ana.
      Un abrazo

  26. Josep Maria Arnau

    Un relato que parece introducirnos en una historia superficial y anecdótica hasta que nos revela su verdadero significado. Un micro duro que muestra lo fácil que es olvidarse de nuestros valores y cómo se puede utilizar la rutina diaria para olvidarnos de ciertos comportamientos. Pero la amnesia no es completa y aparece la culpa. La frase de la sacarina en el café se clava en la conciencia como un puñal y el final remata la faena. Enhorabuena, Ángel.
    Un abrazo y suerte.

    1. Ángel Saiz Mora

      La rutina y lo cotidiano propician que cada uno nos encerremos en nuestro mundillo, anestesiados hacia lo externo, como si no hubiese otras realidades fuera, ws lo más fácil. Las almas sensibles, pese a todo, no pueden (quizá tampoco quieran) dejar de serlo. Un poco más de empatía y compasión harían mejor el mundo.
      Muchas gracias, Josep Maria
      Un abrazo

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