17. ¿Me das un abrazo? (Jose María Escudero Ramos)
En un lugar de paso, a un lado de la plaza Mayor. Hierático, estático, expectante. Brazos en cruz. A mis píes hay un cartel que reza: «¿Me das un abrazo?». Una venda en mis ojos no me permite ver quién viene hacia mí, así puedo sentirte en cada uno de ellos. Corazón con corazón.
Ya he disfrutado del calor de varias personas. Lo más llamativo es el olor que cada una desprende, ¡y la efusividad con la que me abordan!. Algunos, entre sonoras carcajadas, pareciera que quisieran tirarme al suelo.
Muchos me preguntan por qué hago esto. ¿Acaso hemos de buscar excusas para abrazarnos?
Te echo de menos y la mejor forma que tengo de alejar este sentimiento de amor eterno, cercano en la lejanía, es sentir a los desconocidos que quieren parar frente a mí para regalarme unos abrazos que juntan los trozos de un alma desgarrada.
Con cada abrazo que recibo te siento, te añoro y, a la vez, te amo. Todas estas bellas personas me hacen recordar que por muy grande que sea la distancia que nos separa, estamos unidos por un hilo dorado, centenares de corazones anónimos que hacen que la vida sea digna de agradecer.
Ojalá un recuerdo grato, aunque doloroso en tanto que evoca algo irrecuperable, con una herida aún abierta, pudiera coserse con abrazos de otras personas. Es cierto que, cuando son sinceros, emanan una energía innegable, que a tu protagonista le sirve de alivio y le recarga para seguir.
Un saludo y suerte, José María
¿Qué tendrán los abrazos para ser tan reconfortantes? Incluso los de personas desconocidas. Bonito relato
Curiosa forma de recuperar el abrazo del amor perdido. Creo que, en general, deberíamos abrazarnos más.
Un abrazo virtual y suerte.
Gracias por vuestras palabras
Recibidos los abrazos virtuales.
Ronda de abrazos para todos. Eso y las letras nos unen.
Una manera como otra de palier en cierta medida la añoranza. Muy visual y bien contado. Un saludo y suerte, José María.