21. AUSENCIO (Toribios)
Fue nacer y empezar a echar de menos aquel universo sin gravedad donde todo fluía al ritmo cadencioso de un latido. Se fue acostumbrando a respirar, a sentir roces en la piel, a escuchar los ruidos ensordecedores del mundo. Le compensaba la delicadeza del pecho materno, el oír desde fuera el pulso de la sangre, las caricias. Pero, con el tiempo, llegó el frío biberón, la cuna, la distancia. Añoraba la quietud y le desazonaba ese mundo lleno de sonidos y colores. Un día se despertó con un dolor insoportable en las encías y todo se le hizo si cabe aún más penoso. A los seis años era ya un profesional de la nostalgia. A los catorce lloraba sin cesar por lo perdido. Estudió, encontró pareja, tuvo un empleo, pero siempre echó en falta la ingenuidad del que no sabe, la libertad del célibe, el tiempo libre del desocupado. Era locuaz y tuvo amigos, por fuera no se le notaba su tragedia. Pero vivió con un constante sinvivir. Cuando se hizo viejo, todo ya cumplido, le serenó el espíritu sentirse cerca del regreso.
Una vida muy bien resumida de principio a fin, con una nostalgia constante por el primer hálito de vida en el vientre materno, con las sensaciones placenteras de tenerlo todo cubierto y no necesitar más, después perdidas y nunca bien sustituidas con otras sensaciones y vivencias, añoranza solo alviada cuando el polvo vuelva al polvo.
Un abrazo y suerte, Antonio
Muchas gracias, Ángel, por esa labor tuya de Idem custodio, siempre con las alas y el chuzo dispuestos (más alas que chuzo, todo hay que decirlo). Una vida que es no-vida, así me salió, que Freud y los suyos digan lo que tengan que decir… 🙂
En realidad el inicio de la vida sí que debe ser como lo cuentas. Me ha encantado, sobre todo algunas frases como ser «un profesional de la nostalgia» y lo redondo que es. Y bueno, que a la hora de irse de este mundo es un consuelo para tu protagonista.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Rosalía. La nostalgia a pequeñas dosis tiene un pase, pero cuando se convierte en obsesión puede matar. Es el caso de Ausencio. Me alegra que te guste. Saludos.
El primer párrafo es precioso. Un relato que fluye y va desgranando los avatares de la vida desde los más tiernos inicios.
Ese «profesional de la nostalgia» es magnífico.
Suerte!
Gracias, Yolanda. Celebro que te haya gustado. Un abrazo y suerte.
Un micro realmente redondo en todos los sentidos, de los que da envidia leer. Una idea ambiciosa con el tono adecuado, una trama perfectamente resuelta y un estilo preciso. Magnífico, enhorabuena.
Gracias, Eduardo, celebro que te haya gustado el relato. No sé si merece tantos elogios, pero si así lo sientes, pues sea. Un abrazo.
Hola, Antonio. Salvando las diferencias, tu protagonista Ausencio me recordó al personaje de Benjamin Button. B.B. era joven sólo por fuera, y Ausencio es nostálgico sólo por dentro, porque pudo hacer una vida pero nadie, excepto él mismo, sabía de ese sinvivir constante que lo atenazaba, así que se entiende su alivio con esa cercanía al regreso al origen que dicen que es la muerte.
Muy bueno, me gustó.
Cariños,
Mariángeles
Gracias, Mariángeles, por tu lectura atenta. Me parece interesante esa comparación. Un saludo y suerte.
M A R A V I L L A
Gracias, Laly por esa benéfica contundencia. Un abrazo. Nos vemos.
Qué bueno!!!
Llevo dos días que vengo a leerlo de vez en cuando. No te digo más.
Bueno, Juan Manuel, cómo me alegro. Un abrazo.
Qué bueno, Antonio. Has hecho un recorrido perfecto a la vida del protagonista, que recorre los años con la añoranza y el dolor del recuerdo de los inicios, donde ve que volverá en sus últimas horas. Bravo, me ha encantado. Mucha suerte y un abrazo
Gracias, Jesús, por tu comentario. Un saludo y suerte.
Si alguien me pide que le describa cómo es la vida, le enseñaré tu relato. Si alguien me habla de un personaje triste, también.
La descripción de la línea de la vida y la amargura del personajes combinan a la perfección. Suerte y enhorabuena.
Muchas gracias, Manuel, por tu comentario. Sí, un poco tristón el Ausencio… Saludos.
Hola, Antonio, qué bien nos has contado la vida del protagonista. Hemos sentido junto a él la saudade por lo vivido y perdido en cada una de sus edades. Y afrontar el final con el espíritu sereno y la esperanza del regreso me parece la mejor forma de morir. Enhorabuena por este micro tan estupendo que tan bien refleja el tema de la convocatoria. Saludos y suerte.
Muchas gracias, Juana, por ese comentario tan detallado y generoso. Un saludo.
Vivió ausente. Me uno a todos los comentarios, Antonio. Me gusta cada detalle del relato, en concreto, «la ingenuidad del que no sabe», magnífico.
¡Abrazo!
Gracias, Aurora. Me alegra que te guste. Un abrazo.