35. EN UN PARPADEO
Año 1986. Estoy subiendo las escaleras para llegar al aula Magna, hoy hay asamblea para decidir si vamos o no a la huelga. No soy consciente del empaque majestuoso y el romanticismo que emanan estos muros de la Real Fábrica de Tabacos donde paso mis horas entre libros y compañeros. Estoy llena de sueños, reivindicaciones, utopías y unas ansias enormes de aprender, imbuida de ambiente universitario veo abrirse un futuro precioso ante mis ojos.
Año 2024. Estoy sentada, tengo las reivindicaciones metidas en un cajón y sobre la mesa de camilla, los recibos de la luz, el agua, el teléfono…definitivamente este mes tampoco llego a fin de mes. Sé que muchos sueños no podré cumplirlos, ni la artrosis ni el cuidado de los mayores me permiten la libertad de movimientos que querría. He dejado de creer en utopías, sólo hay que ver las noticias en el televisor día tras día.
Mis ansias de aprender y mi ilusión siguen estando casi intactas, porque tengo la buena impresión de que la vida se ha portado muy bien conmigo.
En cualquier caso, Darío decía “juventud divino tesoro”, en la vida solo te da tiempo a parpadear, y eso a veces duele.
Si hay una época en la que todo parece posible es la juventud. Recuerdo una frase de Sidney Poitier en «Rebelión en las aulas», en la que venía a decir a sus alumnos que era comprensible que quisieran cambiar el mundo, incluso que casi estaban obligados a ello. El tiempo atempera los ímpetus y pone a cada uno en su lugar. La madurez tranquiliza, pero todas las etapas tienen su encanto, más aún cuando se sabe que no volverán.
Un relato lleno de contenido humano, quizá con tintes biográficos, con el que, circunstancias personales aparte, es difícil no sentirse identificado.
Un abrazo y suerte, Ana
Es cierto que todas las etapas tienen su encanto y también es cierto que es inevitable aburguesarse un poco a medida que pasan los años.
Gracias por tu comentario, un abrazo
Cuánta razón hay en tu micro, Ana. De jóvenes sentimos que podemos cambiar el mundo, pero el tiempo nos va quitando cosas. Por suerte nos va regalando otras.
Lo importante es mantener viva al menos una parte de lo que fuimos.
Un abrazo y suerte.
Nostalgia en estado puro. Directo a la esencia de la propuesta. Enhorabuena.
La vida te va poniendo unos límites que en la juventud suenan inimaginables. Pero como bien dices,lo importante es atesorar algo de la esencia de lo vivido.
Gracias por detenerte a leer.
Un abrazo
Cómo no tener nostalgia de la juventud? A medida de cumples años te das cuenta de lo breve que pasa la vida (ahí está Jorge Manrique), y eso a veces duele.
Gracias por tu comentario, Manuel, un abrazo