48. CONJETURAS
Hoy he imaginado mi vida sin ella; primero el vómito, añorar de una forma tan física que no se sabe bien dónde comienzan las tripas y dónde acaba la náusea; una vida sin su olor, sin la finísima silueta de sus venas en la parte baja de la espalda, concebidas justo antes de que se echara en la cama, sus ojos frente a mis ojos, su pelo abrazado a la almohada Ese “ya no te quiero”, que pesa igual que una piedra que se precipita hacia el fondo de mi estómago y después la nada. La nada; ni siquiera la presencia absurda de su ropa interior todavía en el armario, ni el saludo mecánico y perenne de aquel gato de la suerte que compró en un bazar de las afueras; esas cosas que anidan sin quererlo en las axilas, en la comisura de los dedos de los pies, en las oquedades de la nariz, y se enquistan, como las lágrimas que horadan los mofletes de un niño abandonado.
Nadie sabe cómo va a reaccionar ante una pérdida, del tipo que sea; solo se puede conjeturar, o respirar hondo e irlo digiriendo. Tiempo al tiempo, que, según dicen, es el mejor juez, porque todo lo pone en su justa medida, sin la sobredimensión del momento.
Un saludo y suerte, María.
María, espero que las conjeturas de tu protagonista no se haga realidad, a pesar de toda la belleza del texto. He disfrutado mucho leyéndolo.
Un abrazo y suerte.