59. Verum vinum (fuera de concurso)
Si me invitáis a una copa, os relataré mi aventura en la montaña más alta del mundo, sin oxígeno, sin miedos, sin compañía. Pero tal vez no sea del todo cierto.
Con la segunda, juraré que vi una sirena entre las rocas, con la cola de escamas, su pelo de algas y una sonrisa de espuma. Aunque quizás os estaría mintiendo.
Con la tercera, os contaré aquella vez que me perdí en la jungla y sobreviví comiendo raíces, semillas y larvas. Y probablemente será tan falso como todo lo demás.
A partir de la cuarta, recordaré los viejos tiempos y os hablaré de aquel día en el que fui feliz.
El alcohol desata la lengua, suaviza inhibiciones, todo parece posible. A pesar de ello, y de la fantasía que adorne las supuestas «batallitas», barnizadas de alegría, hay un registo triste por una realidad machacona, que apenas deja momentos verdaderamente dichosos en la existencia.
Un relato imaginativo en el planteamiento y realista en el fondo.
Un abrazo, Rafa
Algunos no necesitamos vino para contar batallitas, ni tampoco para ponernos sentimentales, si me apuras. Pero ya tengo curiosidad por saber qué ocurrió aquel día para que tu protagonista fuera feliz. ¿Habrá segunda parte, Rafa? Quizás para la próxima convocatoria se digne a explicárnoslo.
En cualquier caso, un relato muy poético. Un abrazo.
Qué curioso, tu protagonista padece saudade hasta por lo no vivido. No sé si es tu planteamiento, pero en cualquier caso me parece original. Y, como Ana Maria, me quedo con las ganas de saber qué ocurrió ese día.
Un abrazo y suerte