10. Profundidad de campo (Francisco Javier Igarreta)
“El campo siempre estará abierto a todas las posibilidades”, repetía constantemente la megafonía. “Incluso a la de cerrarse”, apostilló un resentido, que gesticulaba escenificando la ampulosidad del eslogan.
Lo que al principio parecía un desaforado exabrupto, se transformó, de boca en boca, en un inquietante augurio. El campo, cuyos límites se perdían más allá del horizonte, podría ser acotado. Lejos de quedarse al margen, el inmenso terreno fue capaz de sobreponerse a sí mismo. En una sobreactuada redundancia campó a sus anchas por los más abruptos descampados. Para cuando llegó a aquella difusa masa verde ya había germinado en su seno una pregunta seminal: ¿Será esto el bosque? La inusitada contundencia del interrogante hizo mella en la frondosa espesura. Haciendo honor al dicho, los árboles se empeñaron en no dejar ver el bosque y cayeron uno tras otro en una insólita batalla campal. La terrible sarracina acarreó una ingente cantidad de leña. Los roces hicieron inevitables las chispas y el fuego, siempre a la que salta, se dejó seducir. Arrasada la masa boscosa, sólo quedó tierra quemada. Como un ave Fénix, el campo resurgió de sus cenizas y volvió a las andadas.
La riqueza del idioma con el que nos manejamos es mucho más abultada de lo que creemos, solo que, como sucede con tantos aspectos, no nos detenemos a analizarlo. Tu relato, además de elaborado ejercicio literario, es original, con un campo como personaje con inquietudes, conflictos y peripecias, y anima a relecturas para que no se escape detalle.
Un abrazo y suerte, Javier
Hola Ángel, efectivamente las palabras parece que esperan expectantes y al mínimo giro se nos cuelan con un sentido tal vez inesperado. Muchas gracias por tu comentario Ángel y un abrazo.
Muy original, como dice Ángel. Has usado el campo semántico de “campo” y has sabido reflejar el caos en tu relato. Difícil ejercicio, dominar el lenguaje y la narrativa requiere un equilibrio que es complicado de conseguir
Muchas gracias gracias por tu comentario,Rosa. Hoy tocaba día de campo y me he dejado llevar. Un abrazo.
Hola Javier, Hermoso tu relato, tanto Ángel como Rosa lo han dicho todo. Lo que relatas lo he experimentado enfrente de mi casa. Cortaron árboles preciosos, un pinar, un pecado imperdonable. Me encanta esa frase tuya «el campo ha vuelto a sus andadas»… Así es, la naturaleza no se doblega. Felicidades. ¡Saludos!
Hola Miry, me alegro de que te haya gustado mi relato. Me parece que eso de talar árboles sin ton ni son está bastante extendido. Muchas gracias y un abrazo.
Javier, qué original tu relato, ese campo caótico comiéndose al bosque. Y como bien dice Ángel, todo un ejercicio de malabarismo literario. Se nota el arte.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias Rosalía, la verdad es que las palabras dan mucho juego. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.