44. Pequeña criatura (Jesús Navarro Lahera)
Tras seis meses con ella en casa, y aunque presuponía que iba a suceder, todo es un completo desastre. Las sábanas, que me gustaba dejar estiradas, ahora acaban convertidas en un revoltijo. Además, en los suelos, donde antes no había ni una mota de polvo, me encuentro sus pelos, que forman bolas que parecen tener vida propia y ruedan a su aire por el pasillo. Y luego está mi ropa, que suelo llevar arrugada tanto porque ya no dispongo de todo el armario para mí, como porque a la mínima la tengo pegada a mis brazos. Y claro, no hablemos de la cocina, cuyas baldosas blancas lucían impecables, y desde que ella campa a su gusto por allí no hay más que manchas.
Eso sí, ahora mis noches han dejado de ser solitarias, y en la cama siempre tengo su cuerpo pegado al mío. Tampoco me importa recoger las cosas que va tirando por ahí, ni las suyas ni las mías, a las que también le encanta esconder para que después juegue con ella a encontrarlas. Y cómo vivir ya sin las muestras de cariño que me da tan pronto cruzo la puerta, y se abalanza sobre mí mientras ladra.
Como nada es perfecto todo ha de tener un precio, en cada uno está valorar si la balanza de pros y contras está equilibrada. Bien está un poco de desorden, al que se le puede poner fácil remedio, si queda compensado con recibir un cariño sin límites. La alegría que proporciona una criatura canina hace bueno el dicho de «cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro», aunque, en este caso, parece, hasta el final, que tu protagonista habla de una mujer, efecto final que sorprende cuando creemos, ingenuos, que ya nada puede hacerlo, pero la baza oculta de quien tiene maestría en el contar produce ese efecto mágico.
Un abrazo y suerte, Jesús
Muchas gracias por tu comentario, querido Ángel. Me alegra saber que te ha sorprendido ese giro final, ese juego de dobles sentidos que buscaban hacer esa magia que tanto me gusta del microrrelato. Un abrazo
Jejeje, como bien dice Ángel, la intención del micro era (supongo) crear la ilusión de que es una mujer quien ha llevado el caos a la vida del protagonista, y todo está cuidadosamente escrito para que así lo crea el lector poco avezado, pero desde la primera línea yo he visto claro que ese prota eras tú y «ella» tu perrita. Pero claro, yo contaba con información privilegiada 😉
Muy bonita esa relación de cariño Jesús, un besazo enorme.
🤗 Muchas gracias, Ana María querida. Trufita está detrás de la historia, así es. Su caos, ya muy ocasional, sigue compensando el tremendo cariño desinteresado que regala todos los días. Un beso 😘
Será porqué he convivido con dos perros que desde el primer momento pensé en que se trataba de uno de ellos.
Cuando se comparte la vida es preciso aprender a renunciar, y a desprenderse del individualismo. A mi me has merecido la pena, pese a los inconvenientes.
Muy lindo.
Muchas gracias, Rosa, por tu comentario. Al convivir con estas criaturas tenías información privilegiada de este tipo de vivencias, con lo que me pusiste más complicado el sorprenderte. Y sí, merece la pena, y mucho. Un abrazo muy grande
Jesús, después de leerte me dan ganas de hacer caso a mis hijos y adoptar un perrete. ¡Seguro que es quien más se alegra de verme!
Un abrazo y suerte.
Querida Rosalía, te animo a que lo hagas. Trufa viene de la calle, del Puente de Vallecas concretamente, y es todo cariño y amor, a pesar de algún caos inicial😋
Un abrazo
Hay «amores» que aunque pongan tu vida «patas arriba» jaja… compensan. El caos está muy claro en tu relato, la belleza se convierte en este caso en compañía y cariño. Bien llevado.
Encantada de leerte, Jesús
Muchísimas gracias por leerme y dejarme tu comentario, querida Pilar. Como tú bien dices, hay amores que compensan todo tipo de caos 😋
Un fuerte abrazo
Compensa y mucho este caos al que nos someten estos amigos porque nos dan amor, lealtad y compañía, y eso no tiene precio.
Muchas suerte, Jesús con este homenaje a tu mascota. Un abrazo 🤗
Muchísimas gracias, María José. La verdad es que es un caos repleto de amor y belleza. Un abrazo