52. El gato
La bufanda es un pez. El chaleco verde es una culebra. El niño no puede apartar la mirada fascinada del tambor en movimiento. Sus ojos, como hipnotizados, persiguen las caprichosas formas que adoptan las prendas girando en el agua. Sentado en el suelo, igual que lo hacen los indios de las películas, y con la boquita entreabierta, frente a la lavadora, disfruta con la belleza de las aleatorias combinaciones de colores que ve. Con las abruptas paradas. Con la camisa de cuadros; con el jersey caqui, que parece un soldado apostado en la trinchera; con la alfombrilla celeste del aseo, que es una nube. Con las burbujitas de jabón.
Se acerca la madre y se sienta a su lado. Le dedica unas palabras cariñosas que él ni siquiera escucha. Disfruta también del mágico espectáculo que el niño, en silencio, le ha descubierto. De las nuevas vueltas del tambor. Aunque ella hace mucho que dejó atrás esos juegos infantiles y no consigue sacarle parecidos ni a la toalla morada de baño ni a la falda ni a la blusa con la cual combina. Quizás a la mancha naranja que se le acaba de parar delante. Quizás a esa sí.
Ay, David, que no entendía el final hasta que he vuelto al título. Redondo. Es muy visual, con todos esos colores combinándose de forma aleatoria, pero lo mejor es el giro final. ¡Pobre gato!
Un abrazo y suerte.
Me encanta cuando me pasa esto con un relato. Que me quedo como… Pero y esto? Y vuelvo al título y todo encaja. Genial!
Jajaja! Parece que a todos nos está pasando mismo con la mancha naranja. Das más vueltas que la propia lavadora tratando de adivinar qué será, pero hasta que no vuelves al principio no caes en la cuenta. Aquí se demuestra la importancia de un buen titulo para los microrrelatos.
Y en cuanto al texto en sí… quién no ha contemplado ese colorido caos girando alguna vez? Yo sí, y no de tan pequeña.
Mucha suerte con él, David.
Ya me llamaba un poco la atención tal derroche de ternura e ingenuidad infantil del pequeño protagonista, perfectamente descrita, por otra parte, como no puede ser de otra forma, conociendo la trayectoria y buen hacer del autor de esta historia. No obstante, igual que a cualquiera, la mancha naranja me ha sorprendido, dejando a las claras la verdadera naturaleza del muchachito, no sé si travieso o perverso, que cambia de forma magistral toda la percepción.
Un abrazo y suerte, David