55. Efectos secundarios (Juana María Igarreta)
Cuando Paquita se levantó y percibió que las paredes de la casa lucían de color verde, lejos de llenarse de alegría viéndose rodeada de su color preferido, se sintió presa de un desconcierto que fue en aumento al contemplar cómo Chispas, su gato, salvaba la distancia entre el suelo y la ventana de la cocina, no mediante el brinco matutino que tenía por costumbre, sino con una extraña y ralentizada ascensión más propia de un vuelo que de un salto.
Confundida y sudorosa Paquita salió al rellano de la escalera y llamó al timbre de la vecina de enfrente, mientras con un sincopado hilo de voz pronunciaba su extenso nombre: “¡Her…me…ne…gil…da!”.
Hermenegilda abrió, pero no pudo evitar que Paquita se desplomara ante sus ojos.
En urgencias concluyeron que el tratamiento indicado a la paciente para paliar sus vértigos, no era tolerado por la misma. Ante el relato pormenorizado de Paquita explicando sus impresiones en aquella mañana caótica, resolvieron sumar a la lista de efectos secundarios del medicamento “posible alteración en la percepción de los colores y los movimientos”. Paquita pensó que también podrían haber añadido “favorece las relaciones sociales”.
Paquita y Hermenegilda llevaban diez años sin hablarse.
Según un sentir popular, el cuerpo acaba por reflejar todo lo que nos sucede a nivel psicológico. Es una máquina orgánica a nuestro servicio, pero refleja nuestras tensiones, queranos o no, que no dejan de serun maltrato, hasta que falla o dice, a su manera, que ya basta. Tuvo que suceder ese caos en tu protagonista para que cediese en su orgullo y restableciera relaciones con la vecina, que a buen seguro van a ser mano de santo, más que cualquier medicina, y con unos efectos secundarios mucho más saludables.
Un historia simpática, original y bien adaptada al tema propuesto, que enseña que tras cualquier cosa siempre hay una causa.
Un abrazo y suerte, Juana
Hola, Ángel, pues sí, como bien dices es una pena que a veces para dar nuestro brazo a torcer tenemos que vernos verdaderamente necesitados. En este caso, los efectos negativos de la medicación, propiciaron también el reencuentro con su vecina. Muchas gracias por tus siempre generosas palabras. Abrazo también para ti.
Menudo colocón (legal) lleva Paquita. Lo mejor de todo, que ha retomado su relación con la vecina.
Muy psicodélico.
Un abrazo y suerte.
Hola, Rosalía, sí, no cabe duda que viendo como acabó la historia, a Paquita le mereció la pena vivir unas horas «colocada». Un silencio de diez años no se rompe de cualquier manera. Muchas gracias por tu visita y comentario.
No hay mal que por bien no venga, la historia de la reconciliación entre Paquita y Hermenegilda. Tal vez “las relaciones sociales”
sirvan de medicación para muchas enfermedades. Vamos, estoy convencida de ello.
Biten conducido y resuelto.
Hola, Rosa, como bien dices, socializar nos hace llevar una vida más saludable; aunque acabemos enfermando de alguna cosa, siempre es más llevadero hacerlo acompañado de alguien. Gracias por tu visita y la valoración del micro. Saludos.
Me ha encantado el relato, Juana María. Yo soy médico y he dedicado una parte de mi vida profesional al tema de “los efectos secundarios” de los medicamentos. “Los medicamentos pueden ser un remedio o un veneno” es una frase que he utilizado más de una vez. A veces ocurre que algunos efectos secundarios pueden ser beneficiosos para algunos pacientes. Un buen recurso darle la vuelta al concepto, con un toque de humor, para construir tu relato. ¡Enhorabuena!
Un abrazo y suerte.
Hola, Josep Maria, pues mira qué casualidad, me alegra haber tocado tu especialidad. Qué razón tienes en lo que dices de los medicamentos. Todos conocemos casos de que el mismo medicamento es mano de santo para una persona y un total desacierto para otra. Somos así de complejos. Me alegro de que te haya gustado el relato con la idea de hacer bueno un efecto secundario. Mil gracias por tus amables palabras. Otro abrazo para ti.
Hola, Juana. Por lo general, los efectos secundarios de los remedios suelen ser y leerse en los prospectos como «contraindicaciones y advertencias» del todo negativas, y si bien aquí Paquita sufrió una distorsión en la percepción del movimiento y los colores, fue más que positivo que todo eso tan feo le hiciera recurrir a Hermenegilda y, con ello, pusiera fin a esos diez años que, vaya una a saber por qué, llevaban sin hablarse…
Me encantó haber encontrado en el micro a mi color favorito (aunque, por otra parte, esa sobredosis de verde seguramente también me hubiera hecho mal, jaja), y me gustó ese abordaje «farmacéutico» al caos de la actual propuesta de escritura.
Como siempre, un placer leerte.
Cariños,
Mariángeles
Hola, Mariángeles, en este caso el medicamento hizo que el silencio de diez años se rompiera en una mañana. Esperemos que ese par de vecinas orgullosas hayan aprendido la lección. Qué bien que te haya gustado el «abordaje farmacéutico» al caos propuesto. No puedo pedir más. Lo de «un placer leerte» ya sabes que es recíproco. Gracias por tus siempre amables palabras. Besos.