Y ADEMÁS… EL «RELATO DEL QUESO»
*¿Pensábais que esta CUNCA había terminadoooo?
Pues nooooo…
A propuesta de uno de los participantes vamos a recuperar una oportunidad más para toooodos los relatos participantes con esta convocatoria del
RELATO DEL QUESO
¿Y ahora tenéis que escribir otra vez sobre queso?
Nooooooo. Ya habéis escrito todo lo necesario, porque en este CONCURSO DEL RELATO DEL QUESO van a participar toooodos los relatos (excepto los de la final) que habéis presentado durante el desarrollo de la CUNCA ARZÚA ENTC 2024.
¿Y por que lo llamamos «del queso» entonces…?
Porque nos parece que el Premio más simbólico que puede tener un concurso con ARZÚA de inspiración es una pieza de su producto más reconocido. Efectivamente, el PREMIO consistirá en UN QUESO DE ARZÚA y, por la parte que nos toca a ENTC, la INCLUSIÓN DEL RELATO EN LA SELECCIÓN DEL AÑO, lo que le da acceso a la lectura final y a una plaza en nuestro recopilatorio.
¿Y quién va a ser el jurado?
El VOTO ENTC. Os lo dejamos enteramente a vuestra decisión, a la de todos los que tengan un usuario en ENTC, hayan participado o no en la Cunca. Abajo tenéis el acceso al formulario donde podréis marcar hasta 5 relatos (todos los que excedan de 5 serán anulados) y nos quedaremos con el más votado. En caso de empate… Pues entonces recurriremos al Jurado Oficial del concurso (Rosana, Eva y JAMS) que al ser impares no tendrá opción a más empates.
Son muchos relatos …
Nada menos que 89 relatos, pero tenéis una semana entera para tomar la decisión. Tenéis hasta el VIERNES 6 DE DICIEMBRE A LAS 23 HORAS. Leedlos con calma y cuando tengáis los 5 que más os gustan… ¡¡¡voootad malditos!!!
Hemos quitado los autores con toda la intención. Queremos que os dejéis llevar solo por los textos.
1 A COMER FRUTA
Quiso escapar por la ventana, pero de nuevo comprobó que vivir en un primero no le eximía de romperse las dos piernas, y las necesitaba para jugar el partido del sábado.
Movió la vista de abajo arriba y observó que la luna estaba naranja, como la mandarina que se había negado a comer. Se acostó en la cama y añoró poder independizarse de sus padres. Al fin y al cabo, solo le quedaban once años para cumplir los dieciocho.
Cansado y somnoliento, decidió que lo mejor sería esperar al sol, de un amarillo más apetecible. Porque a él los plátanos sí que le gustaban.
2 A LA LUNA
Uno a uno, me fueron desmontando los mitos de mi infancia. Papá Noel, los Reyes Magos, el Ratoncito Pérez… todos acabaron enterrados bajo las ruinas de mi credulidad. Pero nadie ha conseguido arrebatarme la Luna: las manos de la abuela me la ofrecen cada tarde para merendar, montada en pan y bañada en miel.
En el Planetario, no me queda otra que explicar esas tonterías de meteoritos y cráteres de impacto pero, al oído de los que aún saben soñar, susurro la verdad: la Luna está hecha de queso. Y el que lo dude, que venga a merendar a casa de la abuela.
3 A LA MEMORIA DE MAMÁ
Decidimos vender la casa para pagar la residencia de mamá. El problema fue que su memoria (que creíamos perdida) deambulaba errática por las estancias. Podías encontrártela tiñéndose el pelo, friendo sardinas, despotricando contra el padre que nunca conocí, o exigiendo no pisaran lo fregado. Ninguna inmobiliaria quería hacerse cargo. Los posibles compradores huían despavoridos.
Era necesaria una limpieza a fondo para poder vender, empezando por el sótano. Me decidí y abrí la puerta. Allí estaban mamá, un cuerpo masculino cubierto de sangre, y un niño aterrado: mi hermano mayor con unos pocos añitos. Cerré horrorizada, entendiendo por qué Arturo se había negado rotundamente a colaborar.
4 A LA MIERDA
—Váyanse a la mierda —dijo con vehemencia. Salió de la oficina y caminó calle arriba con determinación hasta llegar a casa.
Una vez allí, tiró muebles y enseres al suelo, rocío todo con gasolina y prendió fuego.
Cerró la puerta, desató a Marcela y cabalgó calle abajo dejando atrás una lengua de fuego que devoraba su vida.
Al pasar delante de la sucursal, tiró suavemente de las riendas hasta que la burra se detuvo. —Ya puedes, Marcela —le dijo. La burra, obediente, dejó escapar un mojón descomunal.
—Esto también lo pueden embargar, señores.
Caballero y montura reanudaron la marcha, satisfechos, camino a la incertidumbre.
5 A LA NUEVA USANZA
Llegó al palacete tan pronto supo la noticia y exclamó alborozado:
—Decidme, ¿Volvió vuestro señor a tierras de especias?
—Sí. Y me dejó solita.
—¡Albricias! Echadme una soga para subir y poder amaros.
—Subid, pero debéis saber que llevo cinturón de castidad.
—¿Acaso olvidáis que soy cerrajero?
Abrió el artilugio en un santiamén y tras consumar en otro, escuchó un clic, quedando el pájarito allí prisionero.
Entonces, dijo ella tierna y amorosa:
—Cariño, ¿prometéis fidelidad eterna?
—¡Lo juro, liberadme!
—Sea, pero si me faltáis os desarmo. Estos cinturones de oriente son mágicos, traen cizallas y púas de diamante. Mirad cómo brilla. ¿Verdad que es monísimo?
6 A LA UNA
No podría ser impuntual aunque se lo propusiera, le viene en el ADN esa deficiencia.
Desde que empezó a salir con Adela lo ve así, como una imperfección del carácter, porque claro, para cuando llega ella tan fresca, con ese perfume a limón y canela y esa sonrisa jugosa que tanto ansía besar, morder, lamer, a él le chorrea una baba viscosa tras haber luchado contra una almeja gigantesca que ha reptado fuera de la alcantarilla que hay junto al árbol donde siempre quedan.
Puede sonar exagerada la tardanza, pero esos hierbajos que crecen entre los adoquines no estaban ahí antes de llegar ella.
7 A SANGRE FRÍA
Antes de que pasara todo conocía el pueblo al dedillo. Cuando por fin regresé no reconocía las calles ni sus nombres. El bar de Ramón ya no era el mismo. Una camarera mulata me dijo con malos modos que no podía fumar. Tras quince años a la sombra necesitaba ver el sol, anduve hasta las tierras en discordia. Había colchones viejos y un tractor sin ruedas. Después fui al cementerio a ver a padre.
-Como querías las tierras no acabaron en manos de los Vellosos -le dije. Ahora déjame en paz. Cansado y sólo volví a un pueblo que ya no era el mio.
8 A.I.
Otra vez la misma pesadilla. CAMINO desorientado por el bosque con mi hijo y alcanzamos un claro bullicioso. Allí tres cerdos recaban materiales de construcción, siete hombrecillos aprietan el PASO, una joven de pies diminutos transporta una calabaza…
Mi niño parece contento. Mueve sus pulgares a una velocidad vertiginosa y todo cambia. Esta vez una ballena blanca emergió amenazadora del arroyo cercano y unos ratones mordisquearon al músico, al que una chica de capucha roja acababa de ROBAR su flauta. Yo, me despierto sudoroso y asustado.
De puntillas, llego al cuarto de mi pequeño que ha vuelto a dormirse con mi móvil en la mano.
9 ABANDONADA
Durante años y desde aquella noche que huyó de la casa de sus padres, se había prohibido echar atrás la mirada. Y hoy, en el andén, esperando el tren que le llevaría a casa para asistir al entierro del abusador y dudando aun de que ese regreso fuese lo adecuado, sin pedirle permiso, su cuerpo empezó a revivir el pasado, se hizo pequeño y cubrió de morados, manchó como antaño sus pantalones de sangre y comenzó a llorar, como lo había hecho siendo niña cuando su madre, tras escucharla en silencio, le dio la espalda.
10 ABSTRUSA
Después de que la gravedad actúe coloca dos pinzas en el cordón y luego lo corta; le limpia nariz y boca y trata de amamantarlo. Al vestirse ve cómo su vagina expulsa un coágulo y cuando el jersey roza sus pechos se le escapan las lágrimas.
De madrugada, sale buscando portales y olores ajenos hasta que ve la tapia del monasterio y ralentiza el paso. Un repiqueteo de campanas despierta al bebé, que rompe a llorar, y huye asustada. Segundos después, cuando se topa con unos contenedores, sabe que no hay marcha atrás y arroja su carga. Al partir, solo se escucha su propio llanto.
11 ADIÓS ABUELA
Durante el último año, puntualmente a las seis de la tarde, la abuela toma su bolso en el que previamente ha metido una taza y su platillo, una cuchara y un par de terrones de azúcar, una cafetera caliente y una ensaimada. Luego cruza la ciudad hasta llegar al cementerio donde el abuelo está enterrado. Se sienta junto a su tumba y como si siguiera vivo, le cuenta cosas de la familia y se ríe recordando el día que se conocieron, mientras disfruta de la merienda.
Hoy solo ha metido en su bolso una fotografía, creó que la abuela se irá con el abuelo.
12 ADOLESCENCIA
Ese domingo, los cuatro amigos, aunque sabían que era pecado mortal, decidieron no asistir a la misa de doce para ir a pasar el rato a los túneles del tren. Pedrito propuso jugar a ver quién se mantenía más tiempo sobre las vías. Ni él ni Charly ni Lucas aguantaron más de dos minutos encima del rail. Sin embargo Javito, con los brazos abiertos en cruz para mantener el equilibrio, consiguió no caerse. Así consta en su lápida.
13 ADORACIÓN PERPETUA
Las mujeres caminaban junto al palio y los hombres detrás, pero los abuelos se hicieron novios en la procesión. Tras cada Jueves de Corpus, la abuela confesaba el mismo pecado: perder la devoción durante el recorrido y siempre por el mismo motivo.
El abuelo lo vivía de otra manera y dejó de acudir una larga temporada. No le parecía bien que uno de Ferrol se arrogara en ocasiones el mismo tratamiento que el Santísimo Sacramento. Desde que la abuela murió no ha faltado nunca, sin distraerse ni un instante.
14 ADVERTENCIA
No molestes a nuestro carballo. La leyenda es real. Hace siglos que este roble nos protege. Sus densas ramas salvaron de una muerte segura a la primera de la estirpe.
Desde entonces, todas parimos una hija de nombre Marta para honrarla. Somos las ―meigas das Hortas—. Disfruta de la magia del bosque y la belleza de la cascada. Pero no juegues con nosotras.
Tus buenas o malas intenciones determinarán el resultado de tu relación con este árbol: puedes aprovechar los poderes de sus raíces y bellotas en una poción, si lo precisas, o unirte para siempre a los que contribuyen a que crezcan más fuertes.
15 AGNÓSTICO
A fin de encontrarme caminé. Perdido en la senda me topé con un Cristo en huelga de brazos caídos, un Buda en pie de guerra con DAGA de caridad en mano, un retrato a carboncillo de Mahoma, una estrella de David con puntas romas. A Brahma, Vishmú y Shima meditabundos en escala de gris monocroma. También un Corán velado, una Biblia con renglones torcidos, una Torah desmemoriada, un Veda desleído y un Tipitaka adulterado.
Al entrar, abrumado por el HUMO del botafumeiro, vi al santo sin San, al que le debo la paz y la luz que durante el CAMINO he hallado en mi interior.
16 AGUA BENDITA
Nos dejábamos arrastrar por la corriente como troncos abatidos por el tiempo. Sobre nuestras canas mojadas revoloteaban nubes de mosquitos y algunos pececillos mordisqueaban la piel muerta de los pliegues que arrugaban nuestro cuerpo. Nos reconfortaba aquel frío íntimo que nos conducía hasta el último recodo, antes de llegar al salto del infierno. Allí alcanzábamos la orilla y corríamos río arriba como colegiales en busca de una recompensa en forma de merienda. Sin embargo, llegábamos al puente casi a rastras, agotados, con las fuerzas justas para volver a aventurarnos a aquel cauce milagroso, que nos alejaba, por un rato, del remanso sutil de la vejez.
17 AIR CANADA
Dando un portazo, airada, Candela detalla punto por punto lo que debe cambiar para que puedan volver a empezar.
En la noche le envía un primer mensaje: ―AC905—. Alberto comprende el significado. Da mil vueltas y apenas duerme hasta que se decide. Al amanecer, mientras desayuna, Alberto revisa el billete del vuelo 905 de Air Canada con destino a Montreal.
Mientras cruza Las Azores repara en que ha resuelto el punto número uno de la lista de Candela: su falta de decisión.
Cuando sobrevuela Quebec recibe una foto de Candela apoyada en el cartel del punto kilométrico de la AC905 en Arzúa donde se conocieron.
18 AL ALBA
Tras la tormenta no vino la calma en aquel pueblo convertido en un lodazal. Cuando los vecinos pudieron salir de sus casas, constataron abrumados el alcance del cataclismo. Los lamentos dieron paso a la indignación porque sospecharon que el sheriff había huido con su familia. “¡Nos ha abandonado!” gritaban los más encolerizados, dirigiéndose armados hacia los restos de su vivienda. Desde allí vieron como se acercaba un hombre enfangado con una niña inerte en sus brazos y gritando “¡No encuentro a mi mujer!”. Entonces alguien exclamó “¡Es el sheriff!” cuando vio la estrella de cinco puntas que se adivinaba sobre su pecho.
19 AL ALBA
Al amanecer hablaron las campanas. Lanzaron un sonido que todos conocían. La culpable fue la campana más gruesa, esa que nadie deseaba que saliese de su mudez.
Sacó a las gentes de sus casas, les arrancó la rutina de un tirón, horadó en sus entrañas hasta meter el miedo bien adentro. El sonido saltó de balcón en balcón, se coló por las ranuras de puertas y ventanas, pero las llamas fueron más rápidas y, hambrientas como estaban, fueron sordas al clamor de las gentes. Cuando ahítas, cesaron su carrera, en la torre, vestida de silencio, lloraron las campanas.
20 AL RITMO DEL AGUA
Llegamos al atardecer y montamos la tienda, para que la noche no nos pillara in fraganti.
Por la mañana nos bañamos desnudos en la charca y emprendimos la primera ruta.
Estábamos solos, tan solos que al iniciar uno de nosotros conversación el otro sesobresaltaba.
Por la noche, tumbados en silencio contemplando las estrellas, escuchamos una voz, después, risas. Al incorporarnos vimos, entre los pliegues de la cascada, luces de feria y unos seres con alas y cuerpos diminutos que bailaban al ritmo del agua. Cuando repararon en nosotros, cambiaron sus rostros y desenfundaron los arcos que escondían entre sus alas, dispuestos para el ataque.
21 ALAS DE MARIPOSA
Al anochecer, después de que todos los niños se hubieran marchado del parque, cuando las risas, las carreras y los gritos se apaciguaron, Pedro se acercó sigilosamente al puente. Se desnudó y se colocó meticulosamente las alas de mariposa. Su finísima piel dejaba entrever sus venas, como si fuera transparente. Se subió a la barandilla y respiró hondo. Cansado de su enfermedad* que le asemejaba con una mariposa, por fin iba a experimentar lo que siente este lepidóptero al volar. Fueron escasos segundos de libertad y felicidad antes de impactar con el agua.
- * Epidermólisis ampollosa o piel de mariposa
22 ALBORADA PROFÉTICA
El padre Canillas anunció en la misa que el apocalipsis llegaría a las 9.31 del próximo miércoles. Los fieles se acicalaron con sus trajes de domingo y se reunieron en la plaza del pueblo para dar la bienvenida a la comitiva. Se quedaron todo el día mirando por encima del campanario sin saber si venía con retraso o si, igual que las otras veces, las nubes que encapotaban el cielo desde la última guerra escondían el espectáculo. Los menos optimistas pensaron que, tal vez, era cosa de sus vidas, detenidas en un eterno presente como aquel reloj de sol que nunca daba la hora.
23 ALCALDESA
Salió a la plaza del ayuntamiento, decidida a disfrutar del desfile de carnaval junto a los vecinos del pueblo. Mientras veía pasar a los participantes, despreocupados y alegres, sintió envidia: apenas recordaba lo que era el ocio. Se consoló pensando que, gracias a su incansable trabajo y a la repentina fuga de su predecesor, el partido la había nombrado sustituta y por fin estaba cumpliendo su sueño. Tras el paso de la comitiva, volvió al despacho y consultó su apretada agenda. Ojalá esta semana tuviera un hueco para enterrar de una vez el cadáver del anterior alcalde, que seguía en su congelador.
24 ALGUNAS MUESTRAS DE TERNURA
Aunque tenía la boca seca, consiguió tragar la píldora. Le supo a humo. Tosió y abrazó el cuerpo inmóvil de su mujer, que yacía a su lado en la cama articulada. Había muerto esa mañana. Días atrás el deterioro se había precipitado, frío e implacable como un alud descomunal ladera abajo.
Escuchó desplomarse una viga en el salón contiguo. Luego estallaron algunas ventanas.
El fuego ya invadía la planta de arriba.
«Cuando tú me faltes, yo moriré», le había repetido con frecuencia. Y ella le acariciaba el rostro, errando en la interpretación de su frase, creyéndola una muestra de ternura en lugar de una promesa.
25 ALMA EN PENA
«¿Has pensado en viajar?», me dice hoy, después de haberme estado aconsejando varios días que vaya al sicólogo y, antes de eso, que intente socializar un poco. Y yo le respondo que no, que ahora tengo cosas que hacer, pero que quizá más adelante lo haga.
«No hace falta que te vayas a Australia, ni mucho menos —insiste—; se trata de escapar de esto, aunque sea unos días». A estas alturas, como siempre que me sale al encuentro, ya ha agarrado mi mano, mientras con la otra me acaricia la mejilla, mirándome compasiva, como si hubiese olvidado otra vez que fui yo quien decidió cortar.
26 ALQUIMIA
María hierve flores y trasiega alcohol de cebada para sus pócimas, que son remedio y no encantamiento, diga lo que diga el cura. El creciente rumor de los castaños danzando al son del nordés no le impide distinguir unos pasos acercarse sigilosos. Esconde redomas y damajuanas, tapa calderos y cierra sacos. Pero no hay peligro, es Ada, que busca alivio para la gota de su marido. Aunque intenta ocultarlo tras el pelo, María adivina un cerco amoratado bajo el ojo de Ada. Otra vez. Por eso hoy vierte en el remedio dos gotas del frasco diminuto que oculta en el mandil.
—Esto te aliviará —murmura.
27 AMADA MÍA
– Cuando inauguraron esta estatua, pusieron también una fuente. Aquí conocí a vuestra madre. Recuerdo que de aquella la pretendía también un tal Manuel, un tipo que no me caía particularmente bien y con el que discutí en más de una ocasión. Fue justo aquí mismo donde tuvimos nuestro último enfrentamiento. Vuestra madre al final se decidió por mí y el resto ya os lo podéis imaginar, al poco nos casamos y aquí estáis vosotras.
-Papa, ¿y la fuente?
– Un día apareció llena de tierra, y, como ya tenía muchas fugas, así la dejaron.
– ¿Y qué fue de ese tal Manuel?
– Emigro.
28 AMARRAR A LA BESTIA
Clara sujeta un becerro y le pide a su hermano pequeño Xan que agarre el otro: hay que meterlos rápido en el establo. El viento enfurecido trae tormenta. El niño quiere correr, pero la oscuridad ya le ha alcanzado. El mundo para Xan es oscuro como el lomo de las bestias. Como su hábito de monaguillo o la sotana del cura al deslizarse sobre ese cuerpo blando hasta el suelo de la sacristía.
Clara le grita que espabile y amarre bien a los animales. Xan obedece. Su mirada se vuelve de lodo. Ata con rabia la cuerda al pesebre y piensa que mañana es domingo.
29 AMOR DE HERMANA
Baja del coche con aires desdeñosos que realzan la esbeltez de su figura. La recibo horneando empanada de berberechos y, mientras dura la visita, la agasajo con cachelos de la huerta, grelos frescos, lacón, pulpo en su punto de ternura. El cocido, la última noche y así aprovecho para invitar a Benito, con el que la señoritinga retozaba de moza y que acude con su novia colombiana. Al marcharse, el pantalón no le abrocha, la morriña le nubla los ojos y en la maleta lleva una docena de chorizos que le meto a escondidas, para que esa engreída tarde en olvidar de dónde ha salido.
30 AMOR PROPIO
Con terapia, superó la espantada de su prometido; no así el trauma por suspender la boda, desperdiciar un vestido carísimo y, sobre todo, quedarse sin el viaje de novios soñado. Las amigas tampoco conseguían animarla. Y se fue marchitando lentamente por deficiencia crónica de ilusiones. Hasta que descubrió el invento denominado sologamia.
Después de la correspondiente RUMIA mental, empleó muchas ganas y todos sus ahorros en organizar un automatrimonio fastuoso, luna de miel a los fiordos incluida. Pero ha regresado cabizbaja del crucero. Solo ella sabe el motivo: haberse puesto los CUERNOS con el capitán es imperdonable. No estaba en sus planes divorciarse tan pronto.
31 ANA
Un día cualquiera comenzaste a contemplar tu vida desde la madurez a la juventud, y desde la juventud a la niñez. Rojo, verde y negro. La pudiste ver de color rojo llena de pasión; o verde como las piedras de colores con las que jugabas de pequeña con tu madre haciéndote creer que eran esmeraldas; o negra, porque así fue durante muchos años, triste, oscura, sin fondo. Rojo, verde y negro. Rubís, esmeraldas y noche profunda… Y azul. Porque conseguiste, Ana, que tu vida se tiñiera de color azul, azul cielo, azul del mar, azul de tus ojos serenos de mujer libre, firme, independiente.
32 ANA MARÍA
Difícil contrincante. Brillante escritora de historias con gran experiencia en duelos literarios. De idea rápida y pluma ágil, su nombre entorpece mi tarea de encontrar palabras que coloreen este folio en blanco. Tras horas de tachones , en un insomnio infinito, contemplo la luna llena. Su redondez perfecta, lleva mi memoria a ese verano de camino, donde se juntan los franceses y los norteños. Cuando estaba agotado y dolorido, encontré la mejor medicina. Un pedacito de queso de rubia gallega.
Reconfortado por el recuerdo, veo que mi relato sigue igual que al principio. Acepto la derrota. Me consolaré con otro trozo cremoso del paraíso.
33 ANATOMÍA DE LA INDIFERENCIA
Tu cuerpo, madre, siempre fue una casa grande de piedra por dentro y ventanas luminosas al exterior. Lucy y yo intentamos entrar mil veces aprovechando la abertura de tus labios cuando sonreías a los extraños con la misma boca que solo tenía muecas gélidas para nosotras. Pero nunca pasamos del umbral.
Durante tu autopsia, logramos recorrer los oscuros pasillos que tenías por dentro.
Anduvimos entre estercoleros malolientes, trasteros y escombreras hasta que vimos una luz al final. Corrimos seguras de que allí guardabas un poco de amor. Pero era solo una puerta que daba a otra casa de piedra con más mugre en su interior.
34 ANDAR HACIA LA VIDA
Estoy desorientado, pero el símbolo de la concha en la tapa de la alcantarilla me tranquiliza: no me he perdido. Recuerdo cuando el año pasado Victoria y yo recorrimos este mismo trayecto en un viaje de consolidación de nuestro amor. Sellamos nuestro compromiso con la complacencia del camino.
En la actualidad, la relación con mi mujer es lo que se denomina «abierta», aunque no recuerdo haber abierto la puerta, y ha entrado mucha gente.
A mi llegada devuelvo la Compostela a la autoridad eclesiástica; me mira con incredulidad. Mas yo siento la liberación, hacia una nueva vida, que me ha vuelto a regalar el camino.
35 ANDARIEGA VA
Dicen que soy un culo inquieto, que mi vida ha discurrido desde siempre por senderos, caminos y veredas. Pareciera que fui caminante desde la cuna.
Estoy como pez en el agua por esas sendas del mundo. O como vaca con cencerro, mejor diría; pues soy de tierra adentro.
Animal de costumbres, llevo mis pasos hacia todos los puntos cardinales, relatando mis experiencias a quien quiera escucharme. Y guardando aprendizajes de todos los que me cruzo, sean humanos o bestias.
Mi alma está llena de cruces y desvíos. A veces, ya cansada, se detiene a reposar. Todos dicen: ¡Ahí va la andariega!‘.
Y, de nuevo, va.
36 ÁNIMA
Noviembre es un mes que siempre se me antoja gris, plomizo y triste, aunque nos acompañe un sol radiante y un cielo azul insólito en otoño. La calle que conduce al camposanto es un trasiego continuo, madre camina delante. Visitamos las tumbas recordando a nuestros ancestros mientras nos reencontramos con viejos conocidos. Su cara se me cruza en uno de los pasillos, me mira, sonríe y se despide con un ―hasta luego—. No ha cambiado nada desde que nos dimos aquel beso furtivo de adolescentes.
Mi rubor de entonces se torna en palidez al ver una cruz junto a su nombre tallado en la piedra.
37 ÁNIMA BENDITA
Cuando el hijo de Maruxa desapareció en la romería, el pueblo entero se quedó rastreando el monte pero ella se marchó a casa a cocinar el pulpo para la cena, el plato preferido de su Martiño, como si nada hubiera pasado. Todos pensaron que había perdido el juicio.
A la caída de la tarde detuvieron la búsqueda y regresaron.
Al pasar por la iglesia vieron al niño perdido, inmóvil en el suelo a los pies del campanario. Había caído con los brazos en cruz, como implorando el perdón de su madre, que intentaba en vano que comiera aunque fuera un poco, como todos los días.
38 ANTES COMO AHORA
Para carnaval se me ocurre disfrazarme de mi padre: mocasines corinto, traje de rayas, corbata lisa. Recién vestido, sin poderme contener, abronco a mi mujer, como él acostumbraba cada día, y le miento que voy a dar una vuelta.
Reconozco enseguida el portal. Reparo en las manchas de vejez que me han aparecido en las manos. La cicatriz de la pierna, de cuando la guerra, empieza a darme punzadas cuando la mujer que abre la puerta se me echa en brazos, ¿dónde estabas, amor?, y desliza su bata de seda para besar, desnuda, unos labios que no volverán a ser nunca más los míos.
39 ANTONIA
Dejó de creer en Dios de muy chica porque nunca atendió su plegaria de habitar otro cuerpo. Sin embargo, es devota de María Magdalena por haber sido mujer y pecadora.
En los momentos de incertidumbre siempre acudió a su capilla en busca de consejo. Fue al pie de sus muros donde dio el primer beso clandestino y donde decidió romper el capullo para convertirse en mariposa. Regresó al terminar veterinaria y a pesar de los primeros recelos, ha conseguido ganarse el respeto por su dedicación al cuidado de las bestias. Ya viene la Toñi, dicen los ganaderos. Casi nadie recuerda su antiguo nombre.
40 AÑORANZA
La soledad es un cuenco vacío que emite un sonido ahogado, tenaz y torturador. Cada hombre que me abandonó tiene su propio recipiente navegando por la orilla de este mar que no tiene nombre pero aparece en todos mis mapas.
Hoy he tratado de deshacerme de todos ellos abandonándolos en algún sucio Punto limpio. Los he introducido en las sábanas que compré para mi última cita y, a modo de mortaja, he formado un hatillo. No me han dejado tirarlo. Dicen que contiene material orgánico.
41 APENAS COMIENZA
La jornada amaneció tímida. Al mediodía las nubes se apoderaron del cielo dejando ocasionalmente vislumbrar al astro rey. En el cielo apareció un inmenso disco dorado y en un instante rayos de fuego impactaron por doquier. Nadie tuvo tiempo de reaccionar, al anochecer apenas unas cuantas casas quedaban en pie. Los sobrevivientes se agruparon buscando seguridad. Los sabios no encontraban explicación lógica, esta ausencia abrió el campo a la especulación de los ignorantes. ¡Ha sido la luna! ¡No, el sol! ¡Los dioses! ¡Hay que hacer sacrificios! Al otro lado de las montañas aterrizaba una nave espacial y comenzaba la conquista de un nuevo planeta.
42 AQUELLA ESTRELLA
¿La ves? Allí. En la izquierda. La quinta desde la farola. Esa es la mía. Ya no brilla tanto. Fue después de mi tercera película. Qué tiempos. No podía salir a la calle.
Siempre rodeado de fans y fotógrafos. Gritos, persecuciones, proposiciones… La mayoría indecentes, claro. Ahora nadie se para. La miran, se encogen de hombros y continúan hacia la siguiente. Como si nunca hubiera existido. Hace poco tuve que echar a un melenudo que la tapó con la funda de su guitarra. Malditos cantantes. Pero ahí sigue, aunque nadie se pare, aunque yo desaparezca, aunque no eches en mi lata una moneda.
43 ARRANCADA DE LA TETA
Junto a la encrucijada, hay un paraje olvidado que no aparece en ningún mapa. Dice mi madre que está podrido de locura y maldad y que atrapa con sus telarañas al que se acerque. Dice que allí viven seres deformes, rameras que abandonaron a sus hijos, brujas comeniños y viudas que vomitan trapo.
Pero miente… Hoy he visto ancianas jugando a las muñecas, novias que encontraron sus vestidos, madres huérfanas meciendo carricoches vacíos, bolsas de tiempo y mendigos que recuerdan sus nombres. Me han abrazado con la desgarra del que recupera. Dicen que hacía mucho tiempo que mi madre, mi verdadera madre, me esperaba.
44 ARRINCÓNAME Y ME INVENTARÉ OTRA ESQUINA.
Me tocas de pareja en la actividad de lengua y el corazón se me sale del pecho. Me ruborizo y me llamas ―mariquita‖, bien alto, para que tus amigotes te rían la gracia y así te sientas mejor.
Tenemos que intercambiar un libro, yo elijo Romeo y Julieta a pesar de que me juego un aluvión de insultos. En la primera página, me atrevo a dedicarte sinceras palabras de amor.
Tú me das un cómic y, de regalo, una colleja. Dentro del cómic hay una nota con solo dos palabras que, a pesar de su mala ortografía, se convierten en poesía para mi; ―yo tanbien—.
45 ASESINATO A LA VASCA
Cuando Arantxa desapareció el pueblo culpó a su marido. Porque nunca aprendió el idioma, por ser un señorito de ciudad o porque era extranjero. Sin mayor prueba que la ausencia de su vecina rezaron misas por su alma, cavaron una tumba y él fue condenado a no volver a pisar la aldea. Es la tradición. Desde entonces cada domingo monta en su burra, se encamina al cementerio y sin descabalgar permanece unos minutos frente a la lápida. Los lugareños se preguntan si no fueron demasiado duros. Él espera que no se percaten de que el polvo que levanta el animal no es solo del camino.
46 ASÍ SERÍA
Hartas de ver morir a nuestros hijos, nos pusimos al frente. Se acabaron las guerras, las hambrunas, los abusos,… El gasto militar fue derivado a investigación científica.
Avances notables en genética y reproducción declararon prescindibles a los hombres.
Decidimos por mayoría conservar algunos ejemplares embalsamados con las técnicas más vanguardistas. Desde entonces, cada 8 de marzo, celebramos una jornada de puertas abiertas en los museos de historia natural, donde permanecen custodiados dichos cuerpos del sexo extinguido. Solo durante ese día, están expuestos al público para satisfacción de las ciudadanas que deseen observarlos en todo su esplendor.
47 ASUNTOS DEL CORAZÓN
Mientras se ponía una tirita en la ampolla, se preguntaba qué es el amor. Añoraba su cuerpo OCIOSO de los domingos, cuando tomaba café y porras fuera de casa, leía el periódico, y paseaba entre escaparates, lentamente. Él, en cambio, se empeñaba en conquistar la cima de algún monte AISLADO, y le bastaban los ÁRBOLES y unas avellanas para sentirse pleno y lleno de energía. Una energía que ella perdía por el camino, comenzando los lunes abatida y con agujetas, y llena de dudas, incapaz de discernir si madrugar en fin de semana y hacer caca entre un montón de hojas secas, era verdadero amor.
48 ATRAPADOS EN LA ALCOBA
Tras dos décadas, mi matrimonio estaba prácticamente acabado. Al sexo tardío y monótono se le unía que mi mujer y yo discutíamos por la cosa más nimia, como quién sacaba los cubiertos del lavavajillas o tendía la ropa. Necesitábamos cambiar de aires, por eso compramos esa casa cuyo cartel la describía como con encanto. Y vaya si era cierto: ventanales al mar, chimenea en el salón y una cama inmensa. Fue acostarnos en ella y las trifulcas se convirtieron en risas y regresaron los gemidos, las caricias y los orgasmos. Quién iba a decirnos que, bajo las sábanas, íbamos a disfrutar tanto con los fantasmas.
49 AURORITA
Desde el balcón, espía a los que acuden al punto de intercambio de libros. Un caballero se guarda La Odisea en el bolsillo con una palmadita apreciativa; Laura ha devuelto Un capitán de quince años. Sus viejos libros, ahora de Arzúa. Llegaron en un cajón, a salvo de ratones y humedad, desde el puerto de Vigo. Había una carta de su amante ―un apuesto pirata― en una botellita de cristal donde le prometía que, sumergiéndose en la lectura, podría surcar los océanos y mantenerse a salvo hasta que viniera a buscarla.
Muchos dicen que son chaladuras de doña Aurorita, pero con ella nunca se sabe.
50 AY, QUÉ PINTA TIENE LA NIÑA!
Me hago cruces con la hija del Beni, venir a la procesión con esa falda de flores hasta los pies y esa ridícula mantilla, no sé cómo la madre la ha dejado, otra igual, pintarrajeada hasta para barrer la calle, se cree el colmo de la elegancia y parece un pingajo. Beni está apañado con las dos gandulas, si ya se lo dijo su madre, no te cases con ella, te echará a perder, Amparito vale mucho más.
Bueno, ahora que lo miro, calvo y sin gracia, he salido ganando, me satisface más ejercer de feligresa de honor en la parroquia, ¡dónde va a parar!
51 AYUDA
Un extraño artefacto cruza el cielo a toda velocidad y se estrella en la plaza de Galicia.
Lo han visto desde todos los municipios de alrededor. Por eso, lugareños y vecinos acuden en su busca armados con hoces, picos y palas. Enseguida el griterío retumba en Arzúa. Pero sólo hallan un enorme agujero y restos de metales. Por suerte no hay heridos y, tras las pesquisas que duran varias semanas, concluyen que es algo raro del gobierno. Nunca lo sabrán.
Entretanto, escondidos en unos niños y unos becerros que se encontraron, los cuatro marcianos petrificados se afanan en contactar con el espacio exterior.
52 CAMINANTE NO HAY CAMINO
Su vida está influenciada por el Camino y los peregrinos que diariamente CRUZAN ARZÚA, su pueblo. Por eso, con dieciocho años, prescindirá del navegador que hasta ahora han supuesto sus padres.
Con una mochila cargada de razones, cogerá una bifurcación junto a un joven tan peligroso como encantador. Él la enseñará el itinerario de las adiciones, y ambos verán paisajes increíbles. Pero un día, la oscuridad lo inundará todo y se perderán sin remedio.
Años después, un cambio de aires, disipará la niebla, lo que le permitirá vislumbrar una salida. La tomará sola y ROTA, con la esperanza, esta vez, de encontrar su propio camino.
53 CAMPO A TRAVÉS
No es mullido el camino ni cubren el cielo nubes de ESPUMA, como en los dibujos de cuando eran niños. Quizá porque el horizonte es tan gris y una llama les ARDE en el espíritu, muchos se dispersan por sendas y veredas y graban en el tronco de un árbol sus nombres en un corazón, se dan un revolcón detrás de un arbusto, nadan en un riachuelo desnudos, contemplan tumbados sobre la hierba la noche estrellada y respiran al amanecer el AIRE puro.
Pasan los años y van acercándose al final: la muerte. Muchos llenos de barro, llagas y cicatrices en el alma. Otros, impolutos.
54 CELEBRACIÓN
Con aguja, hilo, tijeras, un trozo de metro y un buril confeccionó el traje de CUERO que luciría en el casamiento de su hija. Los ratos que le dejaban las cabras ―el sustento familiar― los dedicaba a medir mangas y perneras, coser ojales, botones y bolsillos y grabar en las solapas, como adorno, FLORES de lis. Cuando terminó, lo curtió entero con CERA.
Un día algo asustó a los animales, que salieron en estampida y él tras ellos, con tan mala fortuna que pisó una mina. Sin piernas, con un brazo hecho muñón, pero muy agradecido por sobrevivir, ejerció de orgulloso padrino con su chaleco.
55 CON FABULACIÓN
Cada mañana nos calzamos las BOTAS de caminar para nuestro paseo por el campo con el abuelo Cosme. Mamá nos sigue desde lejos, sin dejarse ver, mientras el abuelo nos va contando sus historias sobre el bosque. Son siempre las mismas, pero no se lo decimos porque nos encantan, por más que nos las sepamos de memoria. Mamá aguarda a que se acerque a un ÁRBOL para interpretar el musgo intentando orientarse: «El norte es por ALLÍ, luego nuestra casa, nuestra casa…». Entonces se acerca, lo toma del brazo, «Acompáñeme, padre», y nos da, a escondidas, un beso y una chuche a cada uno.
56 CONFIANZA CIEGA
Nuti me miraba con esa cara de LOBO que se le ponía cuando estaba alerta y entrecerraba los ojos ante la luz de mi linterna. Sus orejas puntiagudas se movían como antenas y su hocico olisqueaba el aire, buscando alguna pista para salir. Comenzamos la RUTA después de COMER y estaba convencida de que nos daría tiempo de llegar al bosque antes de la oscuridad total. Me equivoqué. En nuestro mundo siempre era de noche, pero había tres tipos de oscuridad. A esas horas ya no era seguro permanecer en el camino; debía apagar la linterna y confiar en su olfato.
57 DAR CERA
El nuevo de Naturales es el típico profe enrollado, con chupa de cuero y sombrero a lo Indiana Jones, que las tiene a todas loquitas suspirando. Y eso con la brasa que nos soltó sobre un tal Von Frisch y el BAILE de las abejas, que menean el culo y las ALAS para que la COLONIA sepa dónde están las FLORES. Mira lo que me importará a mí. Pues ellas, sin perderse ni una coma. Encima Meli Peláez está ahora por el pavo este, no me hace ni caso, va de REINA por el insti y no para de insultarme llamándome zángano.
¿Tú te crees?
58 DE PERDIDOS AL TRÍO
Mi amiga siempre me acusaba de no salirme nunca de mi ZONA de confort, por eso, aunque con cuarenta me parecía una idea descabellada, accedí a viajar en BlaBlaCar. Y en qué hora, porque el coche iba hasta arriba, con dos adolescentes y un conductor cincuentón que no dejó de mirarnos las piernas por el retrovisor. Estaba tan atento a nosotras que, además de varios pisotones a destiempo al PEDAL del freno, se confundió y tuvimos que pasar la noche en mitad de un bosque. Mi amiga acabó liada con el de las miraditas, y yo, por no oírla, me tiré a los dos críos.
59 DÉJÀ VU
Los dos hermanos escaparon de aquella maldita morada y emprendieron la huida. Tuvieron que alejarse del camino y adentrarse en el bosque por temor a que los siguieran. Con la caída de la noche, quedaron desorientados. Solo se escuchaba el croar de una RANA en un arroyo cercano cuando, subida a una ROCA, la niña divisó la luz de una casa lejana. Hacia ella se dirigieron tratando de ATAJAR entre zarzas y arbustos.
Al llegar descubrieron sorprendidos que estaba construida con los mismos deliciosos materiales que aquella de la que se habían fugado.
«¡Lagarto, lagarto» pensaron al unísono, y algo contrariados, Hansel y Gretel.
60 DESNORTADOS
Le conocí al inicio del ―camino francés‖ y como él era norteamericano y yo gallega me propuse como guía. Me extrañó que, tras varias jornadas, todavía se siguiera llamando baguette a la barra de PAN, también que el terreno fuera tan montañoso. A duras penas traspasamos la cordillera sin encontrar indicación alguna sobre Compostela. ¿Queda cerca ARZÚA? Pregunté a una paisana.
―Cosa stai dicendo— contestó la TÍA y al verme juntar las manos en oración nos indicó en un mapa el final del trayecto. Así llegamos al Vaticano. ―Bro, – dije como excusa al ver su cara de asombro- todos los caminos llegan a Roma.
61 DESORIENTADOS
Nuestra relación se sostenía por la tibieza de esos domingos. Salíamos con la MOTO a comer por ahí y volvíamos a casa a media tarde para descansar algo. Acostumbrábamos a cenar cualquier cosa y tomábamos luego una COPA viendo una película de pago, para acabar haciendo el amor en el sofá. Aquella noche, sin embargo, ocurrió lo inevitable.
Yo salía del baño y ella venía de la cocina, y chocamos de frente en la tenue LUZ del pasillo. Su cara de perplejidad al mirarme me pareció la de una desconocida. «¿Se puede saber qué te pasa?», le dije, desconcertado también, como despertando de un sueño.
62 DISTOPÍA
Desde que corrió el rumor de que un bebé había volado como un globo de su sillita, los pocos vecinos que aún quedan en la CALLE DE LA LUNA no permiten a sus hijos salir sin antes haberles llenado de piedras los bolsillos. También les tienen prohibido asomarse a esos cráteres tan profundos.
Se turnan entre ellos para no pasarse todo el día barriendo el polvo pertinaz en los zaguanes de sus casas, vigilando de reojo a los niños y abrigando o abanicando a sus ancianos, por los cambios tan bruscos de temperatura. Y tratando de convencerles, inútilmente, de que sus sombras, tan inquietantes, viscosas y negras, son inofensivas.
63 ECOS
Las paredes ahogan el grito temeroso de quienes las habitan. Naia espera a Breixo tras los visillos, mientras ve a un vendedor ambulante que pregona su mercancía sin que le salga la voz. Un ruido seco rompe la tarde. La bicicleta de un niño yace en el asfalto. La madre corre en su busca, pero es demasiado tarde y solo escucha el sonido cada vez más tenue de sus pasos apresurados. Nadie dice nada. Saben que en la RUA DA MILAGROSA los milagros nunca llegan, la soledad se traga a sus hijos y el silencio siempre tiene la última palabra.
64 EL CAMINO QUE CONDUCE A TI
Te perdí la pista. A base de preguntar, en vez de a Roma llegué a la Puerta del Sol, al que miré de frente y sin pestañear para indagar sobre tu paradero. Resultado: un intenso ardor de córneas durante dos semanas. Cuando abrí los ojos, las estrellas del Paseo de la Fama, más amables, me proporcionaron nombres aunque ninguna dirección. Seguí mi camino dando palos de ciego, tantos y tan al norte, que finalmente enfilé esta CALLE DE LA LUNA, en la que he tropezado con uno de tus plateados hilos. Ya estoy trepando por él. Espérame, quiero volver a acunarme en tu cuarto menguante.
65 EL PITO DEL SERENO
Un ROBO me llevó a la cárcel, donde le conocí. ERA el demonio en persona, una escoria inestable.
Harrel sembraba el terror cada noche. Hacía las rondas borracho y me violaba cuando quería susurrándome al oído: «te tengo en el bote, perdida».
Hace ya tiempo de aquello. Libre y con familia he vuelto hoy al infierno, a buscarle. Le he esperado a la salida y, amordazado, le he cortado ese rabo infecto, enterrando después en CAL viva el cuerpo restante, aún con espasmos.
—Yo ya he encontrado mi camino, hijo de puta.
El alcaide recibirá mañana una polla en un bote con la palabra «Harrel».
66 EN UN LUGAR DEL TIEMPO
Me sobresaltó el contacto de una mano fría en mi hombro desnudo; al volverme, una mujer me entregó un papelito que escondí en el bolso. Enseguida me excusé ante los anfitriones y, de camino al hotel, leí un enigmático mensaje: «TRAVESÍA BOSQUE DEL REY, 35. Café París. Mañana a las seis».
Al día siguiente, mi carácter curioso me llevó a aquella calle, pero en ese número había una floristería. Miré el reloj, aún faltaban diez minutos para la hora. Me entretuve admirando la fachada de una iglesia cercana. Anochecía. Cuando las campanas dieron las seis, regresé y allí estaba el luminoso del Café París.
67 ESTELAS EN LA MAR
La ambulancia llega demasiado tarde. ANA está tumbada en ese infecto callejón, rodeada de jeringuillas, latas de cerveza vacías y cucarachas.
Sus padres nunca encontrarán una sola RAZÓN que justifique este dramático final; ellos intentaron DAR el mejor ejemplo para que su hija escogiera siempre el camino correcto, pero todo se torció durante una primavera oscura. Quizás fuera rebeldía de juventud, o ansias de aquella libertad que incita a probar lo desconocido.
Ana siguió una senda que nunca debió pisar y donde no dejará más huellas.
68 EVOLUCIÓN PERSONAL
La segunda vez que me llamó ZORRA le pedí el divorcio. ESE día alcé la vista, escuché la llamada de mi propio camino y decidí buscar aquel destino luminoso que me había prometido de adolescente y del que llevaba años alejándome, tomando, ramal a ramal, la dirección equivocada.
No fue sencillo salir de allí. Hubo que subir puertos y vadear ríos. Besé el suelo más de una vez. A veces caminé sola, a veces acompañada. No resultó fácil, PERO conseguí encontrar el camino hacia este lugar que hoy es refugio y fortaleza, donde sé que estoy a salvo del viento y las tormentas.
69 FRAILES Y MONJAS
El CAMINO DE LOS FRAILES sigue sin asfaltar, de ahí su nombre. Está inclinado y, cuando llueve, bajan regueros arrastrando hojas y condones.
Antes llevaba al monasterio que hoy está derruido y era paseo obligado para las parejas. Pero ahora, desde que la fonda se convirtió en puticlub, los amantes deben buscar otras oscuridades.
Antiguamente, las familias subían al monasterio para bautizos, bodas y entierros. Pero ya no hay frailes.
A veces bajan las prostitutas al consultorio. También bajan las mujeres empujando a sus hombres hacia el pueblo, hombres de mirada y zapatos embarrados.
«Las monjas», se llama el burdel. Ya son ganas de incordiar…
70 GOODBYE AMSTERDAM
Nos conocimos en aquel pisito de una fría ciudad del norte. Tú venías de un lugar que no salía en los mapas, yo solo huía de un naufragio.
Me contaste tu historia, yo te lloré la mía. Nos emborrachamos, nos perdimos cada noche entre el humo de los antros. Luego descubrimos la CALMA en las gotas de ROCÍO colgadas de los cristales. Las calles se nos fueron haciendo conocidas, el aire respirable. Y dejaste de sentirte como PEZ fuera del agua.
«Debo seguir buscándome en otro camino», dijiste una tarde. Te marchaste de madrugada y yo, que creí haberte encontrado, comprendí que nunca habías existido.
71 INGREDIENTE SECRETO
Enviado por Satanás para tentar de soberbia a ISABELA, la mejor quesera de la comarca, llegó al pazo un diablillo primerizo; pero cuando sorprendió a la muchacha —las mangas remangadas y el CORDÓN del corpiño suelto— afanándose en escurrir el suero sobre el entremijo, solo pudo contemplarla encandilado. Algo extraño notó ella flotando a su alrededor y, al ir a espantarlo de un manotazo como si de una polilla se tratase, las gotas de sudor que le resbalaban por el canalillo salpicaron la cuajada.
¿De dónde pensabais, si no, que procede esa ligera acidez salada que sazona la dulzura de los QUESOS de Arzúa?
72 LA LOLA SE FUE DEL PUEBLO
No es por advocación mariana desde luego. El Instituto Nacional de Estadística da cuenta de veinte varones en España que se llaman Dolores, pero en la localidad vivían dos por aquella época. Parece que fue una apuesta de los padres y ni el párroco que los bautizó pudo darles otro nombre.
Los dos tocayos se enamoraron de la misma mujer, Mercedes, que no soportaba el apodo que le habían adjudicado por culpa de sus pretendientes y acabó marchándose para casarse con otro.
Los despechados se culparon mutuamente de la pérdida y la historia terminó en trágica reyerta, en el callejón que hoy todos conocen como CALLE DE LOS DOLORES.
73 LA MILAGRITOS
Ser huérfana joven de madre soltera sin recursos la precipita al futuro más indigno.
Pronto huye del pueblo empujada por los insultos de ellas y el silencio cobarde de ellos.
Varios años después, hereda la fortuna de un cliente agradecido. Regresa con tratamiento de doña a su casa natal abandonada. Recibe visitas nocturnas malintencionadas de viejos conocidos. Solo consiguen cena fría. Hasta que un cáncer la devora. Deja testamento a favor del municipio con una condición: la vivienda debe transformarse en local social; y su callejuela, en CALLE DE LA MILAGROSA. El alcalde se encarga de inaugurar ambos eventos. Es la primera vez que pisa de día esa rúa.
74 LA RELACIÓN
Mientras yo ponía la mesa, ella me seguía de la cocina al comedor diciéndome lo feliz que la hacían mis visitas, y me observaba luego, satisfecha, devorar su empanada casera, sus fabulosos guisos, su tarta de QUESO. La había conocido paseando a su perrito por el parque y desde entonces iba a verla. Solía hablarle de las pocas salidas de mi CARRERA, del dineral que me estaba costando arreglarme los DIENTES. Ella me contaba cosas como que Imperio Argentina estaba rodando una nueva película con Miguel Ligero. Después fingía una llamada en el móvil y me despedía hasta el día siguiente. «Cuídate, mamá», le decía.
75 LA SENDA QUE HAS DE VOLVER A PISAR
Armada con paciencia y una HOZ, quito las malas hierbas que cubren las veredas. Limpio de basura los senderos. Subo, a pesar de mi DISNEA, por vías empinadas y las aplano. Mejoro el asfalto de las calzadas en PEOR estado.
Después, aparto las ramas caídas en las carreteras de montaña y construyo autopistas desde cada punto de la costa hasta mi ciudad.
Por último, barro con una escoba la avenida que lleva a mi casa, tapio los callejones sin salida y talo los pinos de mi porche que quitan visibilidad.
Todo para que no te pierdas por el camino si algún día decides regresar.
76 LECCIÓN DE VIDA
A la niña le gusta acariciar la barriga descomunal que el cuerpo delgado y menudo de Jafida soporta a duras penas. Acompaña a su hermana a casa de Amina, la partera, en una parte recóndita del zoco conocida por las mujeres como CALLE DE LOS DOLORES.
Amina descorre la cortina para dejarlas pasar. Estaba esperando a Jafida: según sus cálculos, la visita era inminente. Ya de parto, Jafida aúlla en cuclillas durante horas mientras clava las uñas en los antebrazos de Amina. ¡Los ojos bien abiertos —le ordena Jafida a la niña—, entérate bien! Ella obedece hasta que el llanto del bebé se le manifiesta como una insólita revelación.
77 LEYENDA DE LAS TIERRAS ALTAS
La aldea surgió alrededor de la TRAVESÍA BOSQUE DEL REY y fue próspera hasta que la fabricación de traviesas para el ferrocarril agotó la madera. Siendo su ruina casi definitiva, la leva se llevó a los hombres en edad de guerrear. Volvieron pocos, mutilados y amargos. Fue entonces cuando las lágrimas de huérfanos, madres y viudas, al derramarse sobre la tierra desolada, hicieron brotar una carballeda tan espesa que ningún emisario real consiguió volver nunca para cobrar tributos o alistar soldados.
Cuentan que algunas noches aún trae el nordés hasta la costa un son lejano de gaitas que celebran alegres la libertad del pueblo.
78 (MÁS QUE) 4 PAREDES
Regresar al tercer piso de CALLE DE LA CIMA DEL LUGAR número 14, sin nadie que lo habitara, no fue regresar. Todavía olía a mamá, concluimos sin hablarnos los tres hermanos. Allí estábamos jugando (peleando), mirando la tele en blanco y negro mientras merendábamos pan con chocolate. Cenando (discutiendo) en Navidad con la alegría espumosa del reencuentro. Allí sentimos la tristeza helada cuando murió papá y creímos arropar a mamá, aunque fuese ella quien nos (amó) rellenó aquel hueco huérfano insondable.
Sin ponernos de acuerdo en nada, decidimos vender.
Hace poco, un antiguo vecino me comunicó que los nuevos propietarios habían reformado toda la vivienda. La vida (el recuerdo) continua.
79 MÁS QUE PIEDRAS
Iba para monja y quemó el HÁBITO con los chispazos de un amor explosivo. Él colgó la sotana antes de acompañarla al ALTAR y diseñar una familia ideal. Pronto llegaron los mellizos. Después de meses velando por turnos sus llantos, la media docena de hijos deseados se redujo a la mitad. Con el fallecimiento del tercero, renegaron de Dios.
Siguieron caminando juntos, aunque desorientados. Dudaban en cada encrucijada y solían elegir el ramal equivocado. Viéndose perdidos, intentaban retroceder, pero tarde: la maleza ya invadía cualquier senda anterior. Confirmada la imposibilidad de tener nietos a los que DAR la mano, el trayecto final también será borroso.
80 NADINE
¿Quién es Nadine? Se preguntan en el pueblo. Un nombre tatuado debajo del ombligo, un rastro de miel que recorre las colmenas del valle y conduce a su cadáver. ¿Quién es Nadine? Un cuerpo semi oculto entre la HIERBA, la memoria de un PASTOR que se escapa, como el agua, entre los dedos, un mohín irrefutable de dulzura en un rostro apenas descompuesto.
Un enjambre de abejas aterriza sobre su piel amoratada, protege la desnudez arrogante de su CARNE, RUMIA el zumbido atemperado del otoño. Nadine, otra reina que volaba entre las flores, en busca de un palacio que no existe.
81 OCULTO
En el furancho de Nolinho supimos que el soplo lo había dado Xosé o Pardal. Bastaron unas cuncas de albariño con su dueño para que nos asegurara además que Xosé nunca salía de casa. Esa tarde asaltamos su propiedad, en la RUA CIMA DO LUGAR, tras subir una cuesta que me dejó los juanetes reventados. Pero por más que buscamos no dimos con él, ni dentro ni en el huerto. Parecía haber desaparecido por encantamiento.
Vámonos, papá, dijo Xácome al rato, asegurando el rifle. Y salimos de allí
desconcertados, entre el cacareo hostil de las gallinas y el hiriente chirriar de la veleta, ante la sonrisa burlona del espantapájaros.
82 PATRULLA SCOUT PERDIDA
El canto hechizado del CUCO los desvió hasta mi casita de chocolate.
—Tanta azúcar nos provocará caries —dijo el más pequeño.
—No debemos refugiarnos aquí, esa chimenea atascada podría intoxicarnos —añadió otro.
—¡Una anciana desprotegida! Hagamos la buena acción del día —sugirió la que hacía de jefe mientras solicitaba ayuda a través de un aparatito mágico.
Enseguida me vi montada en una carroza sin caballos y trasladada a este palacio que llaman residencia. No está mal: hay comida abundante, nadie me llama BRUJA y, viendo los horrores que muestra a diario la CAJA parlante del salón, voy dándome cuenta de que no soy tan mala.
83 PERDIDO
El CURA del pueblo siempre pone una limosna en la mano tendida, en otra una caricia, en aquella mirada infantil una sonrisa, en unas palabras dichas con dolor escucha y en sus sermones dominicales paz. Hasta que llega a aquel lugar aquella mujer de RISA pícara, escote pronunciado y falda demasiado CORTA que turba sus días con oscuros pensamientos y dudas; y es que nadie ni lo sabe ni lo sospecha, tal y como prometió a su madre ya muerta: él siempre quiso ser una mujer, como lo es ella.
84 REPOBLACIÓN
En el bosque nadie acaba con las MIGAS de pan que abarrotan los senderos. Ni el viento las arrastra ni las lluvias que azotan la arboleda las deshace. Grajos y tejones, urracas y garduñas desprecian el filón alimenticio que suponen. Conviven con el canto de la RANA y con los rayos de VENUS que arañan, al anochecer, la copa de los robles.
Mientras tanto, cada uno de los niños que se pierde cuando alguien cuenta un cuento, incapaz de averiguar cuál es el rastro que debe de seguir, permanece allí plantado, cada vez más parecida su carne a la madera.
85 SECRETOS QUE NO LO SON TANTO
Una rata muerta, eso es lo primero que encuentras al entrar en el CAMINO DE LOS FRAILES. Después, caracoles que se arrastran absorbiendo la humedad que brota del subsuelo. También el orín que las vecinas arrojan desde los balcones. Más allá la puerta de Katuxa, siempre abierta. El fuego encendido, un hábito mal doblado sobre la enea de una silla, el murmullo insolente de un somier y algunos suspiros de placer que quebrantan el silencio. Tres monedas en un cuenco oxidado de latón. Por fin, el bosque, encubridor clandestino, alcahuete anónimo que ampara, con la complicidad de su follaje, la evasión de los abates.
86 TODO TIENE UN PRECIO
Dejé las alas en un recodo del sendero, ocultas entre los matojos al PIE de unas peñas.
Libre de su invisible cautiverio, vagué feliz entre los árboles como un niño lleno de inocencia, de sueños, de esperanzas. Me deleité con el aroma del tomillo, con los colores de las ROSAS silvestres, con el dulce canto de los pájaros entre las ramas.
Al regresar, la tierra estaba removida, las rocas hechas pedazos, y en los matorrales chamuscados no había nada. Por eso sigo rodando, suplicando a los caminantes unas migajas de AMOR para reconstruir, pluma a pluma, las alas que perdí. Y poder volver a casa.
87 UN NUEVO SOL
Tras el levantamiento del muro, las obreras se asociaron formando sindicatos cuyo PLAN consistía en atravesarlo para alcanzar los lugares donde tradicionalmente conseguían el alimento, pero la base era tan profunda que desistieron.
Intentaron entonces encadenar galerías y labrar un camino paralelo que les permitiera localizar el fin y explorar una nueva VIA, pero cuando el último túnel enlazó con el primero y entendieron que la barrera era circular, creció el desánimo.
Fortalecidas ante la ilusión de protagonizar un acto revolucionario avanzaron hacia el interior en formación radial solo para descubrir que, aunque más tarde de lo previsto, habían caído en la trampa del oso.
88 UNIFORME VERDE, UNIFORME GRIS
Tras los últimos bombardeos, un ATROZ aguacero hizo del mundo un sumidero gris.
Yo había escapado de un RETÉN en llamas y él huía del fuego de mi regimiento. Coincidimos agazapados en un granero: uniformes diferentes. Yo herido, él en territorio enemigo. Desarmados…
Pasamos la noche fumando y conversando, manteniendo las distancias. Al amanecer hubo acuerdo tácito: nos necesitábamos mutuamente. Cosió mi herida y fue mi muleta mientras yo le guiaba por montes y desfiladeros, persiguiendo la frontera. Cuando la alcanzamos, mientras yo componía una despedida meliflua, él extrajo una HOZ del morral.
«¿En serio vas a hacerlo?», pregunté.
Y, al principio, pareció que dudaba.
89 VAGABUNDOS
El AZAR quiso que un broche de ORO se enganchase con su jersey de LANA.
Incapaces de soltarse, anduvieron hasta encontrar un lugar tranquilo. Acabaron sentados en el banco de un parque y, entre la destreza y el roce de sus dedos, consiguieron desenmarañar aquella unión del destino. Se rieron de la situación, de no saber dónde estaban y, después de un adiós apresurado, cada uno cogió un taxi que lo devolvió a su realidad. Ella siempre se adorna con su broche desde entonces. Él se pone su chaleco aunque haga calor. Y pasean por calles desconocidas, por si quisiera aparecer de nuevo el azar.
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