27. En blanco y negro (Ana María Abad)
Mis sueños solían ser blanditos como mullidas ovejas saltando en fila india una valla de madera pintada de verde. O idílicos como velas blancas y azules flotando en el horizonte de un mar en calma. O amables como nubecillas de algodón desfilando por el cielo al compás de la suave brisa del oeste.
¡Cómo añoro esa etapa de la niñez, llena de inocencia y de buenos deseos, de colorines, de helados de fresa y nata, de cuentos en los que el lobo nunca vence!
La dura verdad es que, en la vida real, son los lobos los que triunfan y, después de toparme con unos cuantos en mi camino, ahora paso muchas de mis noches en blanco, entre despidos improcedentes, hipotecas abusivas y letras impagadas. Y, si en algún momento me quedo traspuesta, mis sueños son negros, tan negros como el carbón que siempre falta en la vieja cocina.
Compi, esta vez has aparcado la fantasía para pasarte al relato social. En efecto, la infancia es irrepetible, aunque no siempre se guardan buenos recuerdos de ella. Tu protagonista se ha topado con una realidad precaria, espero que sus problema se vayan solucionando.
Un abrazo y suerte.
Al final solucionará los problemas, aunque tenga que sacar la escopeta para enfrentarse a los lobos. En cuanto a los recuerdos que guardamos de la infancia o de cualquier otra cosa, creo que a medida que se aleja en el tiempo nos vamos quedando sólo con las partes buenas y arrinconando las malas en esa porción del cerebro similar a una papelera hasta que acaban por desvanecerse. Por eso «cualquier tiempo pasado fue mejor» o, al menos, eso es lo que nos parece.
Muchas gracias por el comentario, sis, y abrazos de vuelta.
Así creo yo, que con el tiempo nuestro cerebro se resetea y arrinconamos aquello que nos ha hecho sufrir, quizá como mecanismo de supervivencia. Aún así, prefiero aceptar que la vida no tiene por qué someternos a posiciones tan extremas. En el relato queda muy bien dibujadas esas posiciones, pero en la realidad hay toda una gama de colores entre el negro y el blanco, por suerte, si no acabaríamos locos. Aunque también es posible que haya quienes han tenido vivencias extremas.
Este relato es un buen ejemplo de esas vidas.
Gracias por tu comentario, Rosa. En efecto, estoy de acuerdo en que la mayoría del tiempo vivimos en gris, pero eso no tendría gracia para un relato, ¿no crees? 😉
Es cierto que tendemos a recordar los buenos momentos, porque la infancia también los tiene malos, pero un mundo nuevo que se abre es algo fascinante e irrepetible, de lo que solo nos danos cuenta años más tarde, con perspectiva. La mayor parte de nosotros recierda esos años con ilusión, será por algo, quizá pprque aún no hemos sufrido demasiado, ni padecido los efectos del lado oscuro de la existencia. Esos lobos que todo lo contaminan, también fueron niños.
Un relato con un mensaje de sabiduría lleno de matices, más allá de lo que podría sugerir el «blanco y negro del título.
Un abrazo y suerte, Ana María
Muchas gracias Ángel. Hasta el blanco y el negro tienen matices, y no sólo de gris. Eso es lo que nos permite seguir adelante cada día.
En cuanto a los lobos… tienes razón: también tuvieron infancia, seguramente para desgracia de sus compañeros de colegio.
Un besazo, amigo.
Qué imágenes tan potentes, Ana Mª, es magnífica esa contraposición que nos muestras, es como la vida misma, como observar una fotografía en vivos colores y otra en blanco y negro. Ay esos lobos…
Genial, un fuerte abrazo
Muchas gracias Aurora, me alegra mucho que te haya gustado.
Y a los lobos, un buen palo y listos.
Abrazos de vuelta.
Los colores del pasado y el negro del presente, puede que la idealización o los problemas lleven a tu personaje a esa percepción. Le deseo lobos blancos mullidos sobre los que poder recostarse las noches de luna llena y sueños llenos de color. Un abrazo fuerte, Ana María.
¡Jajaja, me encanta tu deseo! Con tu permiso, me lo apropio para mi próximo micro, ahora mismo me pongo con él. Muchas gracias y un besazo, Aurora.
Cuidado con lo que digas, cualquier cosa podrá aparecer en mi próximo micro…Jajaja… Cuando gane premio, me lo dedicas.
Cuenta con ello! 😉
Hola, Ana María.
La infancia puede ser idílica como relatas, con gran sensibilidad y cuidada prosa poética por cierto, pero también puede no serlo. Tu protagonista la tiene idealizada, pues parece que en la etapa adulta las cosas no funcionan demasiado bien. Así, contrapones acertadamente el blanco y el negro de su vida. Esperemos que la paleta de colores vuelva a oscilar, aunque no sea posible al blanco total, hacia un rango de colores más cálidos y amables que el negro.
Un cálido saludo y mucha suerte.
Muchas gracias Ángel, yo también espero que el futuro la lleve hacia otros colores menos oscuros y deje de añorar el pasado para poder vivir feliz en el presente.
Besazo.
Hola Ana María, mientras leía tu relato te estaba escuchando en la radio. ¡No me digas que no es casualidad! Enhorabuena por ser elegida finalista semanal en relatos en cadena. Que te elijan de un total de ochocientos y pico microrrelatos presentados esta semana (entre ellos el mío je,je…) tiene mérito. Y yo muy contenta porque pensé: ¡caray si es compi enteciana!
Y en cuanto a «En blanco y negro» me gusta ese contraste —el título lo dice todo— de recuerdos de niñez y realidades de madurez. De lo que si estoy segura es de que tu prota es luchadora y puede con todo.
Un abrazo
Muchas gracias, Pilar.
Pues sí, las casualidades existen, yo también me pongo muy contenta cuando escucho los REC y reconozco a algún amigo, jejeje.
En cuanto a mi prota, ahí seguirá, luchando hasta el final, con o sin carbón en la cocina.
Abrazos de vuelta, con cariño.
Qué bien juegas con ese comienzo idílico, lleno de colores e imágenes tiernas y bonitas, para asomarnos al final a la cruda realidad en la que vive cada vez más gente. Contenido social para rematar la participación en el concurso este año. ¡Bravo!
Muchas gracias Jesús.
Los relatos sociales no son lo mío, la verdad, me va más lo fantástico o lo negro o incluso lo humorístico, pero de vez en cuando me brota uno de manera espontánea (como si fuera una 🍄, jajaja 😉) y si la historia me parece buena pues allá que vamos con él.
Un besazo, compi.