29. ARMONÍA (A. Barceló)
Cierra los párpados suavemente y comienza a respirar de forma consciente, profunda y acompasada: cuatro segundos de inspiración, siete de retención y ocho de espiración. A la cuarta o quinta serie se siente relajado y puede observar un cielo azul celeste lentamente atravesado por blancas y almidonadas nubes de caprichosas formas. Continúa controlando su respiración y consigue percibir un reconfortante aroma de petricor. Centrado en su paz mental, comienza a escuchar la suite para piano de Debussy “Claro de luna”. Ha conseguido abstraerse completamente de todo cuanto le rodea. Unas voces interrumpen su meditación, el equipo de salvamento en alta montaña ha conseguido localizarle, justo en el momento en que él acababa de encontrarse a sí mismo.
El poder de la mente llevado al extremo: como salvación. Igual hasta le ha molestado que lo encuentren si ya se ha encontrado él a si mismo. Muy original.
Hola, Edita.
Quizá perderse físicamente era justo lo que necesitaba para encontrarse espiritualmente.
Muy agradecido por tu comentario. Un cálido abrazo.
Me alegro de que se haya encontrado a sí mismo, pero más aún de que el equipo lo haya encontrado a él. En casa y calentito puede volver a encontrarse son menos riesgos para su vida.
Por cierto, qué relajante, creo que voy a poner en práctica esa técnica!
Un abrazo y suerte.
Hola, Rosalía.
Para afrontar esa situación el protagonista necesita ayuda especializada. Tal vez antes de estar perdido en la montaña necesitó de otro tipo de especialista, el que le enseñó a utilizar esas técnicas para encontrarse metafóricamente.
Si puede ser, pon el «Claro de luna» de Debussy cuando pongas en práctica la respiración.
Un cálido abrazo.
Un relato muy visual, Ángel, consigues que una se relaje tan solo leyéndolo. Y buenísima la frase final. Enhorabuena y mucha suerte, amigo. Besazo.
Hola, Ana.
Pues me encanta que me digas que he conseguido ese efecto. Te agradezco muchísimo el comentario y tus buenos deseos.
Un beso para ti también.
Es preciso irse muy lejos para encontrarse a uno mismo, y si no que me lo digan estos días de bullicio en mi ciudad. El hombre no se merece lo que le han hecho, con el trabajo que ha tenido que hacer para llegar a ese punto.
Estoy de acuerdo con Ana María, el final es redondo.
Hola, Rosa.
Bueno quizá no esté tan lejos eso que creo que buscamos todos/as: paz interior. Si lo pensamos bien, no tenemos ni que movernos del sitio, la tenemos justo ahí, dentro de nosotros. El problema es que, a veces, se encuentra muy escondida y no conseguimos encontrarla por más que la busquemos.
Un cálido y agradecido saludo.
Qué difícil es vivir momentos realmente plenos. El problema es que, cuando aparecen, algo sucede siempre para romper esa armonía a la que tanto cuesta llegar, lo que la convierte en única e irrepetible. No obstante, confiamos en tu personaje, en que obrará el milagro de encontrarse a sí mismo, y tú de contarlo maravillosamente bien.
Un abrazo grande y suerte, apreciado tocayo.
Hola, Ángel.
Una de las definiciones que la RAE explica para la palabra «armonía» es: amistad y buena correspondencia entre personas. No se me ocurre otra palabra más acertada, ENTC rebosa de ella y tú eres su exponente elevado a la enésima potencia.
Gracias por tu armonía, estimado tocayo.
No es fácil aprender a meditar de esa forma, y menos aún en las circunstancias de tu protagonista. Si ha logrado hacerlo así, seguro que lo logrará en condiciones menos extremas. Y sí, muy buena la frase final. Un abrazo y suerte.
Hola, Ana.
Muchas gracias por pasarte a comentar.
Sí, no es fácil aprender a conectar con el yo interior. En el caso de mi relato, creo que el nivel de introspección resulta amplificado gracias o, mejor dicho, a consecuencia de las circunstancias. Recomiendo a todo el mundo que reserve un ratito cada cierto tiempo para meditar, es algo muy saludable.
Un cálido abrazo.
Vaya momento único y los tipos del equipo de salvamento se lo arruinaron… ¡Pobre hombre! Una armonía así (previa a la muerte o a lo que él suponía una muerte segura) ciertamente es única y al parecer no le costó nada lograrla, puesto que había asumido que ciertamente era su fin… De montañistas perdidos había oído, pero de montañistas zen, es algo nuevo para mí…
Muy buena esta armoniosa «nepakartojama», querido Barceló.
Cariños,
Mariángeles
Hola, Mariángeles.
Interpretas muy bien el momento. El protagonista ha perdido la esperanza de ser rescatado y desea dejarse llevar con paz y tranquilidad aceptando su destino, para ello se impone una meditación que le ayude a sobrellevar el tránsito. Es entonces cuando encuentra una experiencia de armonía como nunca había tenido antes en su vida. Es algo único e irrepetible que, gracias al equipo de salvamento, podrá contar.
Mucha armonía para ti, mi querida amiga argentina. Cariños.
Qué bien descrito el proceso de relajación y de viaje hacia el interior. Muy bueno, así como el final, que te sorprende, alegra y emociona. Un abrazo y mucha suerte
Gracias, Jesús.
Me hace una ilusión especial recibir tus comentarios. Que sigas triunfando con esas «Risas, miedos, anhelos y horrores».
Un cálido abrazo desde estos llanos que tan bien conoces.