Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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O8. ESCALERAS DE MI MEMORIA (Jesús Alfonso Redondo Lavín)

Reconozco mi adicción por las escaleras de caracol. No hay almena de castillo ni torre de campanario, aun albarrana, que no me tiente y aunque últimamente por edad y por andorga termino echando el bofe no me resisto a su llamada.

Me dicen que a la edad de dos y pico, me pillaron trepando, agarrado a la parte externa de la barandilla de la escalera, también de caracol, que subía desde el patio hasta un primer piso. Decía mi madre que Don Ramón, el médico con consulta en la plata baja, en silencio para no asustarme, me seguía brazos abiertos para recogerme en mi posible caída.

Siempre he vivido en casas con escalera. Fueron castigo: “vete a la escalera”; fueron deporte, cronometrando el tiempo de subirlas hasta mi tercer piso o apostar por cuántas bajar de un salto. También fueron causa de tropezones, esguinces y morradas. Gracias a dios las de color fueron para mí solo un juego, que no un vicio.

Me gustaría subir la imposible escalera espiral de Santa Fe de Méjico, hecha por un misterioso San José carpintero, que sin clavos ni coste une sus treinta y tres peldaños, edad de Cristo, hasta el coro sin soportes.

8 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    A mí nunca me han dado pereza las escaleras, al contrario, así que comprendo esa afición tuya, bien resumida a lo largo de tu trayectoria, rematada con un bonito título. También me ha llamado la atención la misteriosa escalera de Santa Fe que mencionas, igual que a Rafa.
    Un abrazo, Jesús. Suerte

  2. Rosa Gómez Gómez

    Me han gustado tus escaleras y tu osadía para usarlas. Mala idea castigarte en ellas!
    Me he documentado con la escalera de “San José”, curiosisima.
    Un relato que transporta a la infancia, aunque te aseguro que yo era más de los pies en tierra firme.

    1. Jesús Anfonso Redondo Lavín

      Es curioso los hechos de tu infancia que este blog nos destapa. Muchas gracias Rosa por tu comentario.

  3. Rosalía Guerrero

    Pues a mí, a pesar de ser alérgica a las escaleras (excepto si el edificio en cuestión tiene varios siglos), me ha gustado la forma en que se intercalan las escaleras en la vida del narrador. Y, por supuesto, también he ido a googlear esa escalera sin clavos.
    Un abrazo y suerte.

  4. Jesús Alfonso Redondo Lavín

    Gracias por tu comentario, Rosalía. También se me había ocurrido comentar lo mucho que bailé aquella samba de los bomberos de Río de Janeiro que buscaban la escalera.

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