40. Derrota con sabor a victoria
“Sancho, es la hora”, dice Alonso, revisando sus inexistentes bíceps frente al espejo. Su amigo disimula una inevitable mueca de escepticismo.
Pedalean hasta el descampado en el que, pese al intenso calor estival, se ha congregado todo el colegio. Nadie quiere perderse tamaño espectáculo. Alonso, crecido ante la dificultad, se apea de la bici en marcha y, entre torpes tropiezos, corre hacia su enemigo con los puños en alto. Al verle, el abusón suelta una carcajada e inicia un frenético movimiento circular con sus enormes brazos. Parecen las aspas de un molino en una tarde huracanada. Los golpes caen una y otra vez sobre el frustrado héroe, que opta por encogerse y hacerse una bola.
Por fin el matón se cansa, escupe a Alonso, y se marcha triunfante, seguido de sus secuaces.
Poco a poco, el descampado se vacía.
Sancho está intentando socorrer a su amigo cuando, a sus espaldas, se escucha una dulce voz. Es Aldonza, la niña más guapa de clase, por quien Alonso lleva años suspirando.
— Ya era hora de que alguien le plantara cara a ese imbécil, ¿puedo unirme a vosotros?
El derrotado sonríe. Al final ha merecido la pena perder un par de dientes.
Pues claro que sí, Sara. Al final lo importante es rebelarse contra la injusticia, aunque pierdas un par de dientes. Me encanta que Aldonza se una a ellos.
Un abrazo y suerte!
Gracias Rosalía!! Abajo las injusticias y los abusos, y arriba lxs idealistas y lxs valientes! Un abrazo de vuelta 🙂
Me gusta todo: el planteamiento, el nudo y, sobre todo, el desenlace. Ese final tierno, inesperado por poco habitual, me encanta.
Muchísimas gracias Edita, mi humilde y sencillo micro se siente realmente halagado por tus palabras. Un abrazo para tí!
Unirse al bando ganador es lo más fácil y habitual. Hacer lo contrario cuando es de justicia, aún a riesgo de que los dientes rotos sean contagiosos, tiene mucho mérito. Bravo por el caballero, y tanto o más por su dama. Mejor euna derrota digna, que una supuesta victorua vergonzante.
Un abrazo y suerte, Sara
Pues sí, al final hacer justicia a veces requiere un acto de valentía. Muchas gracias Ángel y un abrazo para tí