15. LA DUDA
No ha sido por las treinta monedas de plata. Tampoco por el desencanto de ese reino prometido que, como el horizonte, nunca llega a alcanzarse. Ni siquiera por sentirse menos querido que otros discípulos. El motivo fue esa voz sobrenatural que se abría paso entre sus sueños: “haz lo que se espera de ti”.
A pesar de su reticencia a cumplir con el mandato, comenzó a urdir un plan: mostrarse en público demasiado crítico con el Maestro, demasiado interesado por el dinero, parecer dispuesto a dejarse comprar…hasta el acuerdo con los poderosos del Sanedrín y el prendimiento en el Huerto de los Olivos.
Pero cuando lo besa para señalarle, descubre a un hombre solo, resignado a su destino. Siente entonces el peso de la culpa y duda si su traición es voluntad de Dios o del Demonio.
Qué difícil es saber qué es lo correcto. Hay quien cree necesitar que alguien o algo le diga lo que tiene que hacer, que marque su camino para no equivocarse, la senda más apropiada entre todas las posibles. Judas escuchó una voz poderosa, pero puede que solo fuera la de su propia maldad. Esa duda inicial, sobre si hizo lo que debía, o no, puede que derivase después en la certeza de un error que le llevó, después, a quitarse la vida.
Interesante reflexión de un conocido personaje, sobre lo que pudo pasar por su cabeza.
Un abrazo y suerte, Paloma