51. ¿Remordimiento?
La mujer se desmayó, cayó al suelo y de su mano se desprendió un pequeño y precioso abanico de nácar, que quedó inerte, como ella. Me apresuré a socorrerla y grité pidiendo ayuda. Acudió gente que intentó reanimarla y mientras yo me marchaba llegó una ambulancia. No supe más de aquella mujer; no se quién sería, qué mal le aquejaba, si aquello fue un vahído, una bajada de tensión, un infarto o qué, si seguirá viva o murió aquella mañana. Solo espero que me perdone, no creo que tenga tanta importancia… siempre la tengo en el recuerdo, cómo olvidarla, si cada día veo su abanico decorando un rincón de mi casa.
Un final redondo que nos lleva a los interrogantes del título, muy bueno, Ana. El abanico de nácar aparecía al principio por algo, genial.
¡Abrazo!
Muchas gracias, Aurora, un abrazo también para tí.
Un recuerdo con el remordimiento añadido e inevitable al que alude el título. La suya es una falta menor, pero falta al fin, una agujilla que le pinchará siempre.
Un abrazo y suerte, Ana
Es lo que tiene ser buena persona, pero con debilidades. Muchas gracias, Ángel, un abrazo.
Un abanico de nácar es una c tentación. Y si con su ayuda salvaron la vida de la mujer, no me parece un precio demasiado caro.
Un abrazo y suerte.
Gracias, Rosalía, un abrazo.
No sé, no sé… a mí me parece bastante rata la prota. Y no se la ve muy arrepentida… Eso sí, el relato es impecable. Saludos y suerte.
Quién sabe lo que pasa por su cabeza… Muchas gracias, Antonio, un abrazo.
¿Arrepentimiento? Qué bien colocados esos signos de interrogación, que además enlazan perfectamente con el final.
Gracias, Edita, un abrazo.