53. ESPACIO VITAL
Pobre…sólo quería consolarme.
“¡Yo quiero dormir cuando YO quiera, no cuando ella duerma, porque además no puedo!”
Ese fue mi grito desesperado después de pasar una noche entera a expensas de las ocurrencias de mi bebé que, por lo visto, ésa como tantas otras veces no había encontrado a Morfeo. Creo que mi instinto maternal no flaqueó nunca pero sí mis energías y claro, mi respuesta a cualquier comentario era una salida de tono a la altura de mi agotamiento y mi sparring era el papá de la criatura al que yo cerraba la puerta del dormitorio para que pudiera descansar y cumpliera en el trabajo al día siguiente. Esto ocurrió hace más de treinta años.
Hoy es sábado y nos hemos levantado con la idea de dar un paseo por la ciudad, sin prisas, sin plan preestablecido. Suena el teléfono…
“¿Mamá qué pasa?”
“No hija, no, es que como no has venido…y vienes todos los días…”
¿En serio? ¿Estoy casi en la edad de jubilarme y tengo que dar más explicaciones que cuando era una adolescente?
Tal vez suene algo exagerado y hasta incorrecto pero el hartazgo a veces me supera.
No importa la fase vital en la que se encuentren, hay personas que parecen tener imán para que los caprichos y la dependencia de terceros les condicionen y alteren su espacio vital. Es normal sentir rabia por ello y expresarlo, por más que pueda parecer incorrecto, pero ese espacio que tu protagonista siente invadido, debería ser sagrado, tiene razón.
Un abrazo y suerte, Ana