18. Ventajas del uranio enriquecido
«Eres único y especial, puedes hacerlo. ¡Vuela!». Pero aquí sigue el animal, sin lanzarse a saltar del barranco, a pesar de las tiernas palabras que le susurro a sus grandes orejas. De poco han servido los kilos del mejor maní o los cientos de veces que juntos hemos visto Dumbo. El muy terco se niega, y cada día que pasa es una oportunidad perdida para lograr mi propósito: tirarme a las más guapa de la oficina. Una noche de copas me soltó entre risas que ella se iría a la cama con un tipo como yo cuando los elefantes volasen. Podría haber dicho cuando las ranas criasen pelo. Me habría bastado con un billete a Fukushima.
¡Jajaja! Perversos propósitos los de tu protagonista, Raúl, seguro que al pobre elefante no le hace ninguna gracia lo de saltar por el barranco. A lo mejor el tipo debería pedir una confirmación a la chica, es posible que ni por esas.
Un abrazo, compi.
Es lógico que esa muchacha rechace a tu protagonista, es demasiado literal el hombre. De lograr que el pobre elefante volase, o conseguirle una rana con pelo, es posible que ni por esas, aunque molestias se toma, eso no se puede negar.
Muy divertido y bien construido.
Un abrazo y suerte, Raúl
¡Buenísimo ! Sinceramente me ha sorprendido el final . No esperaba para nada que el entrenamiento tuviera fines amorosos . Desde luego el humor es el acierto de este cuento.
Enhorabuena y suerte.
Qué bueno, Raúl, no sabía por dónde ibas a salir, y me ha sorprendido gratamente. Tu protagonista es como eso que dicen los jóvenes: Literal.
Un abrazo y suerte.
Oye, Raúl, este protagonista tuyo muy espabilado no es que digamos… Madre mía qué cabeza de chorlito. Como acabe saltando el pobre elefante, ¿qué hacemos? Ay, madre, no me extraña que la de la oficina lo tenga claro porque menudo ejemplar se llevaría a la cama si aceptara. Mucha suerte y un abrazo fuerte.
Hola Raül. Me has hecho buscar las ramas peludas. ¡Y existen!, pero en Africa. Son muy curiosas. En Fukushima hay ranas con alteraciones genéticas a raíz del desastre.
Gracias por obligarme a curiosear y por este divertido relato.