18. Ventajas del uranio enriquecido
«Eres único y especial, puedes hacerlo. ¡Vuela!». Pero aquí sigue el animal, sin lanzarse a saltar del barranco, a pesar de las tiernas palabras que le susurro a sus grandes orejas. De poco han servido los kilos del mejor maní o los cientos de veces que juntos hemos visto Dumbo. El muy terco se niega, y cada día que pasa es una oportunidad perdida para lograr mi propósito: tirarme a las más guapa de la oficina. Una noche de copas me soltó entre risas que ella se iría a la cama con un tipo como yo cuando los elefantes volasen. Podría haber dicho cuando las ranas criasen pelo. Me habría bastado con un billete a Fukushima.
¡Jajaja! Perversos propósitos los de tu protagonista, Raúl, seguro que al pobre elefante no le hace ninguna gracia lo de saltar por el barranco. A lo mejor el tipo debería pedir una confirmación a la chica, es posible que ni por esas.
Un abrazo, compi.
Es lógico que esa muchacha rechace a tu protagonista, es demasiado literal el hombre. De lograr que el pobre elefante volase, o conseguirle una rana con pelo, es posible que ni por esas, aunque molestias se toma, eso no se puede negar.
Muy divertido y bien construido.
Un abrazo y suerte, Raúl