57. Demasiado tarde.
Quería contribuir a una buena causa, por eso elegí mi atuendo a conciencia. En carnaval, la máscara y la capa negra me confirieron la valentía necesaria para poder hacerlo sin remordimientos; porque, como es sabido, para conseguir fines justos, muchas veces son necesarios medios un tanto oblícuos.
Me arrepiento de no haberlo hecho antes, cuando trabajaba en el bufete, porque entonces contaba con más recursos y también, con más posibles. Sin embargo, hace meses ya que, tras la carta de despido he cambiado mi vanidad por la conciencia social que durante muchos años he ignorado.
Me consta que en el banco de alimentos lo necesitaban, por eso me arriesgué. Pero sucedió que después, cuando entresaqué de mis ropajes el botín que había conseguido sisar —unos cuantos paquetes de embutido— , al alinearlo en el suelo, reparé en mis zapatos desgastados y en los roídos calcetines que éstos cubrían.
Recordé entonces la voz de mi madre que siempre decía: “La caridad, hijo, comienza por uno mismo”. Y no pude remediarlo, señor agente. Llevé todo a mi chalet deshauciado para degustarlo rodaja a rodaja sobre la porcelana fina y con cubertería de plata mientras se consumían las últimas velas que me quedaban.
Sí, muchas veces no somos capaces de ponernos en el lugar del que lo pasa mal, hasta que nos toca a nosotros sufrir lo mismo; y entonces ya es tarde. Veo en este relato una llamada a los que todavía estamos a tiempo para cambiar las cosas. Me ha gustado mucho la idea y cómo la has desarrollado. Suerte y saludos
En principio esa era la idea. Que el personaje tomara conciencia, pero me ha salido egoista el tipo. Qué le vamos a hacer.
No suelo creerme las conversiones repentinas de quienes, tras pavonearse de una cosa, al irles mal, luchan por lo contrario. La fe del converso suele ser ladina y sospechosa, como el civismo de los exfumadores. Pero el relato tiene gracia y mala leche.
Un saludo
JM
Gracias Juan! Tienes razón, a este tipo no hay que darle credibilidad. Es un egoista y cualquier excusa le vale para seguir anteponiendo sus necesidades a las de los demás. Si para ello tiene que dar pena, pues adelante.
Pasiones humanas, escapa con lo que puedas que es para ti, disfrazado de iluminación. Bien, bien.
Gracias Andrea! Tienes razón.
Un abrazo
Si que lo es, sobre todo porque cree ser distinto a partir del despido y (a los hechos me remito), no es así.
Gracias por comentar.
Un abrazo
Izaskun, un relato irónico y reflexivo. creo que tu personaje, a pesar de ser abogado, se puede redimir, jajaja. Me ha gustado. Abrazos.
No se yo si habrá redención posible para este caradura… Jijijiji. Gracias por pasarte y comentar.
Un abrazo
Buena reflexión a la que nos invita tu relato. Me ha gustado. Un beso
Muchas gracias Concha. Un abrazo
Izaskun, a buenas horas capas negras. Los que mejor viven son los que caen peor cuando llegan las vacas flacas.
Muy buena frase Lorenzo. Cuanta razón tienes…
Muy buena reflexión Izaskun. Eso de que la conciencia social le viniera así de golpe junto con la carta de despido, ya era una pista. Aunque al final da un poco de lástima, comiéndose el embutido a la luz de unas miserables velas, no se puede negar que tu personaje tiene lo que seguramente merece, es el karma.
Suerte y un abrazo muy grande
Muchas gracias Anna y suerte tambien para ti. Como te he comentado me ha parecido muy original el tema que has escogido. Operarse o no… seguir sirndo tu misma pese a todo…me ha gustado muchisimo.
Pensaba Izaskun, que tu protagonista era un robin de los bosques y me ha salido un chorizo. ja ja ja.
Un beso
Es tan canalla que lleva la mascara sobre la ropa y también por debajo, en el corazón.
Abrazos