46. Sin noticias de Luna
De pequeña me consolaban diciendo que tenían siete vidas. Luego, muy pronto, comprendes que no es verdad. Como no lo es que las Navidades nos vuelven buenos, y que el ángel de la guarda nos protege. No existen los Reyes Magos, ni el Ratoncito Pérez. Ni un Dios justo ni un mundo con final feliz.
Solo son verdad las mañanas grises. Los tibios rayos de sol entre las nubes. La gente gris. Los tejados para salir a pasear. Una pata rota y unos niños crueles.
Tono desesperanzador de principio a fin, y un final ingeniosamente enlazado con el título, ya de por sí muy literario. Como decía mi padre: «Hasta para ser gato hay que tener suerte», o lo que es lo mismo que decir que no todo el mundo tiene la misma fortuna.
Un abrazo y suerte, Marta
Jo, Marta, qué penita da. Pobre Luna, y pobre narradora. Me gusta mucho como vas desgranando esas mentiras piadosas que nos dicen (nos decimos) para tirar adelante.
Un abrazo y suerte.