81. Metástasis
Hace ya… ni te acuerdas, quizá miles de décadas, que no celebras tu cumpleaños, pero en el núcleo de tu corazón sientes que acumulas más de los que desearías. Añoras tu juventud de reptiles gigantes y frondosos bosques interminables, que entonces creías eterna, y rememoras con dolor aquella época oscura que te hizo entrar en la edad adulta, mientras que ahora pareces moverte solo por inercia y atraída por el calor del sol.
Y aunque desde hace un tiempo no dejas de preocuparte por tus achaques, esa tos volcánica tan perniciosa que desgarra tu interior o la última fractura que te produjo la deriva de los continentes, te inquieta que la inmensa belleza que aún atesoras se pierda entre el humo negro e irrespirable que tiñe el cielo de tus pulmones, en la sequedad que se extiende en zonas cada vez más amplias de la superficie de tu piel, abrasada por esa fiebre que no remite y te hace subir de temperatura inexorablemente año tras año y, más que nada, te angustia notar cómo te corroen, de forma irreversible, esas células incontrolables que ni siquiera sabes de dónde surgieron. Y cómo proliferan. Ya son más de ocho mil millones.
En tu estupendo relato hay conceptos que son verdades como temploa. Que todo se termina, planetas incluidos, que, como todo, atraviesan ciclos, degradación progresiva, y finalmente desaparecen. También está claro que somos un cáncer para esta Tierra que nos alberga.
La Tierra entendida como un ser vivo, consciente de su existencia, procesos y circunstancias, idea pareja al concepto de Gaia.
Un abrazo y suerte Rafa
Qué poco cuidamos a veces a nuestra generosa madre. Quizá algún día nos tengamos que arrepentir…
Muchas gracias por tu generoso comentario, Ángel, y otro abrazo de vuelta para ti.
Me gusta el concepto del planeta como ser vivo, porque LO ES. Formado por casi infinitos seres vivos. También me gusta que llames las cosas por su nombre: NOSOTROS SOMOS SU CÁNCER. Y aunque nos de miedo, lo estamos matando y sucumbiremos con él.
Un precioso y durísimo relato.