22. Metamorfosis
Hasta ahora, de nada me han servido los besos y abrazos, ni las palabras amables, ni hacerla partícipe de juegos y risas, ni siquiera invitarla a merendar. Se ha pasado la tarde jugando conmigo como si nada hasta que ha visto a mis muñecas sentadas a la mesa y la ha emprendido a golpes y mordiscos con ellas. Todas han sido aniquiladas.
Tan pronto parece estar tan tranquila como que, de repente, enloquece. En su mirada se refleja un profundo rechazo irracional, la ira la posee y se transforma en la niña de «El exorcista». Las cosas con las que antes disfrutaba ahora le provocan una aversión incontrolable. Después, cuando por fin se calma, llora porque no lo entiende. Por eso se niega a salir de su habitación. Nunca responde al teléfono. Odia al resto del mundo. Ella tampoco se reconoce.
Verla así me da tanto miedo que se lo he comentado a mamá, pero dice que no me preocupe. Que todo acabará cuando ella abandone su crisálida porque su adulta haya devorado su niñez.
La adolescencia es una época difícil, para quien la sufre y para los que están cerca. En unas personas es más virulenta que en otras, pero nadie se salva de esa etapa de espinosa transición, llena de complejas fobias. Por suerte, como dice esa sabia madre, es pasajero.
Un relato bien construido y real como la vida misma.
Un abrazo y suerte, Pilar
Crecer no es nada fácil. Las filias pueden transformarse en fobias durante el proceso sin saber porqué. Muchísimas gracias, Ángel, por tu certero comentario. Un abrazo.
Confieso que me estaba preocupando por ese comportamiento, hasta que al final se ha aclarado. Entonces relativízanos. Hay épocas en nuestra vida que podríamos llamar “de riesgo “. Esta es una de ellas. Has conseguido inquietarme, luego está bien escrito.
Si he logrado inquietarte y captar tu interés por un ratito, ya me siento satisfecha. Mil gracias, Rosa, por pasar y regalarme tus palabras. Besos.
Desde luego muy bien descrita esa transición a la edad adulta que nos convierte en muchos casos en animales raros . Me gusta la comparación con una crisálida que abandona devorando su niñez. Estupenda metafora.
Un saludo
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Durante ese periodo de transición, las fobias crecen y ese pequeño monstruo se vuelve insaciable hasta que desaparece cualquier rasgo de la niñez. Agradezco mucho tus amables palabras para mi relato, Gema. Besos.
Uff, Pilar, qué inquietante. Y eso que sumo es una adolescente. Espero que acabe pronto ese proceso.
Y me alegro de leerte!
Un abrazo y suerte.
El proceso del cambio es muy duro para ella y para los que la rodean. Nacen nuevas fobias que antes no existían. Menos mal que tiene punto final. Mil gracias, Rosalía, por tus palabras y por tu comentario. Besos.
Ojalá todas las fobias fueran una metamorfosis. Aunque la adolescente lo pasa realmente mal y a ella le parecerá que su mal no tiene cura, el resto del mundo adulto sabe que es temporal y, por lo tanto, se curará con la medicina que el tiempo regala.
Es un tiempo en construcción que requiere de paciencia de todos los que la rodean. Cuando finalice, las filias y fobias serán para siempre. Muchísimas gracias, Edita, por pasar a leerme y dejarme tu comentario. Besos.
Ay, qué etapa más extraña. Es difícil salir del capullo, pero todo llega. Me alegra mucho encontrarte por aquí y volver a leerte de nuevo, Pilar. Un abrazo muy fuerte.
El proceso es difícil, pero durante el mismo se forjan fobias y filias que cuestan superar. Muchísimas gracias, Aurora, por tu comentario. Yo también estoy muy contenta de sentirme de nuevo en casa. Besos.