31. MUNDO ESTÉRIL
Su doctor le dio la mejor noticia. Estaba limpia. Había vencido a la enfermedad. Las lágrimas que brotaron al principio aparecieron también al final del periplo. De la confusión implosiva pasó a la explosión silente de aquella anhelada liberación. Tras concertar el seguimiento de su nueva vida, se despidieron. “Ahora debes cuidarte”. Ella cerró entonces la puerta de la consulta y abrió la de sus temores ignotos. Descubrió un mundo más agresivo que el de apenas treinta minutos antes. El estornudo de un anciano en la sala de espera reveló su vulnerabilidad en esa selva hostil. Ella, que había luchado contra dragones que escupían fuego y le hicieron vomitar hasta el agotamiento, contra ejércitos de alimañas que arrancaron su pelo a jirones, a veces entera, a veces desfallecida, pero siempre con el valor que aporta una causa noble, ahora debía enfrentarse a nuevos adversarios. Le aterraba descuidar su asepsia. Se sintió indefensa ante un posible ataque indiscriminado de personas y animales con todo su armamento vírico. Y decidió aislarse en su guarida estéril, un búnker de miedo e infelicidad. Justo el lugar al que todos creyeron que nunca volvería.
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Ya sabemos que debemos cuidarnos, pero llevado al extremo y con el miedo por delante no augura nada bueno. Tu protagonista tenía un enenñmigo concreto a quien venció, ahora no lo tiene tan claro, porque el problema parece estar más en sí misma, y en un miedo patológico.
Un abrazo y suerte, Marca ¡Campeón!
Ángel, campeón, gracias por tu comentario!!!
Uno nunca sabe de sus miedos… Siempre están escondidos!!
Abrazo!!! 😉
Los temores irracionales no se razonan. Y aunque parece una contradicción tener más miedo después de una grave enfermedad que durante su convalecencia, en la mente del que lo sufre es lo normal. Bien plasmada y elaborada la situación fóbica.
Muchas gracias por tu comentario, Edita!!
La mente esconde miedos que a veces aparecen, cuando menos te lo esperas.
Saludooooos!!! 😉
Poético y tremendo!
Si ella se siente mejor así, hay que aceptar si nueva condición, aunque a la larga pueda ser su condena.
Rosa, debe aceptarlo y si puede ser, superarlo!!
Gracias por tu comentario!!!
Saludos!!! 😉
Duro pero muy real tu relato, LMA. Debe ser muy, muy difícil volver a una vida normal, sin excesivas fobias, después de una enfermedad terrorífica. El miedo cambia de objetivo, pero sigue ahí, paralizante. Un abrazo y suerte.
Gracias por tu comentario, Puri!!
El miedo cambia de objetivo y es muy caprichoso, cierto!!
Un saludooooo!!! 😉
Qué lástima que ahora que puede volver a disfrutar de la vida esa fobia la retenga en casa. Y, aparte, qué bien escrito, pardiez, me maravilla.
Un abrazo y suerte.
Rosalía, gracias por tu comentario, me alegra!!!
Los miedos nos paralizan y nos reducen!!
Abrazoooo!!! 😉
A veces las terapias no son la pulga de Benito, por decirlo coloquialmente . Esto creo que nos ha pasado un poco a todos, no tan extremo, después de la pandemia. Nos hemos vuelto un poco paranoicos y reparamos en cosas que antes no hacíamos. Los estornudos en el metro, las toses , tocar las superficies públicas, etc.
Esto llevado al extremos desemboca en lo que le pasa a tu protagonista, paranoia y aislamiento .
Muy bien descrito
Un saludo
Gema, totalmente de acuerdo!! Nos volvemos paranoicos y vulnerables cuando comienzan a aflorar nuestros miedos.
Gracias por tu comentario!!
Un saludo!! 😉