44. Tinieblas (Susana Revuelta)
Enredado en la espesura pegajosa de mil telarañas y perdido sin remedio en una nebulosa de hilo negro contempla desconcertado el anciano una tarántula que, amenazadora, lo mira frotándose las patas.
Meses atrás, había entrado en pánico al ver la primera araña. Aunque era diminuta, a poco que se moviera ensombrecía algunos de sus recuerdos y le emborronaba las palabras, pero como asomaba con cautela —como sin querer molestar— y solo de cuando en cuando, no le fue difícil ignorarla.
Poco después aquella bolita peluda engordó, cogió confianza y empezó a desplazarse a sus anchas, hilando una telaraña. Pronto llegaron otras, que crecían y se multiplicaban. Ocupaban ya todo el espacio y se afanaban en tejer, sin descanso, una maraña cada vez más compacta donde sus neuronas iban quedando atrapadas y, por asfixia, terminaban agonizando y finalmente se apagaban.
En esa bruma, confuso y desorientado, incapaz de moverse ni pensar, de entender qué es lo que pasa, mira ahora el anciano al monstruo con curiosidad, sin sospechar que va a clavarle un colmillo, a inyectarle un veneno letal que licuará lo poco que queda en su cerebro para poder succionarlo con ansiedad.
Hasta no dejar nada.
(Fuera de concurso)
Sea una fobia, puede que aún tratable, o una degeneración sin remedio, ha de ser muy triste contemplar cómo la enfermedad se apodera de tu persona, una angustia que nadie quiere y que has conseguido que transmita tu personaje.
Un abrazo, Susana
Qué buena descripción del deterioro cognitivo. Imágenes plásticas que te sumergen en la Angustias vital de un hombre mayor.