52. Ataxofobia
Descubres, con fastidio, una gotita de sangre en el impoluto cuello de tu camisa. No recuerdas haberte cortado afeitándote. Chascas la lengua, contrariado, porque no puedes entretenerte mucho más. Te lavas manos y cara. Doblas con un escrupuloso ritual el pañuelo con el que acabas de secarte. Viertes Varón Dandy en el cuenco de la mano y te rastrillas el cabello para, a continuación, humedecerte el cogote. Guardas el frasquito en tu pequeño neceser. Contemplas tu reflejo en el espejo y disfrutas del silencio del cuarto de baño. Te relajas durante unos segundos. No soportas el ruido y tampoco el desorden. Probablemente por eso mismo eres bibliotecario. Recolocas la pastilla de glicerina en la jabonera para dejarla bien centrada. Te bajas las mangas y abotonas los puños de la camisa. Ajustas con mimo el nudo de la corbata y sales del baño. Atraviesas la sala de lectura y entras en el despacho. Allí tu solícita compañera acude para devolverte los guantes e informarte de que el tipo que subraya los libros aún sigue inconsciente sujeto a la silla. Y te advierte, asimismo, de la presencia de esa gotita de sangre que se te adivina en el cuello de la camisa.


David, no me extraña que lo haya dejado «inconsciente» (o algo peor). Yo tampoco soporte el desorden, aunque todavía no me he puesto los guantes.
Curiosa esa fobia con rasgos de TOC.
Un abrazo y suerte.
Rosalía, ¿puedes creer que TOC fue uno de los títulos descartados que manejé? ¡Pues ya te lo he dicho todo!
Gracias por tu comentario, un abrazo de vuelta y suerte en esta convocatoria.
Algo tan deseable y necesario como el orden puede tener una deriva peligrosa si se lleva al extremo. Un lugar de recogimiento por excelencia ha quedado convertido en un espacio de violencia implacable. Da miedo pensar en lo que sucederà después de que salga de la inconsciencia.
Un abrazo y suerte, David
Gracias por tu análisis, como siempre tan acertado. Me ha gustado lo de implacable.
Un abrazo de vuelta y suerte para ti también, amigo.
Escalofriante.
¡Exagerada! Dejémoslo, si quieres, en ¿inquietante?
Gracias por comentar.
La descripción perfecta de un psicopata .
Un saludo
O, quizás, la descripción perfecta de un profesional modélico comprometido con su trabajo 😉
Gracias por tu comentario, Gema. Un saludo de vuelta.
Huy… qué inocente parece todo, con esa manía por el orden, hasta que llega el hachazo final, tan típico de los buenos micros como este. Creo que voy a pasar de ir a la biblioteca durante una temporada, por si acaso.
Un abrazo, David.
No dejes de frecuentar las bibliotecas… ¡salvo que subrayes las páginas de sus libros! En mi opinión, lo de los finales sorprendentes está bien, pero hay que saberlos dosificar y no abusar tampoco de ellos. Si el lector espera siempre una sorpresa, ¡esta acabará dejándolo de ser!
Abrazo de vuelta, Ana María.
Impresionante. Con lo difícil que resulta la narración en segunda persona. ¡Enhorabuena!
Muchísimas gracias por tu generosidad, Pablo. Celebro que te haya gustado.
Un abrazo,
D.
Oh, David, qué bueno. Eso sí, tus fotos de jóvenes dormidos en Facebook me han dejado ahora una incómoda inquietud. Zorionak!
JAJAJAJA. No pienso desvelar mis fuentes de inspiración. Y espero que tú tampoco lo hagas (guiño, guiño, codo, codo).
Gracias, amigo.