67. Torrefacto
El descanso es a las diez, te sudan las manos, y las excusas se agotan. Respiras despacio, por un rato cambiarás los complejos y perfectos algoritmos de tu ordenador por un cortado, simple y descafeinado. Aumentas la dosis de azúcar.
“Maldito periodo de adaptación de los críos, ¿cuándo se acabará?” escupirías un “nunca” pero te callas. De los últimos coletazos de fiestas y juergas juveniles “¿alguna vez se centran?” remueves tu bebida mientras las espumitas de leche naufragan en el remolino oscuro que va in crescendo aunque tú procuras que el palito, mástil en la tormenta, permanezca vertical.
Te lo tragas todo, junto con las voces de tus compañeros, la megafonía y el hilo musical, y sientes que aumenta el torrente y baja hasta quemarte las tripas. Aprietas los dientes para no vomitar, recuerdas que lo que no mata, engorda y lo que no engorda no sabe a nada. Que vivir es tragar: café, leche, azúcar.
Y estrujas el vasito, lo lanzas al cubo de reciclaje, ves su pegatina “dame otra vida”. Ojalá, piensas, y que llueva café.
Muy buena descripción de la pausa de un profe de un instituto o colegio.Me encanta la imagen del palito como mástil en la tormenta. Y totalmente de acuerdo con que lo que no engorda no sabe a nada. Muy bueno. Un saludo y suerte!