10. Perder el tren
Siempre estábamos bromeando con eso: El primero que se vaya, le mandará una señal al otro. Habían pasado dos meses y yo seguía tan a oscuras como el primer día. Pero aquella mañana, al recoger de la alfombra el libro que intentaba leer la noche antes, un papel plegado por la mitad se escapó de entre sus páginas. Reconocí al instante el dibujo: una pareja que se besaba bajo el cielo rojizo del amanecer sobre Madrid. “Nunca olvidaré nuestro primer beso”. Una fecha y tu firma al final de la hoja. “Esta es la señal” pensé. El mismo día, diez años después. Y se me ocurrió volver a aquel bar donde desayunamos churros y donde nos besamos despacito. Ese cambio de planes en mi rutina diaria hizo que perdiera el tren de las siete y media que cogía en la estación de Atocha. Y tuve que quedarme esperando al siguiente en el andén, pensando si habría interpretado bien la señal que me enviabas. Pronto lo entendería todo: Era el once de marzo del 2004.
Una serendipia milagrosa. Su pareja, el azar, casualidad? En realidad no importa . Lo que sí importa es que tu historia Marta desprende verdad y sensibilidad y ha rememorado un suceso que recordamos tristemente .
Un saludo
Esa nota que hace referencia a un amor inolvidable, parece enviada desde el más allá, para que apareciese en el momento adecuado, para hacer que tu protagonista rompiese su rutina para perder un tren y salvar la vida. Azar, casualidad aparente, o maniobra a distancia dirigida por alguien que ha amado mucho. Tu personaje se lo preguntarà siempre, con la esperanza de volver a encontrar, puede que en otra vida, a esa persona tan importante como providencial.
Un abrazo y suerte, Marta