26. NO HAY TIEMPO QUE PERDER
Sonó el teléfono y Carlos lo cogió. Cuando colgó empezó un monólogo interior. “Otra vuelta de tuerca de la realidad en estos últimos años. Una baja, un aspirante más a la nada o, desde otro ángulo, un nombre a añadir al libro de los muertos, a la agenda del olvido. ¿Cuántos de nosotros van, cuántos quedamos? ¿Quién será el próximo?
Otro velatorio, otra despedida en la que redimiremos al infortunado elegido.
Toca escuchar las frases de siempre. No soporto la hipocresía que imponen los decesos. No todos ni todas las que se han muerto eran buenas personas. Y éste, en concreto, era un tirano y un maltratador psicológico. Y todos lo sabían.”
Carlos se dispuso a vestirse. Esta vez eligió intencionadamente el traje gris claro y la camisa morada sin corbata.
Cuando llegó al velatorio, después de saludar a los pocos que quedaban ya de la pandilla, buscó con la mirada a Manolita, en este caso la afortunada viuda. Estaba bellísima a sus 80 años. Se miraron intensamente y los dos sabían que la vida ahora les daba la oportunidad de disfrutar del amor que se profesaban y que anidaba latente a la espera de poder volar libre.


Un hecho, en principio, luctuoso, puede ser liberador y el comienzo de una nueva etapa largamente anhelada. Aunque esta nueva pareja, posiblemente, no lo reconozca en público, para que no les tachen de inhumana crueldad, ha sucedido lo que tanto tiempo han deseado, el obstáculo insalvable que impedía que las cosas estuviesen donde debían ya no existen. El mundo, al menos el suyo, es mejor hoy que ayer. Cuando se unan alguien habrá que les critique, sobre todo a ella, por no guardar el duelo que se supone es debido, pero bastante martirió sufrió y nadie quiso decir nada. Puede que sea verdad eso de que «nunca es tarde», pero más aún lo es, dada la brevedad de nuestra vida, ese «no hay tiempo que perder».
Un abrazo y suerte, Gema
Gracias Angel. Qué razón llevas en tu análisis sociológico del relato. Pero yo he concebido a mis protagonistas sin miedo a disfrutar del tiempo que les quede ,libres de convencionalismos. ¡Ojalá fuera así también en la vida real.
Un saludo
¡Qué hermoso micro, Gema, con ese final tan liberador! Me ha encantado, de verdad. Enhorabuena y un beso, guapa.
Me alegro de que te haya gustado Puri. Gracias por tu comentario.
Un saludo
Jope, después de tanto tiempo ya se merecen estar juntos y felices, no? Y eso digo yo, que ya han esperado demasiado. Empieza una nueva etapa llena de ilusión… No hay mal que por bien no venga… Enhorabuena, Gema!
Pues si Susana yo creo que a los 80 ya te has ganado a hacer con tu vida lo que quieras y si es por amor mucho más.
Gracias por tu comentario.
Un saludo
Muy bonito, Gema, ojalá puedan disfrutar de ese amor negado durante tantos años, nunca es tarde si la dicha es buena. Suerte y un abrazote grande. ❤️
Gracias Nuria. Tu lo has resumido perfectamente, nunca es tarde si la dicha es buena.
Un abrazo
Reflejas muy bien la pamplina que puede rodear a un entierro. También me gusta ese contraste entre el pensamiento sereno, realista y directo que dan los años para hablar tranquilamente de la muerte, frente a la ilusión de los protagonistas por ese futuro placentero, necesariamente corto, después de una espera tan larga.
Me encanta lo de la pamplina Edita porque es eso en muchos casos . Sustituimos y sacrificamos lo auténtico por el protocolo, por lo impostado muchas veces.
Un saludo
Pues fíjate que yo intuyo que el protagonista no está tan triste porque ahora sean uno menos entre los amigos. Eso le permite disfrutar de un amor largamente postergado, así que el dolor por la pérdida es mucho menor. Buen relato. Mucha suerte.
Pues si Izaskun , no está nada triste. Ahora el tiempo que le quede se promete feliz.
Gracias por comentar.
Un saludo
Me llama la atención el porcentaje de mujeres de edad avanzada que, al quedarse viudas, rejuvenecen. Incluso aunque hayan disfrutado de un matrimonio venturoso. Con más razón tu protagonista, Manolita, debe disfrutar del tiempo que le quede sin el lastre que ha arrastrado toda su vida. Con Carlos, o recuperando a sus amigas, se merece esa paz y esa libertad.
Un abrazo y suerte.
Hay que agarrarse a la vida y a la felicidad Rosalía sin miedo al qué dirán y sentir culpabilidad, ese sentimiento que muchas veces nos lastra. A parte de que las mujeres estamos sometidas al juicio social más que los hombres. Muchas renuncian a veces a volver a ser felices, por lo a hijos, por la familia, por los convencionalismos . Un hombre queda viudo con hijos y todo el mundo entiende que se vuelva a casar peto una mujer tiene que salir adelante sola.
Perdón por el discurso pero tu comentario me ha despertado mi lago feminista . 😂😂
Un saludo y gracias por comentar.
Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena, y que a veces lo bueno se hace esperar. Parece que a tus protagonistas, más vale tarde que nunca, les tocará ser felices por fin. Bonita historia. Un abrazo, Gema