34. Para todos los gustos
Bautizaron al restaurante con el nombre de Serendipia por aquello de que en sus platos se encontraban sorpresas de todo tipo. Y no hablamos de la consabida mosca o pelo en el consomé sino, por ejemplo, de un inesperado anillo oculto en los huevos revueltos con foie. Huelga decir que las reacciones de los comensales también son igual de sorprendentes.


Ese restaurante es como un Kinder sorpresa, o un roscón de Reyes con muñequito o oculto. Si los hallazgos son valiosos, alegría para el comensal, aunque masticar un anillo puede romper una dentadura, y tragárselo producir la muerte, pero una cosa está clara: con este marketing tan original la clientela está asegurada, aunque solo sea por curiosidad, o también por codicia.
Un abrazo y suerte, Raúl