Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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43. Cuatro rosas en el mar

Ingrid se baña cada mañana en el remanso que hay al final de la playa, protegido por un acantilado. Josep se pone a cierta distancia con su caña de pescar y su sombrero de paja. La ve que le cuesta caminar entre los cantos rodados como si le clavaran agujas en los pies. Ingrid sumerge su piel arrugada en el agua transparente y se deja llevar. Josep la compara con una gaviota que, cansada de volar, desciende y se deja mecer por el oleaje. Al rato, ella sale, con dificultad, y se seca tumbada al sol. Un día ella le dijo que venía de Noruega y que en noviembre siempre huía en busca del sol. Pero él ya no quiere que vuelva a su país. Ella recoge sus cosas y le saluda con la mano diciendo «¡Hasta mañana!» con acento extranjero.

Cuando Ingrid se marcha, Josep distingue a lo lejos unas formas extrañas flotando sobre el mar. Espera paciente. El vaivén de las olas trae cuatro rosas en perfecto estado hasta la orilla. Las recoge con delicadeza, las mete dentro de su sombrero de paja y lo deja sobre la piedra donde ella siempre se tumba para secarse al sol.

1 Response

  1. Ángel Saiz Mora

    Cómo decía Massiel en su canción, no es fácil encontrar rosas en el mar, pero nadie ha dicho que sea sencillo encontrar el amor, más allá de todo planteamiento simbólico. Cuando Ingrid se tumbe al sol sobre su piedra de siempre puede que piense que esas flores han ido a parar allí por casualidad, o puede que no. En todo caso, es un milagro que una persona enamore a otra. En esta historia nos gustaría conocer si ella corresponde a Josep, pero eso queda para la imaginación de cada uno.
    Un saludo y suerte, Liliana

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