59. Cambio de planes (Ana María Abad)
Su matrimonio agoniza pero no quiere pasar por un divorcio, traumático tanto emocional como financieramente, de ahí que recurra al arsénico en el cordero asado. ¿Cómo iba a imaginar que su marido le mentía al decirle cuánto le gustaba y que el plato en el que ella tanto se esmeraba terminaba siempre en las fauces del perro? El segundo intento acaba con el pobre gato que, glotón como es, se zampa enterita la taza de leche en la que ha disuelto la estricnina. Su tercera y última mascota se reúne con las dos anteriores la mañana que le espolvorea los cereales del desayuno con cicuta en vez de azúcar: qué fatalidad que, justo ese día, el jilguero se escape de la jaula y los confunda con su alpiste.
Como en la tienda de animales no tienen caimanes, propone una excursión al Zoo. Primera parada: los cocodrilos del Nilo. Pero el empujón definitivo falla cuando su marido se inclina a recoger del suelo un billete de lotería huérfano y es ella quien, con su propio impulso, se precipita a las aguas turbulentas.
El cándido esposo no puede creer su buena suerte: el décimo tiene premio.


jajajajaja, desde luego, ese marido es un suertudo de marca mayor, jajajaja. Hasta me da pena la asesina fallida, por mucho que lo intenta no hay manera. Y lo de la lotería al final es total.
Un abrazo y suerte, sis.
¡Muchas gracias!
Sí, ella no tiene nada de suerte, la «pobre», jejeje. Creo que en su vida nunca le tocó un duro en la lotería ;D
Abrazos de vuelta.
Jajajaja. Me parto. Desde luego que esta pobre mujer está gafada. Me pasa como a Rosalía, si hasta me da lástima que todo le haya salido mal. Y encima se va sin saberse rica.
Desde luego, los astros no estaban de su parte. Y lo de la lotería podríamos considerarlo una compensación del universo para el pobre hombre, algo así como un plus de peligrosidad, jejeje.
Me alegra que te haya divertido, María.
Un abrazo y gracias mil por comentar.
Ese marido ha vuelto a nacer varias veces, no solo eso, en la última se ha visto recompensado económicamente y con la supresión definitiva de su mayor peligro.
Divertidas casualidades y un final de humor negro y merecido para uno de los personajes.
Un abrazo y suerte, Ana María
Muchas gracias, Ángel, sagaz y atinado como siempre.
Es cierto que a este hombre la serendipia le debe tener un cariño especial y le ha puesto las cosas muy difíciles a la esposa. Ya sabes: más vale tener estrella que estrellarse, y esta vez él está en el primer caso y ella, en el segundo.
Abrazos de vuelta.