68. Cuando un mal escritor se cruza con un mal conductor
Mateo vio algo en la carretera y dudó un momento, apenas una décima de segundo. Finalmente dio un volantazo a la derecha, que podría haber sido a la izquierda, pero no lo fue, porque el arcén le pareció más seguro. Lo justo para recibir el impacto del vehículo que avanzaba despacio.
«¿Qué cojones hace este imbécil por el arcén?» —fue lo último que pensó durante el impacto y antes de desmayarse sobre el airbag a medio abrir. Cuando despertó, creyó reconocer la estancia: ¿un hospital? Multitud de máquinas lo rodeaban y le dolía la cabeza. Palpó su cuerpo, se miró las manos y levantó los pies para comprobar que estaba completo y consciente. Se alegró de ver el rostro sonriente de Laura; llevaba un libro en las manos: ¿un ejemplar de la novela que él mismo tiró a la papelera aquel nefasto día?
Le explicó que el conductor del otro vehículo era el propietario de una editorial famosa y que su chófer estaba de baja ese día. Se la había publicado en compensación por los tres meses que había estado en coma. Favor por favor, Laura había retirado la denuncia y declarado que Mateo fue el culpable del accidente.


Choque de trenes, pero con buenas consecuencias.
Un abrazo, Almudena.
Suerte
Favor por favor, pero ¡mejor que nos publiquen sin tener que pasar por un coma!
Un abrazo y suerte.