16. UN VUELO DE REGRESO
Alguna vez había oído que un nido de golondrinas en tu balcón llevaba buena suerte a tu casa, por eso y porque la multa no era una opción, cuando oí trisar a aquella pareja de elegantes pájaros sonreí, la primavera me alegraba el ánimo y los pequeños polluelos, a los que bauticé, entretenían mis días.
Antes del mes los vi volar fuera del nido ..…a todos menos a ella; tenía el plumaje negro y blanco como sus hermanos, pero un mechón azul índigo coronaba su cabeza.
Un empujoncito y su precioso vuelo planeado la llevó hacia tierras lejanas.
Pasó el invierno y cuando el sol empezó a ganar terreno, golpeando feliz los cristales de la ventana, cumplidos sus sueños y los míos, allí estaba de nuevo, ¡mi Emperatriz!.


Si hay un ave blanca y negra por excelencia, aparte de las urracas, son las golondrinas, tan literarias desde que las inmortalizó Bécquer, que bien dijo que siempre vuelven, como la que tiene ese vínculo tan especial con tu protagonista. Así, respetuosa y afable, debería ser siempre la relación de humanos y animales.
Un abrazo y suerte, Ana